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La agenda hacia la COP

Estos temas en gran medida definirán el diseño del borrador del acuerdo global en la COP 20 y las negociaciones para la firma del nuevo protocolo en 2015. La agenda es relevante y ambiciosa, aunque en el caso de las obligaciones de adaptación todavía poco clara.

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Escrito en OPINIÓN el

La conferencia sobre el clima recientemente organizada por las Naciones Unidas, puede considerarse un éxito para Ban Ki-Moon. No es que se haya pactado el acuerdo vinculante que las personas preocupadas por el cambio climático esperan, lo cual no era por demás el objetivo. Para el Secretario General la convocatoria tenía un sentido altamente estratégico: elevar el tono de debate y crear un momento favorable para la COP 20, a celebrarse en Perú el próximo mes de diciembre, donde deberá prepararse el primer borrador formal del nuevo tratado climático.

 

Considerando que la Plataforma de Durban estableció como meta firmar un acuerdo vinculante en Paris 2015, el riesgo consistía en que durante los siguientes meses se impusiera un impasse entre los países miembros de la Convención Marco a la espera que todos los demás pusieran primero sus propios compromisos sobre la mesa. El fracaso de la COP 20 puede significar retrasar la firma del acuerdo más allá de 2015 y este ha sido un riesgo que Ban Ki-Moon no ha estado dispuesto a correr.

 

La conferencia no sólo se ha traducido en un nuevo impulso al tema en medios de comunicación y entre los países miembros de la ONU, de igual forma ha activado la participación de miles de ciudadanos a través de las manifestaciones que pudimos atestiguar el domingo 21 pasado.

 

De las conclusiones de la Conferencia se desprende una agenda temática que, aunque no es vinculante, tendrá un rol central en las negociaciones de Perú 2014 y París 2015. Entre los temas más relevantes destacan:

 

-Insistencia en garantizar coherencia entre los compromisos nacionales y el objetivo de evitar un aumento en la temperatura superior a los 2ºC.

-Reconocimiento de la importancia de que un nuevo acuerdo establezca obligaciones de mitigación para todos los países y no sólo para los industrializados.

-Coincidencia en que un nuevo acuerdo debe ser más efectivo, más durable, comprehensivo que el Protocolo de Kioto y con capacidad para abordar objetivos de mitigación y adaptación.

-Compromiso de registrar contribuciones nacionales para la reducción de emisiones durante el primer trimestre de 2015. Aunque de hecho en algunos casos se hizo mención a reducir determinado porcentaje de las emisiones nacionales, habrá que esperar a que esto se ponga por escrito para medir la relevancia de los compromisos de acuerdo a los escenarios del IPCC sobre la reducción necesaria para estabilizar emisiones hacia el 2030.

-Vinculación de las políticas de cambio climático con el desarrollo sustentable, metas para erradicación de la pobreza y crecimiento verde, siguiendo las recomendaciones de la Comisión Global para la Economía y el Clima.

-Movilización de 200 billones de dólares, provenientes de fondos públicos y privados, para financiar un desarrollo económico resiliente y bajo en carbón, a lo cual se añade el compromiso de garantizar un financiamiento equivalente a 100 billones de dólares anuales a partir de 2020.

-Impulso a la definición de un impuesto global sobre emisiones de CO2. Por el momento se ha conformado una coalición que integra 73 gobiernos, organismos regionales, líderes empresariales, empresas globales, especialistas y organizaciones sociales decididos a integrar este instrumento en las próximas negociaciones. Este representa, de acuerdo a cálculos de la oficina del Secretario General, 52% del PIB global, 54% de las emisiones totales y más de la mitad de la población mundial. La aprobación de un impuesto a las emisiones de CO2 representaría un cambio radical en la política climática global y una señal muy poderosa para impulsar eficiencia energética e inversión en alternativas a los combustibles fósiles.

-Definir nuevos mecanismos para financiar situaciones de riesgo y crear capacidades de adaptación en países y regiones vulnerables. Aunque en este caso, y a diferencia de las opciones de financiamiento para la mitigación y el crecimiento económico bajo en carbón, las medidas y mecanismos de respuesta internacional siguen siendo sumamente ambiguas y generales ante la magnitud de la amenaza.

-Generar nuevas coaliciones entre gobiernos, organizaciones sociales, agencias internacionales y el sector privado para identificar oportunidades y detonar proyectos.

 

Estos temas en gran medida definirán el diseño del borrador del acuerdo global en la COP 20 y las negociaciones para la firma del nuevo protocolo en 2015. La agenda es relevante y ambiciosa, aunque en el caso de las obligaciones de adaptación todavía poco clara. Es también indudable que existe un mayor consenso internacional por avanzar en un nuevo modelo que si bien reconozca capacidades diferenciadas, ponga un mayor peso en responsabilidades comunes y elimine la división ineficiente entre países Anexo 1 (con obligaciones de mitigación) y No Anexo 1 (sin obligaciones).

 

Sin embargo, no hay que echar las campanas al vuelo todavía. El recuerdo de la cumbre de Copenhague llama a la prudencia. Si bien los países que impulsan medidas más efectivas representan 50% de la población mundial no es clara, la actitud que asumirán los países que se han retirado del  Protocolo de Kioto o potencias con influencia regional como Rusia. Tampoco hay que perder de vista que el objetivo es que el nuevo tratado entre en vigor hasta 2020 y, considerando el ritmo en que han crecido en los últimos años las emisiones globales, las medidas pactadas en 2015 puede resultar poco efectivas cinco años después.

 

Finalmente, la negociación y firma de un nuevo tratado vinculante es un paso indispensable, pero una vez superado ese obstáculo, todavía queda pendiente la parte más importante: que los países firmantes cumplan realmente sus compromisos.

 

@ja_leclercq