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La agenda africana

Cumbre africana estuvo enfocada en negocios, en democracia, en seguridad y ciudadanía.

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Escrito en OPINIÓN el

Muchas cosas pasaron en la ciudad de Washington durante estos días de la semana pasada. Tal y como lo habíamos anticipado en la colaboración de la semana pasada, se llevó a cabo la “Cumbre Africana” entre el 4 y 6 de agosto, en la que participaron una serie de funcionarios y presidentes del más alto nivel del aquel continente. La tensión en la ciudad pudo sentirse ampliamente en las calles, en los hoteles aledaños y en las sedes diplomáticas de los países involucrados. En alguna caminata por los barrios washingtonianos pude también apreciar el elevado nivel de seguridad para cuidar a los visitantes; se instalaron retenes en las calles y puntos de revisión para entrar a los hoteles más importantes, y los helicópteros no dejaron de sobrevolar uno tras otro la ciudad durante esos días.

 

Como ya lo había mencionado desde la semana pasada, el tema del brote del ébola tuvo un lugar preeminente en las discusiones de la cumbre y ahora la Organización Mundial de la Salud ha declarado este tema como una emergencia médica internacional que deberá ser atendida por todas las autoridades, para garantizar que la enfermedad no se propague y para contener el brote. Valdría la pena mencionar también que durante estos días llegó a suelo estadunidense – específicamente a Atlanta – para recibir tratamiento especializado un médico infectado del virus del ébola que se encontraba trabajando con enfermos de la zona. Mediante estas acciones se buscará salvar la vida de este doctor que, como voluntario, dedicó una buena parte a atender a los enfermos en el continente africano. Lo más interesante del caso no fue justamente la llegada del personaje a los Estados Unidos, sino la discusión que hubo en las redes sociales y en los medios sobre la amenaza que ello podría representar, y las muestras del pánico colectivo por esto. Sin embargo, no todo fue tan malo, pues precisamente estos temores desataron una ola de notas y noticias en los diferentes medios, concientizando a la población sobre las formas en que este mal es transmitido, los modos en que se puede contagiar y las precauciones debidas que se tienen que tener al interactuar con personas que ya están infectadas. Como siempre  en todos los casos, la información sobreviene después del pánico y ello ayuda a que los miedos de las personas sean dispersados, pues la realidad de las cosas sale a flote siempre.

 

La cumbre africana tuvo muchas aristas, tal como lo comenté la semana pasada: estuvo enfocada en negocios, en democracia, en seguridad y ciudadanía, entre otros. Quizá los resultados no serán visibles en el corto plazo, pero este tipo de eventos dan muestra de la capacidad de convocatoria que una capital internacional como Washington puede llegar a tener. No se trata de venir al Distrito de Columbia para aprender cómo se tienen que hacer las cosas, sino a discutir con los demás actores multilaterales las mejores soluciones posibles ante determinados problemas comunes.

 

De acuerdo con las propias declaraciones del Presidente Barack Obama, esta es la primera vez que se organiza una cumbre de este tamaño, relevancia y alcance. El encuentro fue catalogado como un esfuerzo sin precedente en la historia de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y los países africanos. Ente los puntos más destacables, se debe mencionar que el Presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe fue uno de los 3 mandatarios que no asistieron. Los otros no lo hicieron precisamente por los motivos que comentamos la semana pasada: la emergencia sanitaria que amenaza al continente africano en estos momentos.

 

Ahora bien, más allá de los hechos, me gustaría emitir una opinión personal al respecto después de haber visto lo que sucedió: en primer lugar me queda muy claro que estos encuentros son sumamente benéficos para los ciudadanos de aquellos países y para el mejoramiento de las relaciones  - no solamente con el hemisferio occidental – sino entre ellos mismos, puesto que en muchas ocasiones los vecinos no siempre se llevan bien. Nuestro caso mexicano es un ejemplo de ello. Pero también me ha quedado claro que para los Estados Unidos, estas reuniones tienen también una ganancia; no solamente política o de prestigio internacional, sino de negocios. La aceleración del comercio y los negocios entre África y los Estados Unidos es un beneficio colateral de los encuentros multilaterales. Quizá no está a simple vista, pero creo que será evidente que es así. Por supuesto no me gustaría emitir un juicio severo ni mucho menos afirmar – porque no tengo las pruebas que así sea – pero en el mediano plazo se podrá comprobar si todo esto también trae consigo beneficios económicos para las partes (o si bien, para una más que para la otra) y en qué medida ello contribuye al desarrollo de la sociedad de una manera sostenible. El tiempo lo dirá y ya tendremos oportunidad de platicarlo.

 

@fedeling