Se discutía una ley controvertida, preocupado el Presidente le dijo al líder: “Tráete a los rejegos para que los convenza”. Aquél le contestó: “El día que no pueda con mi chamba renuncio”.
¡Cómo han cambiado los tiempos! ahora para sacar adelante un anodino Consejo Político el gerente del PRI tiene que aventar por delante al Presidente. “Aquí les traigo a mi papá a ver si con él son tan gallitos”; pareciera haber dicho el burócrata a quienes demandaban la celebración de la Asamblea de rigor.
“El Consejo Político Nacional es el órgano deliberativo de dirección colegiada, de carácter permanente, subordinado a la Asamblea Nacional, en el que las fuerzas más significativas del Partido serán corresponsables de la planeación, decisión y evaluación política” del quehacer del PRI. Tal rezan (hablando de Reza) sus Estatutos.
Pues bien, sobre la deliberación, planeación, decisión y evaluación del órgano colegiado bailaron un jarabe tapatío el acarreo, la matraca, el confetiy los nuevos consejeros.
El Presidente desaprovechó la ocasión para fijar rumbo ante los cambios geopolíticos y la debacle nacional: saludos de rigor, el sobado cliché de que los retos son oportunidad y los fracasos lecciones; negación cual San Pedro de la corrupción priísta, espaldarazo al gerente en turno, especie de mini informe de lo que cuenta mucho, llamados etéreos a la unión, paro tardío e inocuo a promociones anticipadas, acto de fe de sana cercanía y cierre motivacional a la Cornejo. Selfies al por mayor.
Por su parte la aguerrida militancia aplaudió cual foca. Las inconformidades se sumaron al aplauso, porras y abrazos fraternales.
Las demandas de Asamblea y dirección se guardaron para cafés y tertulias de mayor confianza.
La proverbial disciplina se autoimpuso y todos contentos y desconectados de la realidad.
No sé que sea más lamentable, si el walking dead tricolor o su abyección aún después de muerto.
PS.- El PRI pasó del partido de la Revolución al partido del selfie.