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Krauze y la construcción de una farsa

Valdría la pena aprovechar la oportunidad actual para pensarnos como mexicanos en otras claves distintas. | Othón Partido Lara*

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Escrito en OPINIÓN el

Pocos textos han causado tanto daño al entendimiento de lo público como “El Mesías tropical” de Enrique Krauze (Letras Libres, 30/06/06). Más allá del vergonzante argumento de equiparar lo “tropical” con lo malo o irracional –cosa nada extraña en el hábito de ese historiador de denostar a cualquier persona portadora de la mínima reivindicación popular– el problema reside en que el ensayo presenta meras conjeturas provenientes de un simple desayuno, como si fueran hechos incuestionables.

Quizá el error más burdo es atribuir una influencia decisiva del líder tabasqueño Tomás Garrido Canabal en el pensamiento del hoy presidente. Como relata Krauze, cuando López Obrador era jefe de Gobierno de la Ciudad de México, hablaron en una reunión sobre personalidades históricas de aquella entidad entre los que destacaron Carlos A. Madrazo y el poeta Pellicer, sin pensar que una conversación informal diese material para lanzar todo tipo de armas arrojadizas creadoras de estigmas tan perdurables como infundados.

Pero un detalle crucial que no debiera pasar de largo, menos para un historiador, es que AMLO sólo pudo conocer a Garrido a través de los libros, al nacer ¡diez años después! del fallecimiento de este polémico revolucionario, ciertamente conocido por su intolerancia y carácter sectario. Desde luego, el caudal de hechos cuestionables atribuidos a la trayectoria de Garrido Canabal no podría ser mecánicamente trasladado a otra persona por el solo hecho de ser un paisano, que además ni conoció.

Otro podría ser el encuadre respecto a la formación intelectual del presidente si se hiciera un ejercicio diferente acerca de sus mentores políticos. Para quienes gustan más del rigor y la precisión, hay aproximaciones más realistas y mejor escritas, en el entendido que aún está por verse una biografía definitiva sobre López Obrador: Por ejemplo, Andrés Lajous (Nexos 1/06/12) menciona la influencia de Carlos Pellicer, en su calidad de Senador desde 1976 y el gobernador Enrique González Pedrero como los líderes que sí pudieron tener algún ascendente en la formación del político. Otra influencia relevante fue Clara Jusidman, destacada académica y funcionaria, con quien el hoy mandatario trabajó tres años en el Instituto del Consumidor.

Desafortunadamente, los “accidentes” no vienen solos: La mentira fundacional de Krauze en su escrito citado, viene aderezada y pretende reforzarse socialmente en algunos sectores con profundos prejuicios clasistas y racistas, que hacen que para algunas élites (y no pocas mentalidades aspiracionales), sea inaceptable que ahora sea mandatario un mestizo del sureste, aunque dicho sea de paso, bastante conocedor de un “México profundo” que ha sido denegado e históricamente relegado de las decisiones y bienes públicos.

Lo anterior debería interpelar a quienes aspiramos a un México moderno, republicano y razonablemente igualitario: ¿Qué importa si el presidente es de Chihuahua, Guerrero, Chiapas o Tlaxcala? Hace unos años, algunos colegas colombianos por separado me comentaban que en su país prevalece aún una feroz resistencia a ser gobernados por alguien que no provenga de algún tipo de élite económica, política o del centro geográfico del país. ¿Ocurrirá algo semejante en nuestros anclados imaginarios sobre la construcción del poder?

Las descalificaciones fáciles y prejuicios continúan, como ocurre con los reiterados desplegados de “abajofirmantes” terriblemente ofendidos porque se acabó su reparto patrimonialista de la democracia mexicana, tal como existía, aunque ellos todavía se puedan arrogar una representación absoluta como “intelectuales”, aunque cada vez se muestren más penosamente disminuidos en sus capacidades críticas.

Más allá de las personas y hechos coyunturales, que somos todos efímeros, valdría la pena aprovechar la oportunidad actual para pensarnos como mexicanos en otras claves distintas, proceso en el que son fundamentales las nuevas generaciones. Un buen principio sería cuestionar desde su origen, estigmas que poco ayudan a avanzar en una dirección constructiva.

*Othón Partido Lara 

Internacionalista, maestro en Sociología por el Insituto Mora y doctor en Estudios Latinioamericanos por la UNAM. Académico de la Universidad Iberoamericana-León