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Jerusalén en disputa

Es urgente que el tema del conflicto entre palestinos e israelíes se resuelva en lo inmediato. | Jorge Iván Garduño

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Escrito en OPINIÓN el

Si hay una región del mundo en la que las tensiones pueden llevar a conflictos de consecuencias funestas, esa es Medio Oriente. Ya que incluso en esta región hay países involucrados que se encuentran a miles de millones de kilómetros en algunos casos. 

Por ejemplo, por un lado, tenemos a Estados Unidos, principal aliado de las naciones de Arabia Saudita e Israel, y en el otro lado está Rusia, aliado de Irán y Siria, países que podrían actuar para rebajar la tensión que en las últimas semanas se está dando entre israelíes y palestinos, aunque bien la injerencia de estas naciones podría desatar más tensión en la región, y la mediación europea está a la puerta, lo que suma más actores en un posible conflicto.

Parece ser que estamos ante una situación que terminará por precipitarse a una crisis suprema, impulsada por fuerzas que están más allá del control de los estadistas responsables.

El pasado lunes 14 de mayo, se conmemoraron 73 años de la creación del Estado de Israel. Muy por el contario de lo que significa para los israelíes, los palestinos conmemoraron el martes que siguió a esta fecha en lo que llaman la "Nakba" o "Catástrofe", cuando cientos de miles de ellos tuvieron que dejar sus casas tras la creación del Estado judío.

Pero este aniversario será recordado, sobre todo ahora, por la escalada de violencia en la Franja de Gaza entre palestinos e israelíes, hay que recordar que los primeros reclaman un Estado propio en Gaza y Cisjordania con capital en “Jerusalén Este”. 

Todo empezó con intentos de desalojo de cuatro familias en el barrio palestino Sheij Jarrah, en Jerusalén oriental. Desde 1948, la división de Jerusalén implicó que los palestinos que vivían en el oeste y los judíos que vivían en el este tuvieran que abandonar sus casas, pero dos nuevas leyes, la Ley de Propiedad de Ausentes y la de Asuntos Legales y Administrativos, ratificadas por la justicia israelí, les da a los judíos el derecho a reclamar antiguas propiedades en el barrio árabe, derecho de reclamación que no se les brinda equitativamente a los palestinos que tuvieran propiedades en el actual barrio judío.

No esperó Israel a que ni que el sagrado mes musulmán de Ramadán terminara: la Policía israelí llegó a la mezquita de Al Aqsa y atacó a los fieles musulmanes en su celebración. Estos hechos fueron el preámbulo del conflicto actual entre palestinos e israelíes, un conflicto que podría convertirse en una guerra a gran escala e incluso involucrar a otros Estados. Y el conflicto de propiedades en Sheij Jarrah simboliza un objetivo estratégico de Israel: quiere hacer que Jerusalén sea más judía, porque Israel considera toda la ciudad como su capital, aunque eso no sea aceptado por la mayor parte de la comunidad internacional, pero sí por Estados Unidos desde la administración de Donald Trump, que sí la reconoció al trasladar hace tres años de la embajada norteamericana de Tel Aviv a la ciudad de Jerusalén.

Esta complicada situación entre árabes e israelíes se presenta cada vez más como un problema sin solución. Aunque ambos lados han transigido en algo con el fin de resolver ciertos aspectos del dilema, la brecha sigue siendo profunda y amplia respecto a muchos puntos fundamentales.

Jerusalén es una ciudad única en el mundo, al igual que el Estado de Israel, pensemos esto por un momento: cada país tiene el derecho de elegir su propia capital. Sin embargo, ese derecho político básico aplica a todas las naciones sobre la tierra, excepto a una: Israel. Los otros 192 miembros de la ONU eligen sus capitales, y nadie interfiere en esa decisión, pero no en el caso de Israel, que se encuentra en la posición única de tener su auto declarada capital en Jerusalén, mientras las otras naciones insisten con Tel Aviv, en donde emplazan sus embajadas y residencias con el fin de tratar de mantener la frágil y débil paz en la ciudad y en la región.

Pero el Estado moderno de Israel reclama la ciudad de Jerusalén como su capital porque además esta ciudad fue la capital de la antigua nación de Israel, bajo el rey David (2 Samuel 5:5; 1 Crónicas 15:1-3). Y así como Estados Unidos ha reconocido oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel, otras naciones lo han considerado o están considerando hacer lo propio y trasladar sus embajadas a la “ciudad de paz”.

Es urgente que el tema del conflicto entre palestinos e israelíes se resuelva en lo inmediato, sin embargo, la historia reciente (los últimos 70 años), nos han enseñado que esto no sucederá, por desgracia. Solo nos espera aguardar un conflicto de proporciones mundiales o una solución fuera de este mundo. 

Tiempo al tiempo.