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Inteligencia Emocional

La inteligencia emocional de los gobiernos suele ser escasa y difícil de encontrar

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Escrito en OPINIÓN el

Seguramente muchos hemos escuchado hablar de la Inteligencia Emocional y de sus características, cualidades y ejemplos. La definición más básica que se puede encontrar acerca de ella es “un conjunto de habilidades psicológicas que permiten expresar nuestros sentimientos de manera adecuada, ello con el fin de regular nuestro comportamiento, entender mejor a los demás y actuar en consecuencia”.

 

Aunque esta definición puede ser imprecisa o puede estar incompleta, creo que precisa de manera bastante cercana lo que se quiere decir. Vamos a poner unos ejemplos: supongamos que hay una fiesta y que en esa reunión, el anfitrión va a servir “cubas” (ron con refresco) porque tiene una absoluta inclinación por esa bebida, y como le gusta tanto, ha decidido siempre servir en sus fiestas el trago referido. Pero suponga usted que no le gusta el ron, y lejos de ello, le hace un efecto contrario y le causa diarrea y malestar estomacal (por la razón que sea). Ahora bien, siempre que este anfitrión invita a sus amigos a sus fiestas sirve “cubas” porque le gusta compartir esto con sus invitados, y aunque usted le ha insistido que por favor le permitan beber otra cosa porque le hace daño al estómago, el anfitrión se lo toma demasiado personal y se ofende porque usted rechaza el ron que con tanto entusiasmo se sirve en las fiestas.

 

Vamos por partes: aunque el anfitrión tiene un profundo gusto por el ron y quiere compartirlo con todos sus amigos, usted ha dejado de asistir a las fiestas porque piensa que no lo entienden y que no tiene porqué pasar un mal rato para su estómago bebiendo algo que no le gusta. Y concluye usted: “Si el anfitrión sirviera algo más que ron y me dejara beber quizá vodka o vino tinto, yo me la pasaría mucho mejor y sería el alma de la fiesta” en cada ocasión que ésta se organiza. Pero el anfitrión no entiende lo anterior. No tiene inteligencia emocional para entender sus propios comportamientos y por ende, el de los demás y actuar en consecuencia.

 

Pues bien, este ejemplo es muy sencillo (y quizá un poco superficial), pero creo que la inteligencia emocional no solamente se da (o no) entre las personas, sino también entre los gobiernos. Así como la mente humana, también los gobiernos tienen un nivel de inteligencia emocional que les permite entender su propio comportamiento y entender el de los demás, en este caso, sus gobernados y también otros gobiernos de otros países. Imagínese usted que hay un gobierno que siempre – hablando en términos metafóricos –quiere servir ron en sus reuniones, porque le gusta compartir esto con sus colegas, pero hay otros a quienes se les indigesta; y la falta de inteligencia emocional no permite ver este fenómeno y siempre hay malentendidos y complejidades.

 

En ese sentido, en muchas ocasiones los grandes problemas internacionales tienen precisamente su origen en una falta de inteligencia emocional muy grande. Por ejemplo, el problema de la migración para Washington-México tiene ciertos rasgos y conductas, en los que no hay un nivel de inteligencia emocional entre los actores involucrados, y por ende, los gobiernos acaban actuando con el “síndrome de las cubas” en donde quieren que todos beban lo mismo, sin importar si les indigesta o no. No funcionan así las cosas. En el caso de la migración y de los niños migrantes, por ejemplo, a veces no se trata de modificar la sustancia y el contenido último de las decisiones, de las políticas, o de aquellos fundamentos que sostienen la estructura de las cosas, sino que se trata de la manera en que se comunica el problema, se atiende a los afectados, se escucha a las partes, y una vez habiéndolo hecho, se toma en consideración para aplicar alguna medida de mitigación que ayude a resolver el asunto. Pero si la gente siempre se empecina en que todos beban ron, entonces nadie va a querer ir a las reuniones, porque lo obligan a hacer algo que no quiere.

 

La inteligencia emocional de los gobiernos suele ser escasa y difícil de encontrar. Muchas veces depende de que los gobernantes y los líderes la tengan; pero a veces no. En ocasiones el sistema político solamente tienen incentivos para actuar en búsqueda de su propio interés por el camino corto, y se olvida que a veces, tener este tipo de inteligencia implica recorrer el camino un poco más largo, pero tener mejores resultados. Piense ahora en el caso de Washington, de México y de otros actores y saque sus propias conclusiones. Esta es solamente una hipótesis que pretende aportar algo más al debate que está en su máximo apogeo.

 

@fedeling