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Integración energética de América del Norte

Los esfuerzos colectivos para garantizar la seguridad energética de América del Norte

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Escrito en OPINIÓN el

Tras el susto y las consecuencias que le provocó a Estados Unidos el embargo petrolero de 1973, todas las administraciones de ese país han tratado de garantizar el abasto de petróleo para su economía en un horizonte temporal más amplio. Los ejemplos más conspicuos de esta política, han sido los presidentes George Bush y George W. Bush, quienes invadieron Iraq cada uno en su oportunidad. Al igual que sus antecesores, el presidente Donald Trump está consciente de la importancia de garantizar el abasto de energéticos para el mercado estadounidense, aunque para ello tenga que negociar con México.

En la víspera de la quinta ronda de negociaciones del TLCAN en la Ciudad de México, inició la Ministerial de Energía de América del Norte en Houston, Texas. Mientras los jefes de las negociaciones discutían sobre lo que será el futuro del TLCAN en general, los titulares de la Secretaría de Energía de México, del Departamento de Energía de Estados Unidos y del Ministerio de Recursos Naturales de Canadá, dialogaban constructivamente sobre los esfuerzos colectivos para garantizar la seguridad energética de América del Norte.

El compromiso entre México, Estados Unidos y Canadá en materia energética se formalizó en el marco de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte en 2005. Posteriormente, como parte de los resultados de la Cumbre de Líderes de América del Norte de 2014 surge la Ministerial de Energía de América del Norte con el propósito de que los responsables de las políticas energéticas de los tres países se reúnan periódicamente para analizar oportunidades de colaboración.

En la medida que avanza la renegociación del TLCAN, pareciera que surgen preocupaciones del lado estadounidense no solo sobre cuestiones comerciales, sino también de seguridad a largo plazo. En este sentido, a través de la reunión de Ministros de Energía de América de Norte realizada el pasado 14 de noviembre en Houston, el tema energético parece adquirir una dinámica independiente, orientada a mantener e incluso promover la plena integración del mercado energético de América del Norte, de manera paralela al TLCAN.

Como muestra, basta un botón. Un día después de la reunión de ministros, se realizó el Foro de Energía de América del Norte, en el cual nuevamente los responsables de energía de México, Estados Unidos y Canadá compartieron un espacio de diálogo, en el que destacaron que en 2016 el comercio de hidrocarburos entre las tres naciones, alcanzó 94 mil millones de dólares y que en 2017 se estima llegue a más de 100 mil millones de dólares.

Una América del Norte integrada en materia energética representa un mercado de rápido crecimiento para Estados Unidos, especialmente el mexicano. Por esta razón, no resulta extraño que se diga que la administración de Donald Trump haya reconsiderado el valor económico del TLCAN en términos energéticos, especialmente los fósiles, pues ofrecen seguridad para los miembros del tratado, así como mayores volúmenes de producción de gas natural y de productos refinados; exportaciones de equipos y servicios avanzados para yacimientos petrolíferos, redundando en un aumento de la inversión y el empleo.

En lo que respecta a la seguridad energética de los países del TLCAN, a través una amplia infraestructura conformada por 233 conexiones transfronterizas se garantiza el comercio de gas natural, electricidad, petróleo y productos refinados. En materia de electricidad, México y Estados Unidos cuentan con 25 interconexiones transfronterizas, mientras Canadá y Estados Unidos tienen 57. Respecto al comercio de gas natural, México y Estados Unidos comparten 40 interconexiones transfronterizas, al tiempo que Canadá y Estados Unidos tienen 59. El petróleo crudo y los productos petrolíferos se mueven a través de 42 conexiones de oleoductos transfronterizos con Canadá y diez con México.

 

De acuerdo con datos de la Agencia de Información Energética de Estados Unidos el consumo estadounidense de petróleo excede 22 millones de barriles diarios (mb/d). Por esta razón, la administración de Trump sí aboga por una agenda de desregulación para promover la producción nacional de petróleo y gas, y hacer un esfuerzo para avanzar en los permisos para nueva infraestructura. En Canadá, la Asociación Canadiense de Productores de Petróleo pronostica que la producción de arenas bituminosas en Alberta aumentará de 3.8 mb/d a 4.9 mb/d para el 2030. La reforma energética en México promete frenar el declive que se venía experimentando desde 2012 en la producción de petróleo. De acuerdo con la Secretaría de Energía, el sector ha captado una inversión internacional de aproximadamente 49 mil millones de dólares. Con la reforma se supone que la inversión privada contribuirá a aumentar la producción de petróleo a 3.4 mb/d en 2040, un aumento de más de 1 mb/d sobre el nivel actual de 2.1 mb/d. De confirmarse las proyecciones, implicaría aumentar en más de 50% la producción actual.

Por ahora es difícil decir cómo podría ser un nuevo capítulo de energía del TLCAN, si es que hay TLCAN. Sin embargo, no deja de ser irónico que paralelamente al tratado, de manera implícita la administración Trump reconozca que los intereses económicos y de seguridad de México, Estados Unidos y Canadá apunten a una mayor integración del mercado energético en América del Norte, cuya dinámica actual, paradójicamente, fue potenciada por el TLCAN.

@alifur1 | @OpinionLSR | @lasillarota