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¿Información es poder?

La comunicación electoral no corresponde con la situación económica del país ni con sus necesidades más urgentes.

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Escrito en OPINIÓN el

 

La mayoría de las campañas electorales están en marcha. Aunque todavía no empiezan algunas importantes en el DF y otros estados del país, es notorio ya el incremento de noticias y spots en los diversos medios de comunicación.

 

El proceso de saturación avanza.

 

Y junto con éste sube el tono del debate, la confrontación de ideas o propuestas y... la guerra sucia.

 

Hasta ahora no ha habido grandes sorpresas.

 

La incertidumbre principal está en los efectos que tendrán las nuevas reglas a las que está sujeta la #ComunicaciónPolítica.

 

La efectividad de los mensajes es relativa.

 

Las primeras investigaciones de las casas encuestadoras apuntan a que se está provocando fastidio, desánimo y hasta desinterés en gran parte de la ciudadanía.

 

En la misma ruta fluyen las noticias.

 

El ruido propio del conflicto y la controversia parece estar generando efectos contrarios a lo esperado. No contribuye a la transparencia ni al fortalecimiento de la democracia.

 

Por el contrario, desmotiva e inmoviliza.

 

El enorme costo sin precedente de las campañas tampoco está generando el retorno de inversión que merece la sociedad.

 

Nuestro sistema electoral dista mucho de ser creíble.

 

El #INE y los organismos electorales estatales se comunican a diario con la población, pero con esquemas de comunicación similares a los que utilizan los partidos.

 

El gasto es enorme.

 

Por donde se vea, la comunicación electoral no corresponde con la situación económica del país ni con sus necesidades más urgentes.

 

Tampoco con la calidad de la información.

 

Un estudio realizado por Integralia, la empresa consultora que dirige Luis Carlos Ugalde, ex presidente del IFE, señala que el valor comercial de los spots que se difundirán en estas elecciones asciende a casi 16 mil millones de pesos.

 

El dato corresponde solo al DF y Estado de México.

 

Aún más: El número de mensajes representa un 70% más respecto a los difundidos en los comicios intermedios de 2009 y es "tres veces superior que el financiamiento público de todos los partidos políticos nacionales en 2015".

 

Cierto es que hay spots buenos y excelentes.

 

También lo es que estamos viendo campañas de comunicación con visión, bien estructuradas, atractivas y de un alto valor estratégico.

 

Pero desafortunadamente son la minoría.

 

Este hecho confirma que lo importante no está en tener acceso a información abundante, aunque se cumpla con la condición de equidad establecida por la ley. En consecuencia, el poder del ciudadano no se incrementa con aquélla.

 

Por el contrario, lo aleja y crea confusión.

 

En este espacio lo hemos dicho en forma reiterada: Quien tiene acceso a cualquier dispositivo móvil y cuenta con una señal de banda ancha, dispone de cantidades infinitas de información.

 

La tecnología amplía el horizonte del conocimiento.

 

A nadie le alcanzaría la vida para leer, comprender, procesar y utilizar lo que tenemos al alcance de unos cuantos clics desde cualquier dispositivo.

 

Mucho menos para extraer todo su potencial de productividad.

 

El verdadero poder se obtiene a través de la capacidad que desarrolla cada persona para seleccionar, jerarquizar, analizar, compartir y darle uso efectivo a los millones de datos que tenemos a nuestra disposición.

 

Sobra información de calidad, pero hay que aprender a buscar.

 

Para lograrlo hay que saber investigar, estudiar, aplicarse, experimentar, disciplinarse y no caer con frecuencia en las diversas tentaciones que nos ofrecen la Web y las #RedesSociales.

 

El paradigma podría ser otro.

 

¿Qué sucedería, por ejemplo, si la mitad de esos millones de spots promovieran acciones educativas o formativas, que permitieran potenciar una nueva cultura del conocimiento y el derecho a la información, a partir del uso más productivo de las herramientas tecnológicas disponibles?

 

La posibilidad existe, pero no a todos conviene el modelo.

 

De lo que estoy convencido es que sería un reto muy atractivo para los profesionales de la comunicación, la mercadotecnia, la imagen pública y la publicidad, entre otras disciplinas.

 

Se convertiría, además, en punto de quiebre para el país.

 

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