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Inconsciencia energética y vandalismo climático

Trump finge ignorar que el dióxido de carbono generado en cualquier país tiene el mismo efecto en la concentración global y en la salud de todos. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

El viernes pasado, Donald Trump proclamó “octubre de 2018 como el Mes Nacional de la Conciencia Energética”, pero ¿qué significado tiene “Conciencia Energética” para un presidente como Trump?

De acuerdo con el comunicado de la Casa Blanca del viernes pasado, y con muchas de las ideas y medidas sobre energía que ha venido implementado la administración Trump, conciencia energética significa, palabras más palabras menos: seguridad energética, dominio de la energía para terminar con la dependencia hostil del extranjero y hacer de Estados Unidos el líder mundial en la materia.

Gracias a la reducción de cargas regulatorias en el sector energético que la administración Trump ha realizado, Estados Unidos en muy poco tiempo se ha convertido en el segundo productor de petróleo y carbón del mundo, y el primero en gas natural, y con ello en uno de los mayores exportadores de combustibles fósiles a nivel mundial. Vale decir que incluso sus ventas petroleras próximamente tendrán como destino a un exportador tradicional de petróleo: México.

Sin embargo, la desregulación energética de la era de Trump lleva aparejada la consolidación de Estados Unidos como el segundo emisor mundial de dióxido de carbono, después de su acérrimo rival China, quien le arrebató el poco honroso primer lugar en 2006.

Como si esto fuera poco, Trump afirma que Estados Unidos ha reducido 73% las emisiones de gas de efecto invernadero desde 1970. Ésta, como muchas otras, es una más de las afirmaciones de un presidente megalómano, quien deliberadamente omite que tan sólo las emisiones de CO2 de su país han aumentado 3% en el mismo periodo. Aún más, evita mencionar que, durante la administración de Barack Obama, Estados Unidos modificó a la baja la tendencia de las emisiones estadounidenses de CO2 que tanto afectan la atmosfera y que son causantes del cambio climático.

Ataques al medio ambiente

Cabe señalar que en los últimos dos meses, la administración Trump ha influido para echar abajo las regulaciones que la administración de Obama había implementado exitosamente para reducir los gases efecto invernadero y que él considera poco rentables.

El mes de agosto, la EPA anunció un plan para congelar algunas de las regulaciones federales más estrictas sobre la eficiencia del combustible para autos y camiones hasta 2026. La propuesta Trump argumentaba que obligar a fabricar automóviles que economicen combustible encarecería los vehículos nuevos, pero también reconoció que reducir los estándares aumentaría el consumo de combustible en aproximadamente medio millón de barriles de petróleo por día y aumentarían las emisiones de gases de efecto invernadero. Por supuesto imperaron las ganancias de combustible sobre el medio ambiente.

Otra de las propuestas de la EPA en agosto fue reemplazar el “Plan de Energía Limpia de 2015” (que no entró en vigor) por la regla “Energía Limpia Asequible”, que establece nuevos estándares de contaminación para las plantas de energía a base de carbón y que puede dejar ahorros al sector energético cercanos a los 400 millones de dólares anuales. Por supuesto, esta regla no tiene una pizca de “limpia” pues el carbón es el combustible fósil que más CO2 emite y el más dañino para la salud pública, además de ser normalmente más caro que el gas, no por algo desde la Cumbre de la Tierra en 1992 se buscó sustituirlo por gas o petróleo, y de eso hace 26 años. Hoy en día la idea es suplirlo por energía renovable para frenar el calentamiento global.

En septiembre, el Departamento del Interior renovó los requisitos de la Regla de Prevención de Residuos de 2016 para las empresas de petróleo y gas que operan en tierras federales y tribales, incluidos los límites sobre la cantidad de metano que se puede liberar y quemar. La Ley de Obama requería la captura de fugas, instalaciones de controles y un plan para reducir la liberación del metano, uno de los principales gases efecto invernadero. Sin embargo, para la administración de Trump, la Regla de Prevención de Residuos de 2018 significa un ahorro a la industria del petróleo y el gas estadounidense de 75 millones de dólares por año.

Un ataque más al medio ambiente en septiembre fue cuando la EPA anunció la propuesta de norma para “Protección del ozono estratosférico: revisiones de la extensión del programa de gestión de refrigerantes a los sustitutos” que de promulgarse cancelará las normas para evitar la filtración y la ventilación de los compuestos conocidos como hidrofluorocarbonos (HFC) de unidades de refrigeración y aire acondicionado que fueron puestas en marcha por Obama en noviembre 2016. Los HFC son otro potente gas efecto invernadero que incluso en pequeñas cantidades daña la atmósfera con la misma intensidad que el CO2.

Ante el escepticismo del presidente Trump con los resultados científicos sobre el cambio climático y en un intento por sensibilizar a la administración Trump, la Administración Nacional de Seguridad Vial elaboró un análisis que destaca que, aunque se mantengan las regulaciones de la era de Obama en Estados Unidos, las concentraciones de gases efecto invernadero provocarán un aumento de la temperatura global de la Tierra de 4º C en 2100 por encima de los niveles preindustriales, por lo que urge reducir las emisiones de CO2, invertir en innovación y adopción de tecnología para producir energía renovable y que la flota vehicular reduzca el uso de combustibles fósiles, todo para evitar ese drástico escenario.

No está de más decir que Trump, en una especie de batalla quijotesca contra el legado de Obama, está tirando por la borda lo que hizo su antecesor, y en una suerte de vandalismo ambiental está arrasando con lo mucho o poco que el grueso de la comunidad internacional ha avanzado en la transición hacia una producción de energía baja en CO2. Finge ignorar que el dióxido de carbono generado en cualquier país tiene el mismo efecto en la concentración global y, por consiguiente, en la salud de todos, incluyendo a los estadounidenses.

Refugiados: Deslindando responsabilidades

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