No sólo es curioso sino que alarma que la ofensa permanente de Andrés Manuel López Obrador a las mujeres, no parece importarle a nadie.
Y el caso más peculiar –y hasta hoy el más ofensivo-, es el de Delfina Gómez, candidata de Morena al gobierno del Estado de México.
¿Por qué?
Porque solo hace falta observar algunos de los spots y de los actos de campaña de Morena en el Estado de México, para confirmar que la señora Delfina Gómez, no es más que un títere al servicio de López Obrador.
En los spots de la promoción electoral de Morena en el Estado de México aparecen la señora Delfina Gómez y AMLO. El dueño de Morena es el único que habla, el que critica, propone y hasta se atreve a insultar. La candidata sólo asiente con la cabeza.
¿Dónde están los grupos y las voces defensoras de la dignidad de las mujeres? ¿Dónde están todas las mujeres que durante décadas han cuestionado que el PAN y el PRI no abren oportunidades político-electorales para las mujeres?
¿Dónde están los grupos, las feministas que se escandalizaron por el trato grosero, ofensivo, denigrante y misógino de Donald Trump hacia las mujeres?
Sin embargo, el de los spots es sólo un ejemplo. Acaso el mayor escándalo sea visible durante los mítines, en concentraciones en las que Delfina Gómez no es otra cosa que un objeto de ornato.
López Obrador la presenta, le regala algunos elogios, para luego convertirse en el verdadero candidato al gobierno del Estado de México.
Y es que AMLO critica “a la mafia del poder”, acusa a los medios, denuncia presuntas irregularidades y, al final enumera las propuestas de la candidata al gobierno.
¿Y Delfina?
Parece ciega, ausente, inexistente, incapaz de articular una idea. Es, en rigor, el más grosero ejemplo de las “juanitas” de la política mexicana.
Pero el problema no es el autoritarismo y la ofensa de AMLO a las mujeres. Tampoco la pasividad y el sometimiento al que se expone a Delfina Gómez.
No, el problema es el silencio de la sociedad entera; una sociedad de hipócritas que cuestionan el abuso político de las mujeres, siempre que no lo cometa López Obrador.
Y es que AMLO, igual que Trump, puede cometer los mayores abusos y esa sociedad de hipócritas se lo perdona.
¿Hasta cuándo?
Al tiempo.