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OPINIÓN

Huatulco, covid y la irresponsabilidad

Entre el naufragio de 60 personas, las playas llenas, y del cubrebocas de Hugo López-Gatell… nada más qué agregar. | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

En el primer día del año tuvimos noticia del naufragio de una embarcación en Puerto Vallarta con 60 vacacionistas a bordo.

Días antes, se supo de un joven que comenzó a tener problemas para respirar mientras paseaba por la playa, también de Puerto Vallarta. Estaba contagiado por covid y, aún sabiéndolo, se fue a pasarla bien.

Las imágenes reportadas en Acapulco, Cancún, Tulum, Los Cabos, entre otros puntos, mostraban también muchos bañistas en las playas.

Videos en Veracruz también exhibían calles repletas de paseantes, algunos con cubrebocas.

The New York Times alertó también el pasado fin de semana que, “huyendo del encierro, especialmente los estadounidenses, están acudiendo en masa a la Ciudad de México, algunos con la intención de quedarse un rato”.

Hacia el 20 de diciembre el mundo conoció de una nueva cepa del coronavirus en Reino Unido, que llevó a la Unión Europea a cerrar vuelos de ese país. México tenía otros datos y decidió que lo mejor era no hacer nada. Y no se actuó. Total, de todas maneras iba a llegar...

El pasado 4 de junio, el subsecretario Hugo López-Gatell afirmó que desde febrero habían hecho cálculos con base en la información de la pandemia surgida en Wuhan, y entonces habló de 6 mil, 8 mil, 12 mil 500, 30 mil y hasta 60 mil muertes por covid-19 en México, aunque dijo que esta última sería era el “escenario catastrófico”.

El 22 de agosto México alcanzó el escenario catastrófico de 60 mil 254 personas fallecidas por coronavirus.

Si nos había requerido 156 días para llegar a las primeras 60 mil defunciones por coronavirus, apenas pasaron 124 días más para que lográramos duplicar la cifra a 120 mil. El cierre del año fue de 125 mil.

El Instituto de Métricas y Evaluación de Salud (IHME) de la Universidad de Washington estima que para el 1 de abril las muertes por covid-19 en México serían 159 mil 919, pero sólo si la vacunación se acelera en los siguientes 90 días, de lo contrario, y si se reducen las medidas de prevención, el total se incrementaría a 166 mil 604 decesos.  

En febrero, Hugo López-Gatell declaraba que “el nuevo coronavirus se comporta como un virus de agresividad leve”, e instaba  a la población a quedarse en su casa si tenía síntomas leves y decía que sólo con paracetamol era posible recuperarse.

“El coronavirus nuevo 2019, como lo hemos dicho desde el inicio y sigue siendo vigente esta realidad, se comporta como una enfermedad respiratoria de moderada a baja gravedad. Es más leve que la influenza estacional, seguimos en la temporada de influenza, se va a acabar en el hemisferio norte hasta marzo o abril”, dijo en una de las conferencias.

En el libro “La historia oscura detrás de la pandemia. El baile de cifras de López-Gatell”, publicado por La Silla Rota, bajo la coordinación de Mariluz Roldán y este autor, se indica que en promedio el 10% de quienes han muerto por coronavirus en México fueron enviados a morir a sus casas, ya que aparecen en las bases de datos oficiales como pacientes ambulatorios, a pesar de que tenían comorbilidades que aumentaban su riesgo de complicaciones.

Ahí también se documentó cómo para junio el gobierno escondía las cifras de muertes. Mientras ellos hablaban de 18 mil, reportes del propio gobierno duplicaban esa cantidad.

Mientras todo eso ocurría, en el mundo comenzaron a agilizar la forma de contar con una vacuna. El empresario Carlos Slim dio varios pasos al frente y se le adelantó al gobierno con un plan.

Enseguida, el canciller Marcelo Ebrard echó la carne al asador y, apoyado en la subsecretaria Martha Delgado, negociaron con medio mundo para que México contara con vacunas.

Sin embargo, López-Gatell se convirtió en el dique. Ponía el pie, obstaculizaba, frenaba el avance de la vacuna.

Hasta el fin de semana habían llegado 53 mil vacunas, de las cuales solo se habían usado apenas la mitad, casi 25 mil. Entre el viernes y el domingo se dejó de vacunar al personal de salud... como si el virus se hubiese ido de vacaciones.

En el último día del año, el periodista Salvador García Soto dio una primicia en Twitter: Hugo López-Gatell fue fotografiado a bordo de un avión rumbo a Huatulco con el cubrebocas en la barbilla.

No sorprende. El subsecretario ha sido el principal vocero en contra del uso de cubrebocas.

Pero si nos asusta la irresponsabilidad de 60 paseantes en una pequeña embarcación, o las playas llenas, ya no queda nada más que agregar del caso Hugo López-Gatell.

Ojalá nos equivoquemos, pero todos aquellos que se fueron de fin de año y atiborraron las playas mexicanas volverán a la Ciudad de México que, como se documento, es una de las cinco entidades con hospitales llenos a tope, con la casi imposible tarea de comprar tanques de oxígeno.

Abróchense los cinturones.

Punto y aparte. El presidente López Obrador difundió un video el fin de semana. En los anaqueles detrás de él destacó el título de un libro: “Por qué fracasan los países”. Según una reseña de Camilo Quiroga, esa obra explica el daño que causa cuando “se concentra el poder en una élite reducida y se fijan pocos límites al ejercicio del poder. Podría decirse que es una situación que suena muy conocida en Latinoamérica. Como se mencionó, inevitablemente estas instituciones políticas fomentan instituciones económicas extractivas, ya sea fortaleciéndolas o creándolas. El principal objetivo de estas instituciones económicas extractivas es enriquecer a estos grupos que aglutinan el poder. Ellas tienen propiedades exactamente opuestas a las instituciones económicas inclusivas. Estas últimas hacen respetar los derechos de propiedad, crean igualdad de oportunidades y fomentan la inversión en habilidades y nuevas tecnologías”. Así que el que entendió, entendió.

Punto final. La galopante crisis económica, la pandemia por covid y las elecciones nos van a regalar un año de infarto.