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¿Qué historia se narrará del 2017?

Es el turno de las instituciones de demostrar nuestro compromiso y que estamos a la altura de la solidaridad de la población

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Escrito en OPINIÓN el

Nuestro marco de referencia para entender los sismos del mes pasado y sus consecuencias es 1985. El terremoto de ese año es para muchos un hito en nuestra marcha hacia a la transición democrática, es el despertar de la sociedad civil. Esto explica que las expectativas en los efectos de los desastres naturales del 7 y 19 de septiembre sean tan elevadas. Hoy, como en ese entonces, nos preguntamos: ¿cómo será diferente el México que sobrevivió al terremoto? Las comparaciones son inevitables y hay similitudes importantes. La principal es la gran solidaridad y entrega que demostraron los ciudadanos desde las primeras horas del desastre.

No obstante, el país que enfrentó el sismo el mes pasado es diferente al de 1985. Un elemento nuevo fue el uso masivo de internet mediante las redes sociales. Estas permitieron transmitir y corroborar información y, en consecuencia, mejorar la coordinación de la ayuda y los voluntarios. La ciudad también ha cambiado. Hoy, por ejemplo, las bicicletas son un medio de transporte más popular y contamos con infraestructura para su uso. Gracias a los ciclistas fue posible transportar algunos bienes y verificar rápidamente la información de las zonas afectadas. La ciudadanía que hoy enfrenta las consecuencias del terremoto no es la misma que hace 32 años. Actualmente existen múltiples organizaciones de la sociedad civil que están actuando para lograr una mejor reconstrucción y hacer rendir cuentas a las autoridades. Además, en 1985 no contábamos con leyes que establecieran los derechos de acceso a la información y la protección de datos personales, ni existía un organismo autónomo como el INAI para garantizarlos.  

Sin embargo, todavía enfrentamos retos importantes. Organizaciones de la sociedad civil, periodistas y la población en general han señalado la falta de información pública necesaria para que los afectados sepan cómo obtener ayuda, los ciudadanos tengan certeza de qué zonas aún son peligrosas y las autoridades rindan cuentas. De acuerdo con Data4, algunas páginas de gobierno no tienen activados sus vínculos, la información ha dejado de estar disponible o es difícil acceder a ella. Por ejemplo, el sitio de internet que contiene la información sobre los Directores Responsables de Obra, los encargados de certificar que los requisitos de seguridad se cumplan, no está funcionando adecuadamente. ¿Por qué la información se vuelve tan elusiva cuando más la necesitamos? En este contexto, su ausencia tiene consecuencias graves. La semana pasada, el ingeniero que avaló el Colegio Rébsamen se encontraba revisando escuelas para entregar dictámenes y que estas pudieran volver a clases. ¿Cómo pueden estar seguros los padres de mandar a la escuela a sus hijos si ocurren situaciones como esta? En algunos casos la población y los medios han hecho presión para solucionar la falta de información. Desde que ocurrió el sismo hubo reclamos para hacer público el Atlas de Riesgos de la Ciudad de México y, en respuesta a la demanda y la presión de la población, a partir del 6 de octubre, el Atlas ya puede ser consultado.

En medio de la incertidumbre postsismos, la información pública debe cumplir la función de dar certeza a la población. Certeza de que los fondos de reconstrucción serán ejercidos responsablemente y que los damnificados conocerán los trámites para recibir la ayuda que necesitan. Certeza de que sus hogares y espacios de trabajo son seguros. Certeza de que pueden estar tranquilos al enviar a sus hijos a la universidad o al kínder. Si las instituciones cumplimos con nuestra parte, estaremos preparados cuando nos volvamos a enfrentar a un evento similar. No sabemos exactamente el número de personas que murieron a causa del terremoto de 1985, pero algunos estiman que la cifra llegó a 20 mil, en el sismo de este año se han contabilizado 369 muertos, debemos aspirar a que en el próximo desastre natural existan menos vidas perdidas. La información pública permitirá a las autoridades comunicar qué acciones implementarán para que así sea y a la población tomar las precauciones necesarias, exigir que los códigos de construcción sean respetados y seguir protocolos de acción en caso de emergencia.

Las instituciones públicas debemos trabajar para asegurar que la información esté disponible y sea accesible para todos. Esta será necesaria no solo para gestionar adecuadamente el proceso de reconstrucción y asegurar que las víctimas puedan acceder a los recursos, sino para prevenir las consecuencias de este tipo de desastres en el futuro. No hay forma de predecir cuándo y en qué magnitud ocurrirá un sismo, pero la información nos permite tomar decisiones sobre el tipo de ciudades que tenemos que construir y las acciones que podemos llevar a cabo. Esta es la disyuntiva que lossismos nos plantean a la Ciudad de México, a Morelos, a Oaxaca, a Puebla, a Chiapas: después de los sismos, ¿qué ciudades construiremos? No reconstruiremos para volver a las viejas prácticas, el desafío es construir ciudades con nuevos hábitos: la colaboración, la transparencia, el control de la corrupción. Para lograrlo, el INAI propone 13 acciones para transparentar la reconstrucción nacional. ¿Se apropiará la población de ellas y del nuevo marco institucional de transparencia y protección de datos? Si lo hace, será posible que la historia de 1985 no se repita y que cuando nos enfrentemos a un desastre natural en el futuro se evite al máximo la pérdida de vidas humanas. En los primeros momentos del terremoto, los ciudadanos mostraron que son capaces de actuar con rapidez, solidaridad y capacidad de autogestión. Ahora es el turno de las instituciones de demostrar nuestro compromiso y que estamos a la altura de la solidaridad de la población y lo podemos hacer comprometiéndonos a realizar una #ReconstrucciónAbierta.

¿Qué historia se narrará del 2017?

@joelsas | @OpinionLSR | @lasillarota