La llamada “paridad de género” plasmada en la legislación electoral federal, ha sido el resultado de una enorme lucha social que ha obligado a los partidos políticos a través de sus legisladores, a integrar los cambios respectivos en la norma electoral para que dicha paridad se logre.
Sin embargo, las nuevas generaciones, más revolucionadas y activas en sus derechos no entienden por qué es necesario una regulación legal que dé cabida a derechos que, por naturaleza, deberían de cumplirse. ¿O acaso hay una distinción entre el sexo femenino y el masculino? Claro que no. Los hombres y las mujeres gozan de los mismos derechos.
El problema es que esta igualdad lógica y racional no ha sido tal. Apenas se cumplieron 64 años en que la mujer pudo ejercer su derecho al voto y desde entonces cada paso dado hacia la igualdad de los derechos de la mujer ha tenido un lento recorrer en muchos aspectos, incluyendo por supuesto la vía electoral.
Por ello, la paridad de género resulta difícil de comprender para las y los adolescentes de nuestra época. Las estudiantes de nivel medio superior y hasta superior, además que buscar posicionarse a través de los estudios en el campo laboral, se encuentran en una desventaja real con los jóvenes estudiantes quienes, según diversas estadísticas, consiguen empleo de manera más recurrente que las mujeres. Es así como diversas instituciones han concretado acciones afirmativas para hacer realidad dicha paridad. Ahí tenemos, por ejemplo, al Instituto Nacional Electoral (INE), que ha emitido convocatorias para la ocupación de plazas exclusivas para mujeres, buscando equilibrar en su estructura interna el número de trabajadores del sexo masculino con el femenino.
En política a pesar de lo establecido en la legislación electoral que ha obligado a los partidos políticos a registrar candidatos en un 50% hombres y un 50% mujeres, con algunas particularidades de la propia ley, la paridad no se ve reflejada en los congresos tanto federal como locales, así que dicha paridad no logra concretarse, por lo que aún hay terreno por avanzar.
Debemos luchar, cada quien desde su trinchera para que la paridad de género sea una realidad no sólo en el rubro electoral, sino en todos y cada uno de los aspectos que nos hacen vivir, convivir y desarrollarnos.
Sólo con una lucha y exigencia constante lograremos que hombres y mujeres nos veamos iguales, como lo que somos, seres humanos con los mismos derechos y obligaciones.
Con igualdad de derechos tendremos una mejor sociedad, más justa, más equilibrada y dejaremos un mejor país a las generaciones que vienen detrás, de lo contrario juzgarán y reclamarán con justa razón, lo que muchos aspiramos desde nuestro campo de acción.
En puerta están las campañas electorales rumbo a la elección del mes de julo del año que entra y sin duda alguna, será un buen termómetro para arribar a la paridad de género.