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¿Hacia un nuevo estilo de desarrollo?

El Plan de Desarrollo Integral para el triángulo del norte de Centroamérica. | María de los Ángeles Blandón Salinas*

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Escrito en OPINIÓN el

Al menos tenemos conocimiento que en los últimos años de la historia sobre las relaciones de cooperación internacional para el desarrollo en Centroamérica van muchos planes, proyectos, programas e iniciativas que han sido sumamente complejos ya que más allá de ser actividades solidarias en pro del bienestar social y económico muchos han formado parte del llamado ciclo de la cooperación[1] , hecho que se ha dado especialmente entre los donantes predominantes que pretenden mantener o conseguir un estatus quo relevante en el mundo de las relaciones internacionales.[2]

Por ello, cada vez que se aprueba una nueva iniciativa de cooperación, nacen nuevas interrogantes respecto a los intereses particulares sobre esos donantes y líderes de ciertos gobiernos políticos. Éste es el caso del Plan de Desarrollo Integral (PDI de CEPAL-MÉXICO) para el triángulo del norte (Honduras, El Salvador y Guatemala) de Centroamérica.

El Plan de Desarrollo Integral CEPAL–México o PDI (por sus siglas en español) es una propuesta que resultó del mandato de CEPAL-México firmado el 01 de diciembre de 2018 por los presidentes de El Salvador, Guatemala, Honduras y México.

Desde sus inicios el propósito fundamental del PDI era presentar recomendaciones para avanzar hacia un nuevo estilo de desarrollo y generar una nueva mirada sobre la complejidad de los procesos migratorios. Asimismo, incorporar un diagnóstico previo en el cual indicara que los motivos y causas estructurales de la migración que se sufre en la región Centroamérica es por: un crecimiento económico insuficiente, una abundante pobreza, un alto crecimiento demográfico en ciudades y gran rezago rural; así como fenómenos naturales inexplicables como sequías e inundaciones; sin dejar atrás los actos de violencia, inseguridad alimentaria en los lugares de origen; y la gran diferencia salarial que existe entre los países de Honduras, El Salvador y Guatemala con Estados Unidos, país que se ha convertido en el destino de la mayoría de las personas migrantes.

Al respecto, para la CEPAL este plan ha representado como su nombre dice el desarrollo integral basado en lo humano, sostenible, económico, que se concentra en estudiar desde una óptica positiva aspectos como: las causas estructurales de las intensas movilizaciones humanas, la inseguridad alimentaria, el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la subregión, el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, y el Pacto Mundial sobre los Refugiados (CEPAL, 2019).

Sin embargo, ¿para los habitantes del triángulo de Centroamérica que tan trascendental ha sido la firma de un “Plan de Desarrollo Integral”? A grandes rasgos diríamos que el PDI a nivel general contiene muchas recomendaciones que desde hace tiempo suelen hacerse a economías como las latinoamericanas, por un lado, se encuentra el incrementar la inversión en infraestructura; eliminar privilegios fiscales, fortalecer la administración tributaria; mejorar las instituciones e implementar políticas macroeconómicas anticíclicas. Por otro lado, contempla potenciar las remesas para que sean motores de inclusión productiva y desarrollo local; mayor integración y facilitación del comercio, con énfasis en energía, logística, infraestructura y digitalización regional.

Ahora, para los habitantes de esos 3 países todas esas recomendaciones no son nuevas noticias. De hecho, se han manifestados inconformidades respecto a proyectos más específicos como el proyecto titulado “sembrando vida”; cuya implementación se iniciaría en los 3 países centroamericanos con un financiamiento de 30 millones de dólares (casi 675 millones de pesos). Sin embargo, dicho proyecto a duras penas opera en el extranjero.

En ese sentido, lo anterior contribuye a entender la realidad sobre ¿Hacia qué nuevo estilo de desarrollo va la región del triángulo del norte de Centroamérica? a lo que diríamos primeramente que no todo proyecto es desarrollo sino más bien se hace necesario determinar primero una clasificación sobre el proyecto partiendo de un común denominador. Desde este punto de vista, existen dos grandes grupos de proyectos: Aquellos cuya característica común son acciones puntuales, que buscan suplir una carencia a nivel básico (salud y nutrición, fundamentalmente), derivada de problemas tales como: conflictos bélicos, catástrofes naturales, etc., y que ni pretenden una continuidad en el tiempo, ni erradicar las posibles causas que provocan esas carencias. Son por tanto una respuesta puramente coyuntural.

No obstante, existen otros proyectos de desarrollo, cuya finalidad, es estar encaminados a colectivos, generalmente marginados. El contenido varía en función de estos colectivos y del entorno donde estén situados. Son proyectos de duración variable. Su caracterización viene determinada por la importancia relativa que le den los actores involucrados a la acción en sí misma o a los objetivos de la misma.

Por tanto, en el caso específico del PDI podemos afirmar que aunque los tiempos de la imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador[3] y Nayib Bukele[4] abrazados y sonrientes con el mensaje de un nuevo tiempo de cooperación con Centroamérica por el momento han quedado en el pasado con la declaración de emergencia sanitaria por la covid-19; y que “sólo recientemente se encuentran en proceso de reactivación”.

Además, otra consideración importante que debe hacerse es que el desarrollo como tal no es un término unívoco. No todo el mundo entiende lo mismo por desarrollo, ni interpreta de igual forma las causas de la falta de desarrollo. Para el PDI el desarrollo es “un proceso propio de construcción de condiciones que necesariamente han de ser semejantes a las del Norte”, por ser uno de los principales donantes. Al respecto, esto ha perjudicado en gran manera la forma de su operatividad en el campo, lo cual ha impedido que los esfuerzos actuales de cooperación registren distintos grados de avance en cada uno de los países beneficiados, respondiendo a distintas necesidades y operando conforme a lo acordado con los países receptores en las mesas técnicas, por lo que las acciones se van construyendo en conjunto y de acuerdo con las necesidades del proyecto. Lamentablemente si se continúa así, el PDI sufrirá algunas variaciones en su ciclo de vida.

Sin embargo, aunque una de las cualidades valiosas que no podemos menospreciar del PDI, es la caracterización que ha hecho sobre el “no desarrollo” en el campo de ejecución, por ejemplo; los bajos niveles de ingreso de la población, así como los bajos niveles de participación en los procesos económicos, de nutrición y problemas de subalimentación. Crecimiento demográfico y gran proporción de población dependiente. Bajos niveles de escolarización y alfabetización. Acceso limitado a los medios sanitarios y de salubridad (agua potable, sanea- miento adecuado, etc.). Niveles altos de desempleo y subempleo. Gran dependencia de la producción agrícola y exportación de materias primas en el comercio mundial etc…

De esta manera, así es que se presenta actualmente el panorama para el PDI, lo que resta pensar es que el desarrollo debe de tener por objetivo favorecer lo humano (educación, salud, promoción efectiva de la mujer, alimentación, sostenibilidad del medio ambiente...), superar desigualdades y erradicar situaciones de pobreza, disminuir la dependencia de los pueblos, asegurar y ampliar los derechos humanos y consolidar la paz. Este proceso de desarrollo no puede imponer limitaciones al desarrollo de otras culturas, y debe basarse en la participación ciudadana y contribuir a aumentar el papel de la sociedad civil y los procesos participativos de ésta.

 

*María de los Ángeles Blandón Salinas. Licenciada en Derecho y R.I. por la Universidad Politécnica (UPOLI) y Universidad Católica Redemptoris Mater (UNICA) de la República de Nicaragua. Maestra de Cooperación Internacional para el Desarrollo impartida por el Instituto de Investigación Dr. José Luis Mora de la VIII generación. Actualmente forma parte del Doctorado en Estudios del Desarrollo impartido por el Instituto de Investigación Dr. José María Luis Mora de la ciudad de México bajo la tesis investigativa “Desarrollo Humano y Sostenible en el sector alimentario y migratorio del Plan de Desarrollo Integral CEPAL- MÉXICO para Centroamérica: El Corredor Seco de Guatemala, El Salvador y Honduras, 2018-2021.

 


[1] Conocido también como círculos diablos, en el cual los donantes en el Norte tienen que invertir su dinero durante un período definido y las ONG necesitan proyectos/trabajo para hacer frente a sus deberes económicos. Por tales motivos, se generan procesos, dependencias y sobre todo decisiones fuera del concepto del desarrollo sostenible. Con la consecuencia que el Norte intenta mejorar con otra vez más herramientas y administración – en lugar de acercarse a la causa: la participación teórica, una participación con poca intervención por el lado de la contraparte.

[2] La cooperación supone una herramienta eficaz en aquella política exterior que considere el equilibrio de intereses y de una potencia en el siglo XXI.

[3] Andrés Manuel López Obrador nació el 13 de noviembre de 1953 en Tepetitán, población del municipio de Macuspana, Tabasco; es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México (1973 – 1976). Inició su carrera política al apoyar la candidatura a senador del poeta tabasqueño Carlos Pellicer, por el estado de Tabasco. Asumió el cargo de presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos el 1º de diciembre de 2018, día en el que inició un cambio de régimen, la Cuarta Transformación de México.

[4] Es el actual presidente de la República de El Salvador desde el 1 de junio de 2019, sucediendo en dicho cargo a Salvador Sánchez Cerén.12 Anteriormente fue elegido alcalde de Nuevo Cuscatlán el 11 de marzo de 2012 y, posteriormente, de San Salvador el 1 de marzo de 2015, ambos cargos bajo la bandera del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.