La velocidad con la que la comunicación fluye, el acceso a material multimedia, las transmisiones en vivo, los videoblogs y un sin fin de herramientas digitales; han permitido a cualquier ciudadano en cualquier parte del mundo ser narrador de historias… pero, ¿este nuevo periodismo callejero es realmente periodismo?
El pasado 9 de abril, Debanhi Escobar desapareció, días después fue hallada muerta… las causas y líneas de investigación no son tema de esta columna y mucho menos responsabilidad de una periodista, son responsabilidad de las autoridades competentes.
Debanhi Escobar puso sobre la mesa muchos temas a discusión, desde las deficiencias en el sistema de procuración de justicia, los niveles de violencia (de muchos tipos) e inseguridad a las que estamos expuestas las mujeres a diario.
Sin embargo, también trajo otro tema a discusión, ¿hasta dónde un medio de comunicación, un periodista o un reportero debe “perseguir la nota”?
Está claro que las fiscalías de todo tipo, y con mayor medida las fiscalías especializadas en feminicidios están rebasadas, carentes de perspectiva de género y recursos económicos para atender los cientos de casos que tienen atorados, pero; no somos los periodistas quienes debemos “encontrar el hilo negro” y mucho menos señalar, acusar, elucubrar y crear teorías de la conspiración cuando de un homicidio se trata.
Encabezados de muchas partes, incluso de otras partes del mundo calificaban el actuar de las amistades de Debanhi, de sus padres, de su ropa, de su estilo de vida y de tantas tantas cosas que en absoluto tienen relevancia en la investigación de un posible feminicidio.
Lo más doloroso, es que muchos de esos comunicadores y sus empresas; ponderan más el rating, los likes, los clicks que informar de manera veraz, con respeto a los derechos de las víctimas, con dignidad y respeto.
Un titular como “Vidente predice lo ocurrido con Debanhi Escobar”
¿A quién beneficia?
¿A la fiscalía para deslindar responsabilidades, a los padres para obtener consuelo?
No, beneficia intereses mezquinos y reprobables, beneficia a la página de esta persona, beneficia sus ingresos por esta redacción y beneficia su equivocado sentido de informar.
La UNESCO sostiene que la información es un bien social, un bien público que tiene y debe que velar con la veracidad, los derechos, y la imparcialidad. Como periodistas debemos luchar y aferrarnos a estos preceptos.
Quien es periodista debe tener por principal ambición la defensa de la verdad y protección de quienes confían en nosotros para hablar.
Y quien no lo haga, no sirve para el periodismo.
“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”: Ryszard Kapuscinski.