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Guerra de Inteligencia Artificial

La IA es prioritaria para delinear el papel que jugarán los países en el orden internacional y para afianzar los cimientos de las potencias mundiales. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

A pesar de que Estados Unidos es uno de los principales desarrolladores y líderes internacionales de Inteligencia Artificial (IA), Donald Trump no quiere quedarse atrás y ambiciona garantizar a su país la batuta en una guerra en la que hoy en día China es el mejor posicionado a nivel global.

La respuesta de Trump a las críticas a las que se había hecho acreedor por la ausencia de una estrategia en la materia se dio el 11 de febrero pasado, fecha en la que Trump lanzó la Iniciativa sobre Inteligencia Artificial con la que busca mantener el liderazgo internacional de Estados Unidos en ese ámbito. Pese a que los detalles son vagos, el proyecto de Donald Trump gira en torno a cinco áreas: 1) el financiamiento en investigación y desarrollo por parte de agencias federales estadounidenses; 2) la disponibilidad de información y recursos de cómputo federales para los investigadores e industrias de IA; 3) el establecimiento de estándares para lograr que la IA sea segura y confiable; 4) la formación de una fuerza laboral; y 5) un supuesto compromiso con otros países, en el que sólo se hace énfasis en la protección de la tecnología ante adversarios extranjeros.

El proyecto de Trump en materia de IA parece a todas luces una respuesta a lo que está haciendo China, que hoy les lleva un par de años de ventaja a sus adversarios occidentales. Desde el 2017 China desplegó una política de IA que exige una gran inversión para convertirse en el líder mundial para 2030, en la que los propósitos explícitos son superar a sus rivales, incluido Estados Unidos, y erigir una industria de IA con un valor cercano a los 150 mil millones de dólares. En comparación con las políticas de IA del líder chino, la propuesta de Trump carece de una política detallada en ciencia y tecnología, un plan de financiamiento concreto y de una visión a largo plazo.

Respecto al presupuesto para la investigación y el desarrollo de IA, de acuerdo con la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) de Estados Unidos, que constituye el brazo científico del Pentágono, el gasto estadounidense para IA en los próximos cinco años será de 2 mil millones de dólares; mientras que China, con base en la información disponible, se sabe que tan sólo las ciudades de Shangai y Tiajin han comprometido una inversión de 15 mil millones cada una para el desarrollo de IA.

Si bien entre las principales motivaciones para realizar inversiones millonarias en IA se encuentra todo lo relacionado con las telecomunicaciones y la defensa, estas razones constituyen también una gran diferencia entre las estrategias estadounidense y china. Mientras que la administración de Xi Jinping delinea una visión nacional en la que incluye a empresas, gobierno y milicia, la administración de Donald Trump se centra únicamente en el Pentágono. Como antecedente a esta iniciativa del Ejecutivo, en enero pasado el Congreso de Estados Unidos accedió a establecer una Comisión Nacional de Seguridad en Inteligencia Artificial integrada por 15 miembros y que será presidida por el ex CEO de Google, Erick Schmith, quien asesorará sobre el tema al presidente y demás agencias estadounidenses.

IA es prioritaria

A fin de llenar las lagunas dejadas por la iniciativa de Trump, el Pentágono publicó el 12 de febrero la Estrategia de Inteligencia Artificial en la que se hace hincapié en la necesidad de acelerar el uso de los sistemas de IA en todo el ejército, desde operaciones de recopilación de inteligencia hasta la predicción de problemas de mantenimiento en aviones y barcos, al tiempo que exhorta a avanzar rápidamente antes que otros países eliminen la ventaja tecnológica de Estados Unidos.

A diferencia de la iniciativa de Trump, el Pentágono señala claramente que la prioridad es la investigación para dar batalla a China por el liderazgo en IA, pero también es enfático con Rusia, pues afirma que tanto chinos como rusos están invirtiendo cantidades significativas de recursos en IA con fines militares y han bloqueado iniciativas internacionales para prohibir sistemas de armas autónomos o “robots asesinos” que podrían conducir a la guerra sin intervención humana.

En términos generales el proyecto de IA de la administración de Donald Trump se centra en cuestiones inmediatas y no menciona la forma en la que Estados Unidos trabajará con otros países por separado o a nivel multilateral. Por otro lado, si bien es cierto que tanto la iniciativa de Trump como la Estrategia del Pentágono tienen como mantra la seguridad y la protección a las libertades civiles, la privacidad y la confidencialidad, el historial del gobierno de Trump de mantener su palabra para respetar y proteger las leyes de privacidad y derechos civiles, genera incertidumbre respecto las garantías éticas, legales y políticas que se le dará a la IA.

No hay duda de que el desarrollo y la adopción de la IA tiene el potencial de aumentar la seguridad y la productividad, y que se puede aprovechar en la medicina, la agricultura y en varios ámbitos. En el siglo XXI, la IA es prioritaria para delinear el papel que jugarán los países en el orden internacional y para afianzar los cimientos de las potencias mundiales. Sin embargo, debido a su falta de visión y recursos, es difícil pensar que los planes de Trump puedan asegurar el liderazgo estadounidense en la guerra por la supremacía en IA que ya se desarrolla con China. Al menos en el área de robótica, Estados Unidos ya está perdiendo.

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