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Gobernar perdiendo el tiempo

Ya es tiempo de ponerse a trabajar y no seguirse quejando. Que se limpie de corrupción al gobierno, sin permitir influyentismos ni impunidad. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador se quedó anclado en el pasado. No hay un solo día que no culpe a las anteriores administraciones del desorden que existe en el país.

Se le está yendo el tiempo en quejarse sin tomar acciones decididas de gobierno. Y el reloj de la historia transcurre, y lo que hoy vivimos ya es responsabilidad de AMLO.

“En materia de seguridad, heredamos un México muy descompuesto y maleado. Estamos atendiendo las causas de fondo que originaron el problema y trabajando todos los días para conseguir la paz”, se quejó recientemente.

Pero de la retórica a los hechos poco es lo que está haciendo para fomentar la confianza. Hay regiones letales en el país como Veracruz, Tamaulipas y ahora la Ciudad de México donde cada día mueren personas a manos de la delincuencia organizada. Pero todo ello, según el mandatario mexicano, es responsabilidad de quienes dejaron al país sumido en el fango del caos del que poco o casi nada se está haciendo para salir.

Responsabiliza al priísta Enrique Peña Nieto del desorden reciente y a los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, a quien en un intento por descalificar su lucha contra el narcotráfico, lo llamó el “Comandante Borolas”, en alusión al personaje televisivo de mangas grandes.

Sorprende la aseveración presidencial en el sentido de que el Estado dejará de criminalizar el consumo de drogas para transitar a un esquema de prevención. Se olvida o no quiere ver López Obrador que detrás de la venta e incentivo al consumo están poderosas bandas del crimen organizado.

No se sabe a ciencia cierta si es que el gobierno va a pactar, de manera soterrada, con los capos del narcotráfico para que le bajen de intensidad a sus rivalidades que están dejando a México como un destazadero.

La base es prevenir y crear oportunidades. Seguiremos en la búsqueda de una sociedad más fraterna y humana, comentó el presidente.

Aunque López Obrador asegura que existe una estrategia para atender las causas de la inseguridad y la violencia a partir del bienestar, en su propio Estado (Tabasco) bandas delincuenciales vienen operando a diestra y siniestra.

Pero la tendencia o instrucción presidencial es de no enfrentarlos.

Pareciera que el presidente quiere solucionar los problemas de la delincuencia con pañuelitos blancos y no enfrentando a las mafias que se han convertido en una especie de un estado dentro de otro estado con hombres bien armados, poderío económico y capacidad de fuego.

Debiera preocupar al gobierno el panorama actual y buscar fomentar una relación de confianza con todos los sectores del país para conseguir un real crecimiento en momentos en que las cifras les son adversas.

Es importante que el Estado asuma, realmente, su papel de promotor del desarrollo. En esa línea el gobernante ha expresado que tiene un plan que promueve la reactivación de la economía popular, captación de remesas, inversión de 300 mil millones de pesos en programas sociales, proyectos estratégicos, impulso al sector energético y fomento al comercio exterior.

Pero realmente la locomotora de la economía aún no se mueve. Hay despidos de empleados en varias entidades del país y cada vez es más difícil sostener la canasta básica. Hay una especie de precarización en la vida del mexicano.

Don Andrés Manuel, sin embargo, se ha enfocado en descalificar a sus críticos y asegura que en estos meses transcurridos de su administración se han sembrado 520 mil hectáreas de árboles frutales y maderables. Más de tres veces la superficie de la Ciudad de México. Con ello, según él, se da empleo permanente a 230 mil trabajadores rurales; se reforesta, se produce, se cuida la naturaleza, en fin, se siembra vida.

Debo discrepar del presidente en este último rubro. En abril pasado hubo incendios forestales en diversas partes de Chiapas y busqué la posibilidad de reforestar 14 hectáreas de un predio que fue devastado por el fuego. Sin embargo,  responsables en Chiapas de la Comisión Nacional Forestal, mediante engorrosos trámites, indicaron que eso sólo sería posible en el año 2020 a menos que yo hiciera un vivero propio y ellos me apoyarían con algunas plantitas de caulote y otras especies. La burocracia sigue matando cualquier intención.

No sólo en Chiapas sino en diversas partes de la República, la sociedad exige soluciones a los problemas. Urge realmente fortalecer la economía popular apoyando a los productores del campo y la ciudad, a microempresarios para, de esa forma, fomentar el empleo.

Por si este triste panorama fuera poco, los habitantes del sur, una de las regiones más olvidadas del país ven cada día una creciente ola de robos a manos de extranjeros que se quedaron acantonados en ciudades como Tapachula, Suchiate, Cacahoatán, Tuxtla Chico, Tuxtla Gutiérrez, Arriaga (Chiapas) o Villahermosa,

Tabasco.

“Nuestra estrategia es solucionar de fondo la migración atendiendo las causas con opciones de desarrollo en los lugares de origen”, dijo recientemente el presidente. Ello significa que hay que apoyar con dinero a países centroamericanos mientras millones de mexicanos no tienen ni para comer.

Volvemos a la expresión popular de que es un “candil de la calle y oscuridad de la casa”. Esas críticas al presidente le molestan demasiado, tanto, que ha ordenado que sus troles o bots echen andar la maquinaria contra quienes desde periódicos, portales de Internet o en las redes sociales les lanzan puyazos.

Pero en el tema migratorio, AMLO cree –y está bien- en la fraternidad universal, en la justicia sin fronteras y el humanismo y para ello ha anunciado la primera conferencia internacional de países donantes del Plan de Desarrollo Integral.

¿Y los campesinos o indígenas o gente pobre de las periferias de diversas ciudades que no tienen ni para comer, cuándo les llegará algo de ayuda? ¿A ellos cuándo?

Esto es similar a lo que pasa en muchos hogares donde algunos hombres van a las cantinas a despilfarrar sus pocos ingresos y en sus casas falta todo.

El gobierno tiene definidas tres prioridades de la política de desarrollo: bienestar del pueblo, recuperación del sector energético y seguridad pública. Estos objetivos incluyen la optimización del sector educativo y el de la salud. El presupuesto 2020 tiene que elaborarse con base en los ingresos a la Hacienda Pública, cortando de tajo la corrupción y a partir de un ejercicio austero.

Ya es tiempo de ponerse a trabajar y no seguirse quejando. Y que se cumpla la instrucción de limpiar de corrupción al gobierno, sin permitir influyentismos ni impunidad para nadie. Solamente así se construirá el futuro.