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OPINIÓN

General Ávila Medina; advertencia e intolerancia

El tema con el general Mauricio Ávila Medina sigue abierto. | Jorge Medellín

Escrito en OPINIÓN el

Las inconformidades al interior de las fuerzas armadas no son nuevas. Ocurren en todos los ejércitos del mundo, con sus características y coyunturas, con sus rasgos distintivos según el régimen y las condiciones políticas imperantes. En México las expresiones de inconformidad, de molestia, de abierta protesta, no son la excepción.

La pequeña gran diferencia es que ahora las redes sociales, las “benditas redes sociales”, y su emergencia como mecanismos de contrapeso, de catarsis y liberación de presiones o cuando menos como válvulas de escape, se han convertido en escenarios alternos o complementarios casi incontrolables para los gobiernos e instituciones afectadas.

Es el caso del actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, su estrategia de seguridad, su política de “abrazos y no balazos”, el desempeño de las fuerzas armadas en el sui generis combate al narco -cediendo territorios, iniciativa y capacidad de desplazamiento- y los excesos, desatenciones, abusos y olvidos hacia los militares activos y en retiro marcan una notoria diferencia.

En diciembre 1998 decenas de militares en el activo y algunos en retiro marcharon desde la Puerta de Los Leones, en Chapultepec, hacia Los Pinos, en protesta por abusos de sus superiores, del sistema de justicia militar, por los bajos sueldos y, en general, por una serie de atropellos cometidos en diversas áreas de la estructura castrense.

Se trataba del Comando Patriótico de Concientización del Pueblo (C.P.C.P.) que encabezó el Teniente Coronel Médico Cirujano, Hildegardo Bacilio Gómez, un militar activo en ese tiempo, de filiación izquierdista, ex admirador de Fidel Castro, seguidor del Che Guevara y que marchó al frente del grupo que enarbolaba por igual una bandera de México y un estandarte de la Virgen de Guadalupe.

Inmediatamente después de aquella manifestación, el teniente coronel pasó a la clandestinidad; se ocultó en moteles, en dos o tres casas de seguridad, dio entrevistas secretas a medios como La Jornada, Reforma y Proceso para exponer sus ideas, el malestar en las fuerzas armadas, la cadena de abusos y el manifiesto del CPCP, mientras sus integrantes eran detenidos por policías judiciales militares, aislados, sometidos a fuertes presiones y enviados a las tres prisiones militares en La Mojonera, Jalisco, Mazatlán, Sinaloa y Campo Militar 1-A.

Hildegardo Bacilio fue detenido y aislado de todo y de todos. La SEDENA le armó un voluminoso expediente para cuadrar diversos padecimientos o trastornos psiquiátricos y en esa ruta el medicó, lo trató y lo saturó de medicamentos para corregir su conducta. Eran los tiempos del presidente Ernesto Zedillo y del general Enrique Cervantes Aguirre al frente de la Secretaría.

Estuvo preso dos años y fue tratado como un enfermo mental. No soportó la presión y pidió el indulto, que le fue concedido ya en el sexenio de Vicente Fox, quien había ordenado previamente revisar el caso del teniente coronel. Hildegardo Bacilio Gómez es Gineco Obstetra, dueño del hospital HGB, que lleva sus iniciales y está en la zona de Satélite.

El HGB tiene una presentación con la semblanza del teniente coronel en la que se explica que “Por envidias o quizá por su espíritu liberal y su transparencia para decir las cosas, basado en la verdad y el valor, friccionó con sus superiores médicos que lo enfrascaron en un proceso militar basado en mentiras y venganzas y que, a pesar de demostrar su inocencia, fue privado de su libertad, de sus percepciones económicas, de su familia y de todos sus derechos civiles y militares.

“Durante este proceso militar injusto, encontrándose bajo fianza, descubrió que muchos de sus hermanos militares vivían bajo estas condiciones de injusticias y en total estado de indefensión y que, cada vez que se hacía del conocimiento de las más altas autoridades civiles y militares, crecía la represión hacia ellos y aumentaba la violación de sus derechos humanos básicos.

“Lo anterior motivó que de forma valiente y de cara a la nación, a plena luz del día y sin capuchas, este valiente y honesto Médico Militar encabezara una marcha de oficiales y tropas del Ejército Mexicano el 18 de diciembre de 1998, que marcharon sobre el Paseo de la Reforma para exigirle al Presidente Ernesto Zedillo y al Secretario de la Defensa Nacional Enrique Cervantes Aguirre, su respeto irrestricto a sus derechos humanos y garantías individuales y le manifestaron que antes de ser militares eran ciudadanos mexicanos y que deberían de gozar de todos los derechos que otorga la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

En octubre de 2014, otra manifestación de inconformidad militar organizada por una abogada civil que ha llevado casos de abusos contra militares -Ana Lucía Zavala- sorprendió a los capitalinos, al salir desde el Zócalo hacia Los Pinos con pancartas, mantas y varios microbuses en los que se colocaron mensajes y fotos en contra del general Salvador Cienfuegos Zepeda, entonces titular de la SEDENA, y del presidente Enrique Peña Nieto. La marcha del movimiento YoSoy26 protestaba por las acusaciones y procesos penales en contra de varios soldados señalados por cometer crímenes.

Luego de la marcha, que no tuvo mayores repercusiones, militares de alta graduación ya en el retiro, como el general de División Sergio Aponte Polito, se han pronunciado y escrito en contra del hoy presidente López Obrador señalando abiertamente que el mandatario “no tiene calidad moral para ser Jefe Supremo de las Fuerzas armadas” ("AMLO, sin calidad moral para ser Jefe Supremo de Fuerzas Armadas: Aponte" [noroeste.com.mx]).

Las críticas de Aponte, quien durante su carrera en el activo señaló constantes actos de corrupción o situaciones irregulares de los políticos y mandos policíacos en los estados a los que era enviado como comandante, se centraban en el doble discurso de AMLO quien como candidato presidencial descalificaba todo el tiempo al Ejército.

En octubre de 2019, ya con López Obrador como presidente, el general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, fue orador en el desayuno que cada año ofrece el secretario de la Defensa a los militares retirados. El divisionario leyó, a nombre de varios ex jefes militares, una carta en la que se señalaba el descontento por la manera en que el presidente perfilaba el manejo del país, por sus decisiones estratégicas y por su viraje político hacia la izquierda.

Nos preocupa el México de hoy, iniciaba el general su mensaje: “Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados. Pero es imposible olvidar las experiencias del pasado, porque en los eventos donde existió la unidad nacional, el país pudo ver sus aspiraciones satisfechas y se construyeron los objetivos nacionales.

“…En aquellos eventos donde dicho valor estuvo ausente, se perdieron territorio y soberanía, el pueblo resultó lastimado, la economía entró en crisis, y el país tuvo que emprender su recuperación, casi desde cero.

“…Actualmente vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran resentimiento”. “¿Quién aquí ignora que el alto mando enfrenta, desde lo institucional, a un grupo de “halcones” que podrían llevar a México al caos y a un verdadero estado fallido?”, advertía, entre otras cosas, el general Gaytán.

Lo sucedido con el general Mauricio Ávila Medina no es nuevo y tiene antecedentes muy claros y no resueltos. El citatorio de la Fiscalía General de Justicia Militar (FGJM) para que compareciera el 7 de julio en realidad fue resuelto horas después al decidir que no se procedería en su contra.

La SEDENA lo perdonó por una falta o varias, por un delito que no cometió o nunca fue aclarado. El mensaje queda ahí. La SEDENA no va a corregir su error, Es su as bajo la manga. El tema con el general Ávila sigue abierto y en espera de que otro militar se sume a las inconformidades para sofocarlas…por las buenas.