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En la crónica de estos tiempos y en el recuento de la desastrosa gestión de la pandemia, la figura de Hugo López-Gatell habrá de ser central. | Federico Berrueto

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Escrito en OPINIÓN el

En la crónica de estos tiempos y en el recuento de la desastrosa gestión de la pandemia, la figura de Hugo López-Gatell habrá de ser central. Su condena social y jurídica es inevitable, como también de quien le encumbró, protegió y empoderó, el presidente Andrés Manuel López Obrador. Es evidente que no reúne las más elementales aptitudes o capacidades para desempeñarse como autoridad, mucho menos en el manejo de una crisis tan compleja, demandante y humanamente costosa como contener el contagio. México es el peor país a partir de los datos, los únicos datos válidos: el número de contagios y la proporción de decesos respecto de quienes padecieron la covid. 

La misma estadística ha sido deliberada y calculadamente manipulada desde el inicio. Quien lejos está, pero muy lejos, de la ciencia y de la responsabilidad profesional en el ejercicio médico, invoca a modo supuestos criterios científicos para apoyar la postura de quien lo invistió de autoridad. No hacer pruebas suficientes o en números semejantes a otros países, despertar tempranamente falsa confianza sobre el potencial pernicioso de la covid sobre la salud, empeñarse en las hospitalizaciones y no en la prevención, engañar cotidianamente a la ciudadanía sobre el no soporte científico del uso del cubrebocas y otras omisiones criminales, dan para mucho. 

El presidente López Obrador no ha estado a la altura, de hecho, ha jugado un papel muy negativo y siempre al amparo de López-Gatell. Ahora, ante la evidencia del pésimo manejo, al presidente no le ha quedado otra que soportarle a pesar del mismo rechazo hasta del círculo cercano del presidente. Removerle es reconocer la culpa. En eso tiene razón. Como si lo que importara fueran las apariencias y no la realidad. De cualquier manera, la mentira sistemática y la propaganda manipuladora les ha dado resultado. La población percibe la gravedad de la situación, pero no la responsabilidad de las autoridades en el desastre y menos ahora cuando la población está agotada por una espera a la normalidad que lleva más allá de lo imaginable, de lo soportable.

Gatell puede salir a la luz pública y presumir que el presidente lo respalda. Seguramente es un tema hablado. También decir lo que no es cierto, que hay acuerdo con la jefa de gobierno de la Ciudad de México. Se confunde Gatell al decir que Sheinbaum es amiga de años. No es un tema de amistad, es de responsabilidad, y en Sheinbaum y en Ebrard ha habido mucho más cuidado y atención que en este demagogo soberbio, ignorante y de probada conducta criminal como es Gatell.

Al término de la pandemia el mundo y los países deberán emprender una evaluación científica, seria, profesional e independiente de la política convencional de lo que se hizo durante la pandemia. Se trata de aprender y también de que no prevalezca el olvido por quienes llevaron a la muerte a cientos de miles de personas, como sin duda fue el caso de México debido a López-Gatell y a quien le utilizó y le protegió. No a la impunidad.