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¿Ganso negro?

Prácticamente todos los asuntos señalados como controvertidos de la presente administración ya venían anunciándose desde antes de 2018. | Carlos Gastélum

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Escrito en OPINIÓN el

Durante los últimos dos años han surgido decisiones de política pública que parecían impredecibles, pero que luego resultaron más evidentes.

Nassim Taleb, quien elaboró la teoría del cisne negro, señala con esta metáfora a los eventos de alto impacto, difíciles de predecir y que se extravían de las expectativas en la ruta de la historia. Esos eventos, no obstante, se racionalizan en retrospectiva para explicar por qué ocurrieron. 

Algunos ejemplos que menciona van desde lo macro, como la caída de la Unión Soviética, hasta lo micro; como el cuento del pavo que, tras meses de ser bien tratado en engorda, se encuentra con el impredecible evento -para el animal- del sacrificio.

Taleb menciona también que, en muchas ocasiones, esos cisnes negros en realidad no lo son. Más bien son consecuencia de negar alternativas; pues el pasado, las creencias, o la tozudez  nos convencen de que algo no es posible que suceda. Una forma de ceguera autoinducida. 

Al iniciar la administración, fueron recurrentes las menciones sobre propuestas de gobierno que aparentaban ser difíciles de transitar. Estas terminarían, por algún supuesto efecto aséptico de la investidura, diluyéndose una vez sentados los ganadores en la institucionalidad del poder. En otras palabras: lo que sonaba como la bandera de un movimiento electoral, era inconcebible verlo como parte de un proyecto gubernamental. Après, le déluge.

Prácticamente todos los asuntos señalados como controvertidos de la presente administración ya venían anunciándose desde antes de 2018. Decisiones sobre aeropuertos, cambios en las transferencias gubernamentales,  o acciones legislativas sobre educación o energía, son apenas algunas menciones. Lo que dijo que iba a hacer, lo hizo.

Pese a los avisos, hay segmentos que se dicen sorprendidos y ven en estas decisiones parvadas de cisnes negros. No tanto porque fueran en sí impredecibles, sino porque la racionalidad de quien prefirió no verlos fue incompatible con la racionalidad de quien ejerce el poder. Una vez consumado el hecho, se mira hacia atrás diciendo: ‘ya lo había dicho’. Algunos otros -escépticos desde el inicio- dirán que se sienten sorprendidos de que haya sorprendidos.

Es claro que el actual gobierno no es de cisnes ni gansos negros. Lo dicho y hecho es consistente con el proyecto político del momento y con su protagonista. Cierto: cosas prometidas tuvieron rumbos distintos, y muchas metas se irán descartando. Sin embargo, todavía hay temas pendientes y aún quedan más de tres años.

Uno de esos pendientes es el cambio a las reglas fiscales. La promesa, el contexto y los actores iniciales ya entraron a escena. La promesa: hacerla en el tercer año de la administración. El contexto: la crisis económica y los retos de la hacienda pública. Los actores: el Grupo de Trabajo para la Transición Hacendaria que ya inició en la Cámara de Diputados.

Todavía falta ver los tiempos y los detalles, pero la reforma fiscal que viene no será un ganso negro.