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Fuga hacia adelante

A esta fuga le urge un nuevo o nuevos muertos que lleven a la sombra del olvido y alejen de la indignación la desaparición y posible muerte de los 43 normalistas.

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Escrito en OPINIÓN el

Lo que México ha vivido tras conocerse las presuntas responsabilidades y complicidades en Ayotzinapa es, en parte, una fuga hacia adelante.

 

Un grito, tan desesperado cuan mendaz de: ¡al ladrón, al ladrón!.

 

Una fuga que, ésta sí, es un verdadero complot para construir un escenario que libere de la carga de explicar y, en su caso, responder del amasijo de corrupción y colusión entre el poder y el crimen organizado en Guerrero. Específicamente, entre unos partidos políticos y un candidato perpetuo, con sus operadores en los gobiernos de Iguala y Cocula.

 

En esta fuga hacia el vacío, todo es propicio para llevar a la opinión pública hacia otros temas: toma de carreteras, secuestro de autobuses, cierre de aeropuertos, quema de transportes públicos, destrucción de la Puerta Mariana, la casa de la Sra. Peña Nieto, la exigencia de renuncia al presidente, una frase desafortunada y marginal del Procurador, el vestuario de la esposa del presidente, la destrucción de sedes de (sólo) algunos partidos y aprovechando el aquelarre, la demolición sistemática de pruebas documentales incriminantes (Contraloría, oficina de los programas sociales del gobierno del Estado y PRD en Chilpancingo, así como el Palacio Municipal en Iguala).

 

A esta fuga le urge un nuevo o nuevos muertos que lleven a la sombra del olvido y alejen de la indignación la desaparición y posible muerte de los 43 normalistas. De allí el nivel de violencia y su temeridad que se antojan desesperadas.

 

No es fortuito que la cabeza visible del vandalismo sean normalistas y maestros que -escudados en la noble causa de los muchachos desaparecidos- cobran así a México la osadía de la Reforma Educativa, como tampoco fue aleatoria la quema de la Secretaría de Educación Pública en Chilpancingo, donde se resguardaban los expedientes del magisterio en la entidad.

 

Por supuesto que en este coctel subversivo se concitan ovejas y chacales de toda estirpe; unas de buena fe, legítimamente crispadas e inocentemente manipuladas; otros con sus disímbolas y peligrosas agendas: De estos últimos, los peor de todos no son quienes siempre y abiertamente, así sea desde las catacumbas, han apostado por la vía de la guerrilla y ni siquiera la delincuencia organizada con su crueldad sin par; sino aquellos que bajo el credo democrático, el discurso pacifista y el financiamiento público no han cejado año tras año, elección tras elección, en socavar la vida civilizada, pacífica y democrática de los mexicanos. A su lado, con igual carga de cobardía y mendacidad, pronto saldrán a relucir intereses económicos, sindicales y políticos afectados por las recientes reformas.

 

Por otro lado, duele ver la facilidad con que los propios deudos se enganchan en tan deleznable estratagema; la ligereza con que supuestos analistas e intelectuales se suman a los ladridos del orquestador oculto; la ligereza de juicios y desmemorias; la manipulación de la indignación ciudadana.

 

Para nuestra desgracia, además, se han juntado el hambre con las ganas de comer. Las acciones abiertamente subversivas han encontrado en las autoridades un vacío insondable. El gabinete brilla por su ausencia, el gobierno por su pasmo y el pánico ante la obligación ineludible por la inacción.

 

A las autoridades de todos los niveles habrá que recordarles que sólo hay algo peor que el abuso del poder: el no uso del poder por quienes están constitucionalmente obligados a ello.

 

@LUISFARIASM