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Frustrada negociación

El gobierno del presidente norteamericano anunció que impondría un impuesto al acero y aluminio, cuya medida enrarece el ambiente político. | Rodolfo Aceves

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El gobierno del presidente norteamericano Donald Trump anunció que impondría un impuesto al acero y aluminio, del 25% y 10%, respectivamente, cuya medida enrarece el ambiente político, a propósito de las elecciones intermedias en ese país, previstas para noviembre de ese año y las elecciones presidenciales de julio próximo. De inmediato el gobierno mexicano impuso aranceles a diversos productos derivados del acero, como lámina caliente y fría, incluidos recubiertos y tubos diversos, así como lámparas, piernas y paletas de puerco, manzanas, uvas y ciertos quesos.

El impacto para el mercado mexicano consiste en el aumento proporcional a productos que utilizan acero o aluminio en su proceso de producción, como automóviles, alimentos enlatados, bebidas gaseosas y, en general, todo producto que requiera de uno de estos dos implementos para su conservación y distribución al mercado. Mientras tanto para Estados Unidos, es posible que estos sean los productos que más se comercializan con nuestro vecino país, de tal forma que el cálculo político de la Secretaría de Economía sea, prever un impacto económico entre los consumidores de dichos productos en ese país, en lo que hasta ahora el peso mexicano es el principal afectado con esta medida.

Pensamiento estratégico

Entre otros argumentos el gobierno norteamericano afirma que se trata de una medida de seguridad nacional, pero más que eso, parece existe un uso desmedido de un pensamiento estratégico, que no coincide con la realidad. El pensamiento estratégico es una forma de ideología que pretende sustentar los actos de Estado. Aquí subyacen los pensadores clásicos estratégicos, como Sun Tzu, Maquiavelo, Von Clausewitz, entre otros, que han arrojado luces a la ciencia política a lo largo del tiempo.

Por su contenido este pensamiento es texto obligado en escuelas de formación empresarial, pero los principios y postulados que ofrecen su contenido, puede ser que se encuentre lejos de coincidir con aplicaciones empresariales. El pensamiento empresarial que ha llevado al éxito económico a Donald Trump, no coincide con el pensamiento estratégico que podría invocar el presidente de los Estados Unidos.

El primero conlleva un modelo económico del capital, en el que convive con factores de producción con la finalidad de obtener un dividendo o ganancia económica al poseedor del capital; en el segundo se trata de la conjugación de factores políticos, sociales, militares y de seguridad y, por supuesto, económicos con miras a satisfacer necesidades de una sociedad. Es decir, los asuntos de Estado van más allá de los negocios de un particular.

Quizás por eso haya tenido un peso especifico en el ánimo de la Casa Blanca, las formas empresariales de pensamiento económico y que se impusieron al pensamiento estratégico de Estado y que parece que ha sido desplazado en las grandes decisiones de ese país, como la imposición de aranceles que tiene a Estados Unidos en conflicto comercial con México, Canadá y la Unión Europea, principalmente.

No solo eso, sino que en el fondo quizá esta sea una de las explicaciones a las diferencias que sostiene alguna parte de la clase empresarial, con el candidato Andrés Manuel López Obrador. La

La refundación del PRI

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