Main logo

Francia 2019: Mujeres dejando huella

El mundial femenil de futbol nos llama a reflexionar sobre los trasfondos de las desigualdades de género. | Fernanda Salazar

Por
Escrito en OPINIÓN el

Dice Leymah Gbowee, premio nobel de la paz y defensora de los derechos humanos de las mujeres, que no se puede dejar huella cuando se tiene que caminar de puntitas.

Históricamente se ha buscado asignar a las mujeres espacios en los que no sean demasiado vistas, en los que guarden compostura, en los que no se les tenga que escuchar demasiado. Levantar la voz, buscar reflectores, enojarse, indignarse, es, a la luz del patriarcado, propio de mujeres locas, histéricas o desubicadas. Por eso, a veces las estrategias individuales nos llevan a andar de puntitas. También por eso, las luchas tienen que ser colectivas.

Hace una semana concluyó el mundial femenil de fútbol. Tanto en Estados Unidos como en Holanda, países que disputaron la copa, se rompieron récords de audiencia televisiva; en el caso de Estados Unidos, con 20% más que la final masculina del pasado mundial de futbol y, en el caso de Holanda, ha sido el programa más visto desde que los hombres jugaron la semifinal en la copa del mundo. La BBC, por su parte, registró récords de audiencia en el partido de Inglaterra contra Estados Unidos, superando incluso la cifra de televidentes en el partido Tottenham vs Liverpool de la liga de campeones. En el caso de Brasil, el encuentro de su selección femenil contra la de Italia logró 46% de audiencia, muy cercano al 52% que tuvo el partido de selecciones masculinas entre Venezuela y Brasil de la copa América. La venta de boletos para los estadios fue igualmente exitosa en Francia, sede del evento.

Todas estas cifras reflejan más el esfuerzo de equipos técnicos y jugadoras que han apostado todo al desarrollo de su deporte, que grandes impulsos estructurales para visibilizar a las mujeres futbolistas. Tal es el caso de entrenadoras que financian a su selección. La evidencia más clara de la falta de apoyo estructural, es que la FIFA haya permitido que se programaran dos finales regionales el mismo día en que se jugó la final de un mundial de la especialidad. Más allá de las circunstancias que hayan derivado en eso, lo que queda claro es que la visibilización de las mujeres no es una prioridad para las autoridades deportivas, lo cual reduce sus posibilidades de conseguir más apoyos, patrocinios y plataformas de difusión.

La brecha salarial de la que tanto se ha hablado, es escandalosa, pues a diferencia de lo que muchos aficionados -sin perspectiva alguna de género- argumentan, las cifras económicas no reflejan de ninguna manera una diferencia en calidad deportiva, ni mucho menos en esfuerzo atlético. De acuerdo con la encuesta Global Sports Salaries Survey 2017, el sueldo de uno de los jugadores mejor pagados del mundo, como Neymar, equivale al de 1693 futbolistas mujeres de alto nivel de las ligas más importantes del mundo, entre ellas, las de la selección campeona (EU), Alemania, Francia, Inglaterra, Suecia, Australia y México. Se calcula que las jugadoras mejor pagadas del mundo, como Marta Vieira Da Silva (quien tiene récord de campeonatos mundiales) es de 500 mil dólares anuales y el de Alex Morgan (quien esta semana recibió el premio ESPN a mejor atleta femenina), es de 450 mil dólares anuales. Esto, frente a los 8,9 millones de dólares (brutos) al mes que recibe Lionel Messi como sueldo en el club Barcelona.[1]

Según un estudio del sindicato internacional de futbolistas, FIFPro, en el que fueron encuestadas 3 mil 300 futbolistas de élite de 33 países, incluídos países desarrollados como Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y Suecia, 49% de las jugadoras no perciben ni un solo euro por jugar; solamente 1% gana más de 6 mil 400 euros al mes y 87% de las jugadoras dejan su carrera antes de los 25 años por falta de ingreso.

Desde luego, esto sucede en muchos deportes y las brechas entre países son significativas, sin embargo, la diferencia de lo que sucede en el futbol femenil y varonil no se puede explicar deportivamente cuando hablamos de las mejores jugadoras y jugadores del mundo. Estas brechas, estás consistentemente presentes entre las ramas femeniles y varoniles de prácticamente todos los deportes del mundo y no es casualidad.

El mundial femenil de futbol nos llama a reflexionar sobre los trasfondos de las desigualdades de género que fácilmente aceptamos justificar con argumentos falaces, poco reflexivos sobre la manera en que está construido el sistema económico y las relaciones de poder y económicas en las que todas, incluyendo las atletas, estamos inmersas.

Los comentarios despectivos e incluso discriminadores contra las jugadoras, por sus preferencias sexuales e incluso por actitudes que, a juicio de personas machistas no corresponden con los estereotipos de lo que deben ser las mujeres, prueban que nada nos ha sido ni nos será regalado y, por eso, hay que disfrutar aún más del carácter poderoso de mujeres como Rapinoe y muchas otras que estuvieron en el campo pateando, defendiendo, atacando, sudando, golpéandose, llorando y festejando. Todas ellas, sin importar su resultado individual, han llevado al mundo un mensaje: las mujeres, en ningún ámbito y en ningún campo nos haremos a un lado ni caminaremos de puntitas; venimos a dejar huella.

[1] Cifras disponibles de mujeres al 2017 y de hombres al 2019.