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¿Feliz Navidad?

Los trabajadores de salud que atienden la pandemia necesitan mucho más que aplau-sos, homenajes y agradecimientos. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

Esta Navidad será una de las más tristes para millones de familias. La pandemia por covid-19 trajo este año enfermedad y muerte; desempleo y pérdida del poder adquisitivo; más violencia contra las mujeres, niñas, niños y personas vulnerables; nuevos conflictos políticos y el cierre de miles de empresas; miedo e incertidumbre.

Uno de los sectores más duramente afectados fue el del personal de salud, de manera particular quienes atienden a las y los enfermos por covid-19 en los hospitales públicos y privados. La mayoría no pasará esta noche con sus familias. Estará trabajando intensamente, tanto o más que en cualquier otro día.

La Dra. María Luisa Soriano, directora del Hospital General de Zona 71 del IMSS en Chalco, Estado de México, sintetizó así la difícil situación que están viviendo: “El personal médico no sólo tiene marcas en la piel por el uso del equipo de protección. También tiene marcas en el alma por los seres que hemos perdido por este virus. Estamos exponiendo la salud y la vida”.

Por si no lo leíste: Personal médico ha trabajado más de mil 300 horas salvando vidas.

A diez meses de que se detectó en México el primer caso de coronavirus, todas las proyecciones estadísticas se rebasaron. Sin embargo, casi no se habla del fuerte impacto que el virus ha provocado en el personal de salud. Por donde se vea, las cifras no solo son lamentables. Son indignantes.

De acuerdo con las cifras oficiales más recientes, ya son más de 170 mil contagios. Más de 36 mil casos sospechosos acumulados. El número de trabajadoras y trabajadores contagiados representan casi el 8.5% de los casos activos en el país; la mayoría son mujeres. Y lo que es peor: casi 2 mil 300 defunciones confirmadas. Más de 200 defunciones sospechosas. Los números son trágicos e inaceptables.

Consulta: Covid-19 México. Personal de Salud, 14 de Diciembre de 2020.

Detrás de todos los casos hay historias personales que no debemos olvidar. Unas, que se han documentado por la falta de recursos para cumplir con su trabajo. Otras, por el agotamiento que les provocó el enorme esfuerzo que realizaron para salvar las vidas de quienes enfermaron gravemente.

Casi todas y todos quienes atienden desde hace 10 meses a los enfermos por covid-19 pasarán la noche de navidad trabajando intensamente, muchos de ellos cansados, con ansiedad, depresión y miedo.

No hay duda de que el gobierno en sus tres niveles ha promovido diversas acciones para apoyarlos y resolver las necesidades más apremiantes que tienen. Pero ante el crecimiento de la pandemia, su condición de vulnerabilidad no mejora lo suficiente; tampoco su frustración al ver que, a pesar de su labor, muchos de sus pacientes seguirán muriendo.

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Los gobiernos y la sociedad en general han reconocido la importante aportación que han realizado las y los trabajadores del sector salud desde que comenzó la pandemia. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en otros países, aquí los aplausos, reconocimientos a su trabajo, homenajes y agradecimientos públicos han sido casi imperceptibles.

Tampoco fueron prioritarios en las estrategias de comunicación. Y solo se ha recurrido a ellas y ellos cuando necesitan su imagen para que la población tome mayor conciencia en los momentos más delicados.

Recordemos que durante abril y mayo pasados, no fueron pocos quienes se convirtieron en víctimas de agresiones absurdas e injustificadas. Por fortuna, esta situación se ha superado. Hoy, el personal de salud necesita apoyo y descanso. Qué bueno que sigan las contrataciones y que de otras entidades viajen para apoyar a los hospitales en donde no se dan abasto. También es conveniente que su promueva una remuneración justa por su trabajo.

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Desafortunadamente, un número importante de las y los trabajadores de salud no pasarán una feliz Navidad. Tampoco será feliz su noche de Año Nuevo. A pesar de esta dura realidad, lo que sí pueden y deben hacer las autoridades es comunicar de mejor manera la necesidad de que todas y todos seamos corresponsables en la tarea de poner freno al crecimiento de la pandemia.

La cuesta de enero de 2021 será una de las peores que hayamos vivido en las últimas décadas. Serán millones de personas quienes enfrentarán uno de los momentos más difíciles de sus vidas, ya sea por sus condiciones de pobreza, marginación o desventaja.

No olvidemos que también será una etapa muy dura para quienes tendrán que atender a las miles de personas que se contagiarán durante este período de fiestas y celebraciones. Todavía se puede hacer mucho para que los efectos de esta situación de crisis no sean tan drásticos.

Exijamos a los gobiernos que cumplan con sus funciones, pero entendamos que no será suficiente. Si queremos realmente acelerar la solución, cada uno tendremos que actuar con la responsabilidad, disciplina y compromiso que nos piden las y los trabajadores de la salud.

Recomendación editorial: Juan Pablo Belair (editor). Responsabilidad social. Un imperativo ético para una sociedad global. Cátedra Raúl Bitrán Nachari, Chile, Universidad de la Serena, 2010.