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Falta poco

Llegado el primero de diciembre, gane quien gane, regresaremos a la terrible realidad de un país hecho jirones y un mundo convulsionado. | Luis Farías Mackey

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Escrito en OPINIÓN el

Nos adentramos a la etapa final de la elección, luego solo quedará el postelectoral, donde volveremos a medir la madurez o las taras de nuestra democracia. Las campañas han transitado de lo soso a lo aburrido, llenas de lugares comunes, juegos de luces publicitarias y desencuentros dignos de manicomio. Los candidatos hablan, pero no conectan, el más avezado de ellos, tras 18 años en campaña, vive en la burbuja del templete donde se transforma en un pontífice burlón y perdonavidas, cuando no en dedo flamígero y azote del mal. Fuera del templete su desempeño deja mucho que desear no en términos de edad, como lo han querido hacer creer sus defensores, sino de salud.

El segundo en las encuestas se desdibuja a grado tal que pasará a los anales de la campaña por sus dotes musicales, sus power points copiados y un evento a todas luces armado a su favor en la Universidad Iberoamericana. Tres horas y media antes de su encuentro el auditorio estaba a reventar, pero no crea usted que por estudiantes ávidos de oír al peloncito, sino de seguidores panistas llevados exprofeso a evitar cualquier trago amargo de su candidato.

Sus Sanchos Panzas perredistas y del “tarara” nomás no se ven por ningún lado, y su coordinador de campaña hace las veces de vocero de Peña y López Obrador al llamar al voto útil desde un principio y asegurar un pacto ganador entre ellos dos.

Meade hace su mejor esfuerzo sin ser suficiente. Se dice que la maquinaria del PRI se reconstruye a marchas forzadas después del desmantelamiento de que fue objeto por un aprendiz de brujo metido a presidente de partido. El desprestigio que asumió como suyo en la campaña y los cadáveres que se escapan de los closets del gobierno todas las semanas son una lápida difícil de horadar, más de abajo para arriba.

Hablando de presidentes

Peña insiste en sostener a quien le pregunta que él se distingue por ganar elecciones, y nadie lo duda, la elección de López Obrador va viento en popa desde que asumió el poder hace cinco años.

Las encuestas, por su lado, han logrado nuestra saturación y desconfianza. Añoramos llegue el silencio de la veda previo a la elección.

La próxima semana es la de matar o morir, el tercer debate será definitorio, toda vez que tras de él llega el Mundial y las elecciones pasarán a un último término. Así de grave es su descrédito. Mismo que, creo, habrá de ahondarse tras las votaciones y la implantación de la guerra postelectoral, tan afín y cómoda para las burocracias partidistas y sus clientelas.

Llegado el primero de diciembre, gane quien gane, regresaremos a la terrible realidad de un país hecho jirones y un mundo convulsionado. El presidente entrante llegará con un bono de corta vida y los cobros del electorerismo asistencial pronto se convertirán en reclamos.

Lo que quede de los partidos no servirá más que de ejemplo de lo que no se debe de hacer; todo el sistema electoral tendrá que ser revisado desde cero. El INE vive los estertores de su obesidad y protagonismo. El cuotismo, espero, debe llegar a su fin.

Ya falta poco.

INE, ¿otra filtración?

@LUISFARIASM  | @OpinionLSR | @lasillarota