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Evelia. El costo de la defensa del medio ambiente

Evelia añora su tierra y teme por su seguridad. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

#SinContaminaciónDelAire fue el hashtag que se posicionó el pasado 5 de junio con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, a fin de concientizar a la sociedad sobre las consecuencias de que el aire esté contaminado, su impacto en la salud de cada persona y en los sistemas de salud pública, derivado del incremento de personas que acuden a solicitar servicio por malestares asociados a la precariedad del aire que se respira.

En esta ocasión, la efeméride, que desde 1974 se conmemora a escala global, ayudó a posicionar el derecho humano al aire limpio, protegido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y establecido como uno de los Objetivo de Desarrollo Sostenible para alcanzar la paz y la prosperidad.

Por lo tanto, más de 155 Estados, entre ellos México, están legalmente obligados a respetar, proteger y cumplir el derecho a un ambiente saludable.

Entre las causas de contaminación del aire identificadas están la agricultura, por los desperdicios generados por el ganado y la quema de residuos agrícolas; el transporte, debido a la combustión de diésel y gasolina; la quema de residuos a cielo abierto; la quema de madera y combustibles fósiles o basados en biomasa para cocinar, calentar o iluminar los más de  tres mil millones de hogares que carecen de iluminación eléctrica alrededor del mundo, y la industria, mediante la quema de carbón y diésel, y el uso de solventes en las industrias químicas y mineras.

De esto último, Evelia Bahena ha sido testigo a lo largo de casi toda su vida. Nativa de Guerrero, cuya infancia transcurrió entre Iguala y Cocula, lugares situados en el imaginario colectivo global a partir de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos el 26 de septiembre de 2014, pero donde, desde hace muchos años, han existido molestias por parte de la colectividad ante la excesiva y frenética extracción minera de oro.

Desde niña, Evelia recuerda, que su padre, uno de los pocos hablantes de inglés en la zona, quien lo aprendió cuando se fue a trabajar a Estados Unidos, era el intermediario entre los pobladores y mineras canadienses. Dándose cuenta que a la minera poco le importaba la gente.

Las circunstancias de la vida, entre ellas darse cuenta que los niñas y niñas de esta zona de Guerrero nacían con problemas de salud y malformaciones, se incrementaron las cifras de abortos espontáneos y la gente tenía manchas en la piel motivaron a Evelia a seguir la recomendaciones que había escuchado de activistas a favor del medio ambiente de otras zonas del país, aprendidas de la curiosidad de cuestionar al mundo circundante, entre ellos el personal, pues había padecido situaciones de violencia al interior de su hogar con su pareja, hasta que decidió dejar atrás esa realidad.

De esta manera, en conjunto con su padre, vecinos y conocidos, hicieron frente a Media Luna, una empresa de extracción minera, subsidiaria de Torex Gold Resources, para que esta detuviera su producción y para que no se abusara de los ejidatarios de la zona, pagando precios risibles por la renta de sus tierras o buscando expulsarles de ellas.

Sin embargo, en 2015, tras ser seguida en la calle por un hombre desconocido, quien le aseguro que “le iban a partir su madre” y que “todo iba a valer”, además de indicarle que cada integrante de su familia estaba siendo vigilado, Evelia tuvo que huir a la Ciudad de México para salvaguardarse a ella y a su familia.

A la distancia, revela que aún añora su tierra y teme por su seguridad. Por lo pronto, su historia ha quedado plasmada en el libro Evelia. Testimonio de Guerrero, de Alejandro Pedregal (Akal, 2018), como un aliciente a que no se permitan abusos por parte de empresas y gobiernos, pues sabe que la minera actuaba al amparo de las autoridades, y para  contribuir a la construcción de un mejor porvenir.

La fenominalidad del otro

@leonardobastida | @OpinionLSR | @lasillarota