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¡Escuchen al mensajero!

Las autoridades no pueden seguir permitiendo impunidad en la violación a los derechos humanos en México.

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Escrito en OPINIÓN el

Durante su visita a México, Zeid Ra´ad Al Hussein, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dejó una serie de mensajes que no podemos darnos el lujo de ignorar como país. Evadir sus recomendaciones sería muy irresponsable ante la crisis de Impunidad, violencia e inseguridad que enfrenta México y que se combina con una profunda degeneración política e institucional.

 

Sobre el rechazo del gobierno mexicano a aceptar los cuestionamientos sobre violaciones graves a los derechos humanos, emitidos a lo largo de este año por organismos internacionales especializados, sea el relator especial de la ONU para la Tortura, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) o el Grupo Interdisciplinar de Expertos Independientes (GIEI), el Alto Comisionado señaló: “Mi mensaje sobre esta reciente y preocupante tendencia, que se contrapone al papel constructivo de México en el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra, es el siguiente: En lugar de matar al mensajero enfoquémonos en el mensaje”.

 

Hay varios elementos a destacar en esta advertencia. En primer lugar, la comunidad internacional se muestra crecientemente preocupada por la actitud de las autoridades mexicanas ante voces que señalan lo evidente: En México las violaciones graves a los derechos humanos son práctica común.

 

En segundo lugar, evidencia la flagrante contradicción de un Estado que promueve en foros internacionales el respeto a los derechos humanos, pero que al interior rechaza ser sujeto al escrutinio de la comunidad internacional.  Esquizofrenia política, más bien franca hipocresía, en un país que de hecho ha incorporado el respeto, la protección y la promoción de los derechos humanos a sus principios constitucionales de política exterior.

 

En tercer lugar, más que asumir una posición defensiva ante los cuestionamientos y atacar al mensajero, el gobierno tiene que escuchar el mensaje y actuar en consecuencia: Las autoridades no pueden seguir permitiendo impunidad en la violación a los derechos humanos en México, porque esto implica una violación a los compromisos internacionales suscritos por nuestro país y porque agrava la crisis de violencia e inseguridad que enfrentamos.

 

Si en la comunidad internacional nadie tomó en serio que el gobierno se haya exonerado a sí mismo ante los escándalos relacionados con conflictos de interés, mucho menos aceptará la auto exoneración ante violaciones a los derechos humanos. Los discursos que en términos abstractos enaltecen la importancia derechos humanos, como ante la Asamblea General de la ONU, no sirven para limpiar cara y revertir el deterioro internacional de la imagen nacional, cuando se cometen violaciones graves a los derechos humanos y la impunidad alcanza grados inadmisibles. Y esto es algo que el gobierno que no ha entendido nada debe comenzar a entender.

 

La crítica del Alto Comisionado hacia las instituciones mexicanas es puntual: “La nación necesita y quiere un gobierno que reforme radicalmente la política, haga funcionar la justicia, aplaste el índice de criminalidad y encarcele a los delincuentes, que regrese el Ejército a los cuarteles, proteja a las mujeres marginadas y trabaje duro para reducir la violencia contra las mujeres”.

 

En otras palabras, enfrentar la crisis de inseguridad y violencia que sufre nuestro país, pasa necesariamente por transformar la forma en que se hace política en México, reformar profundamente nuestras instituciones, así como acotar y transparentar los intereses de los partidos. En medio de muy preocupantes síntomas de regresión hacia los peores vicios de nuestro pasado político, las palabras del Alto Comisionado representan una bocanada de aire fresco.

 

Un tercer mensaje del Alto Comisionado que me parece de vital importancia: “Todos estamos de su lado. Todos queremos ayudar a México. Ignorar lo que está ocurriendo en

este país, no es una opción para nosotros y no debe ser una opción para los políticos que la población mexicana ha elegido y los representantes del Estado, cuya responsabilidad es proteger a los ciudadanos de este país, así como a los migrantes y refugiados en su territorio”.

 

Nuestro país no puede ignorar o indignarse por las recomendaciones y la ayuda que se derivan de instrumentos internacionales, que de hecho y en forma destacada, contribuimos a crear. Más que ofenderse por lo que organismos internacionales señalan, nuestras autoridades tendrían que ocuparse en cumplir su obligación de proteger la vida, integridad y patrimonio de los ciudadanos y de asumir su responsabilidad ante su participación u omisión ante violaciones graves a los derechos humanos.

 

Samuel Johnson advertía que el patriotismo suele ser el último refugio de los canallas. En este sentido, la soberanía no puede convertirse en el pretexto para evadir el respeto a los derechos humanos y la rendición de cuentas de autoridades nacionales ante la comunidad internacional. Más que condenar las voces externas que nos critican, tenemos que escuchar con atención al mensajero y comenzar a atender sus recomendaciones.

 

@ja_leclercq