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“Escrito para no morir”, testimonio de una guerrillera colombiana

“Escrito para no morir” es un libro por demás recomendable para acercarse al pasado reciente de nuestras sociedades. | Cuitlahuac Alfonso Galaviz Miranda

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Escrito en OPINIÓN el

María Eugenia Vásquez Perdomo fue militante del Movimiento 19 de abril (guerrilla colombiana creada en 1970 y que se convirtió en partido político en 1990). Vásquez dedicó más de 18 años a la militancia guerrillera. En el año 2000 publicó parte de su testimonio al respecto en “Escrito para no morir. Bitácora de una militancia” (Bogotá: Ministerio de Cultura)1, libro publicado gracias a que en 1998 ganó el  Premio Nacional de Cultura en Colombia en la modalidad de Testimonio.

El texto de Vásquez es apreciable en varios sentidos. Además de brindar testimonios de primera mano sobre el pasado guerrillero en Colombia (un país donde la violencia política fue y sigue siendo especialmente importante), la autora reflexiona sobre cómo escribir su testimonio le generó emociones diversas y contradictorias: 

“Aquél fue un período de mucha exaltación, porque con la alegría de revivir momentos intensos también se hacían presentes la añoranza y la ausencia. La mitad de mis recuerdos terminaban en llanto: hacia 1989, ya eran muchos los muertos y desaparecidos de nuestro movimiento. Mi pasado se parecía a los caminos del país, donde una o varias cruces en cada recodo dejan constancia de la muerte” (p. 16).

Por un lado, al escribir recordaba momentos alegres que le generaban sonrisas; por el otro, regresaban las tristezas de las ausencias y de las muertes. Por ello, escribir fue una suerte de catarsis y tuvo un efecto terapéutico. Vásquez fue fundadora y formó parte de la dirección nacional de la organización. Era una guerrillera profesional de tiempo completo. Como mencioné, dedicó más de 18 años de su vida a militar en el M-19. Por lo que, al dejar su militancia,

“La vida parecía vacía, insípida y superficial sin una misión clara. En la medida en que escribía aparecían trazos tenues de una identidad que de tanto repasarlos se ponían de relieve. El escrito y yo nos influimos mutuamente, nos afectamos siempre. Gracias a este ejercicio, encontré sentidos y explicaciones antes invisibles. Supe que la vida tiene razones y sinrazones y que no vale la pena juzgar, sino entender. Pero lo más importante fue que pude encontrar en mi pasado la fuerza de una identidad que me sacó de la nostalgia” (p. 17). 

De ahí el título principal de la obra: “Escrito para no morir”. De manera destacada, la misma autora señala que la memoria no es un ejercicio neutral u “objetivo”. En ese sentido, reconoce que su obra es “una construcción donde lo relevante no es reproducir exactamente los hechos, sino […] encontrar el significado del trabajo de la memoria como un campo en renovación y construcción continua, controlado por la voluntad humana” (p. 20). Para Vásquez, “la memoria está viva” (p. 20) y el proceso de recordar está influenciado también por las ausencias, los olvidos selectivos. 

En su valioso testimonio, la autora señala lo siguiente: “para nuestro comando [guerrillero], los cerros bogotanos fueron como una Sierra Maestra. Durante los entrenamientos, recorrimos una y otra vez su topografía, esperanzados en repetir para el país una historia revolucionaria como la cubana” (p. 92).

Hay un amplio consenso, tanto en militantes como en analistas, que considera el triunfo de la Revolución Cubana (1959) como una buena coyuntura para señalar el inicio de las amplias movilizaciones sociales de los sesenta y setenta en América Latina. Ciertamente, en los años posteriores, la aspiración de cambios sociales radicales se volvió especialmente generalizada en la región y Cuba solía ser una fuente de ejemplo y apoyo material.

Pero, al mismo tiempo, hay que tener cuidado con reducir las protestas y movilizaciones sociales en la América Latina de esos años únicamente a una consecuencia de la “efervescencia ideológica por el triunfo revolucionario en Cuba, explicación esencialista y continua en muchas investigaciones sobre la guerrilla y sus orígenes” (De los Ríos, 2014: 346). Cuba fue muy importante para la rebeldía social de la época, pero también lo fueron los contextos de cada experiencia, así como la historia de vida de cada activista o militante. Ese es el caso del M-19 y de María Eugenia Vásquez. Por ejemplo, el proceso mediante el cual la organización dejó las armas respondió al contexto político colombiano:

“En enero de 1989, el M-19 firmó un acuerdo mediante el cual renunció a la lucha armada para concertar un nuevo pacto social que pudiera servir como base a la paz. Ese nuevo pacto se concretó en la Constitución de 1991. El lapso transcurrido entre la firma de los acuerdos y la convocatoria de la Constituyente fue un tiempo difícil para el Movimiento y cada uno de sus integrantes. Ni el país, ni la gente de los bandos hasta el momento enfrentados podían comprender a cabalidad las implicaciones de un cambio tan profundo” (p. 14). 

En ese contexto, Vásquez decidió renunciar a la militancia en la organización; aquí intervinieron experiencias y emociones personales, desde luego: “La mía no fue una decisión radical y precisa, apareció, más bien, como opción en mi búsqueda de coherencia interior, cuando el ejercicio de la política desde las armas ya no bastó para llenar de sentido mi existencia y, entonces, inicié un retiro gradual de la militancia” (p. 14). 

Estas y otras experiencias —muchas más— quedan plasmadas en “Escrito para no morir”. Un libro por demás recomendable, no sólo para conocer de primera mano testimonios de militancia guerrillera, sino, en general, para acercarse al pasado reciente de nuestras sociedades. El mundo actual, para bien o para mal, está directamente marcado por las grandes movilizaciones sociales de los años sesenta y setenta.

Referencia: 

De los Ríos, Alicia (2014): “Militancia, testimonio y violencia”, Revista Electrónica de Psicología Iztacala, vol. 17, núm. 1, pp. 344-364.

1. Hay una versión en inglés publicada en 2005 bajo el título de My life as a Colombian Revolutionary. Reflections of a Former Guerrillera (Filadendia: Temple University Press).

*Cuitlahuac Alfonso Galaviz Miranda

Doctorante en Estudios del Desarrollo. Problemas y perspectivas latinoamericanas por el Instituto Mora. Maestro en Sociología política por la misma institución y Licenciado en Historia por la Universidad de Sonora. Mis artículos han aparecido en BiCentenario, El Universal, Cuadernos Fronterizos, Revista Común, La Silla Rota, Regeneración, entre otros medios.