En pleno siglo XXI, la esclavitud es un mal que persiste a través de los años. Se ha ido adaptando a los nuevos tiempos, después de que fuera prohibida en todos los países del mundo, hoy en día sigue presente incluso más fuerte que en décadas anteriores, escondida en minas, fabricas, campos agrícolas, burdeles, y en muchas ocasiones en hogares y negocios comunes. Pero también al servicio del narcotráfico y de organizaciones del crimen trasnacional.
De acuerdo con la fundación Anti-Slavery International los tipos de esclavitud contemporánea son: el trabajo en condiciones de servidumbre, el trabajo forzoso, las peores formas de trabajo infantil, la explotación sexual de niños y de niñas con fines comerciales, el matrimonio precoz y el matrimonio forzado, y la esclavitud tradicional o de “propiedad personal”.
Las mujeres, niños y jóvenes de algunas regiones de América Latina, han pasado a ser las víctimas “perfectas” para la esclavitud contemporánea, ya que son víctimas de tráfico con fines de explotación sexual y trabajos forzados, asimismo, se han convertido en reclutas remplazables para trabajos menores de los cárteles y grupos criminales, su destino casi siempre es trágico, en el mejor de los casos, la cárcel.
Los niños son vistos por los cárteles como mano de obra barata y de bajo riesgo, por lo que son un blanco atractivo para los reclutadores, los menores son empleados por los narcotraficantes para trabajos diversos a menudo peligrosos, como prestar servicios de vigilancia y mensajería, pero también son obligados a llevar cabo despiadados actos de violencia, como ejecuciones o torturas.
En México, son famosos los casos de los niños sicarios, uno muy emblemático fue el de Edgar Jiménez Lugo, conocido como “El Ponchis”, quien tras ser detenido en diciembre de 2010, reconoció haber degollado a cuatro personas para el crimen organizado, al que se unió a la edad de 11 años, por su corta vida, luego de tres años fue liberado con una nueva identidad, ya que así lo marca la Ley de justicia para adolescentes del Estado de Morelos.
El Índice Global de Esclavitud 2016, publicado por la organización internacional Walk Free Foundation, estima que, de los 45.8 millones de personas esclavizadas en el mundo, 2.2 millones viven en el continente americano. El mayor número de víctimas en la región se encuentra en México, con 376 mil 800 personas, seguido por Colombia, con 308 mil 200. Los países con el mayor porcentaje de población viviendo en esclavitud son Haití y República Dominicana, con casi el 1% cada uno. http://bit.ly/1UweSBH
El informe describe cómo las redes de tráfico y otros grupos criminales se benefician de la explotación de las poblaciones marginales, especialmente de mujeres, niños, poblaciones indígenas, discapacitados y migrantes. Según las estimaciones de la organización, el 70% de los casos de esclavitud moderna en México involucran a grupos del crimen organizado a menudo con la complicidad de miembros de autoridades locales, estatales y federales.
Se considera que la capital mundial del tráfico sexual es la ciudad de Tenancingo, ubicada en el estado de Tlaxcala, desde donde los traficantes llevan niñas indígenas a otras partes de México y a los Estados Unidos de América. Según el documento en referencia, se cree que los carteles de la droga están involucrados en el tráfico sexual, utilizando las mismas redes que el crimen organizado usa para transportar ilegalmente drogas y armas para pasar víctimas humanas a través de la frontera con los EUA.
Para luchar en contra de esta problemática, en el informe se realizan varias recomendaciones al gobierno mexicano, entre las cuales destacan las siguientes: investigar y procesar a los servidores públicos del gobierno en todos los niveles, que han sido cómplices en casos de esclavitud moderna; aumentar las investigaciones y procesamientos de cárteles de la droga por delitos relacionados con la esclavitud moderna; promover la migración legal y regulada; y desarrollar una estrategia global para sensibilizar a los trabajadores migrantes sobre sus derechos en los países de destino.
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco ha adoptado una postura firme en contra de la esclavitud moderna, exhortando a todas las comunidades del mundo a rechazar rotundamente y sin excepciones toda privación sistemática de la libertad individual con fines de explotación personal y comercial.
Es por ello que en diciembre de 2014, el Papa Francisco y otros líderes cristianos, musulmanes, hindúes, budistas y judíos suscribieron la “Declaración conjunta de los líderes religiosos contra las formas modernas de la esclavitud”. Esta fue una expresión pública de su compromiso para trabajar juntos en llevar adelante acciones, tanto espirituales como prácticas, con el fin de erradicar este crimen contra la humanidad, devolviendo la dignidad y la libertad a las víctimas.
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