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¿Es posible #LaCuartaTransformación?

El reto que tiene el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador es mayor que el de sus antecesores. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

La promesa de un cambio profundo que hizo el Presidente electo es todavía un planteamiento abstracto, ambicioso y lejano, pero se puede lograr si se realiza bien y se comunica mejor.

El poder que la sociedad otorgó a Andrés Manuel López Obrador tiene el potencial de lograr la gran transformación que él ofreció y que exige, espera y necesita la sociedad. La decisión de hacerlo a través de las urnas abre una ventana de oportunidad que pocos esperaban y que algunos, francamente, la consideraban imposible.

La visión puede convertirse en realidad

Pero no será fácil. La responsabilidad de consolidar un país más democrático, justo, seguro e incluyente ha recaído en una persona, a quien la ciudadanía le entregó todos los recursos de poder que necesita. Así que no habrá pretextos. Si en verdad quiere hacer historia, deberá ejercer su autoridad legítima, a sabiendas de que habrá obstáculos y resistencias y de que no tendrá la capacidad de cumplir todas las promesas que hizo.

Comunicarse con eficacia

Para mantener el apoyo de la sociedad, es indispensable que la comunicación fluya aprovechando las amplias ventajas que ofrece el nuevo ecosistema de comunicación, los medios digitales y “las benditas” #RedesSociales. El ejercicio efectivo de gobierno no merece quedar desdibujado, opacado o minimizado por la falta de efectividad de una política nacional de comunicación y de una #Estrategia de #ComunicaciónPolítica con objetivos, metas e indicadores bien claros.

Gobernar es comunicar

En los últimos tres sexenios la comunicación se convirtió —para unos más, para otros menos— en el talón de Aquiles de los presidentes. Los movimientos abruptos en sus niveles de popularidad, el cumplimiento e incumplimiento de las expectativas que cada uno despertó en la sociedad y la respuesta que dieron ante las situaciones de conflicto y crisis que enfrentaron, se convirtieron en factores de peso frente al lugar que hoy ocupan en la historia.

Y la historia les ha dejado huellas indelebles.

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Los ejemplos de lo bueno y de lo malo sobran. La mayoría los recordamos, con la misma nitidez que lo hacen las parodias televisivas y teatrales. Pero los que quedan más marcados son los que se vinculan al incumplimiento:

•      Los “peces gordos” de la corrupción, que nunca cayeron en el gobierno de Vicente Fox.

•      La “guerra contra el narco” que, en lugar de acabar con el problema de inseguridad, derivó en más de 100 mil muertos durante la administración de Felipe Calderón.

•      O el escándalo de la “Casa Blanca”, que fue uno de los factores principales que contribuyeron a reducir los niveles de confianza y aceptación del presidente Enrique Peña Nieto.

De los logros que tuvieron cada uno, muy pocos se acuerdan. Y si lo hicieron fue, así lo dice la mayoría, “porque era su obligación”. De cualquier manera, lo cierto es que comunicar con eficacia no es una actividad que dependa de los grandes recursos que están disponibles en la administración pública, ni tampoco del número de trabajadores, asesores y consultores  (nacionales o extranjeros) que tienen a su disposición.

El retorno de inversión no corresponde con los gastos ejercidos

La popularidad del presidente Peña Nieto es una de las más bajas en México y América Latina, a pesar de los más de 60 mil millones de pesos que se han ejercido desde el inicio de su administración y de los grandes esfuerzos que se hicieron para revertir las críticas y cuestionamientos que se le han hecho desde que llegó al poder.

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El reto que tiene el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador es mayor que el de sus antecesores. En primer lugar porque ha ofrecido un crecimiento económico del 4 por ciento, resolver el problema de inseguridad, mantener el precio en términos reales de la gasolina durante tres años, bajar el precio de la luz, dar un salario a millones de ninis, becas para 300 mil universitarios, apoyo sin precedente a los más desfavorecidos y todo esto y más, sin subir impuestos.

En segundo, porque se comprometió a erradicar la corrupción. Y lo más importante, porque además de querer convertirse en un #BuenPresidente quiere lograr en su sexenio #LaCuartaTransformación política más importante en nuestro país luego de la Independencia, la Reforma y la Revolución.

Como ya se ha dicho, esa visión es deseable y tal vez hasta sea viable.

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Ante tal decisión cabe la pregunta: ¿tendrá ya la estrategia de comunicación apropiada para cualquiera de los escenarios que podría enfrentar? ¿Cómo va a explicar a la sociedad lo que desde ahora no se puede, y lo que no se podrá realizar cuando esté al frente del Gobierno de la República?

Del dicho al hecho hay mucho trecho

Nadie pone en duda que los resultados finales de la elección fueron históricos e impresionantes. Tampoco hay duda que el mandato que recibió el Presidente Electo es contundente e inobjetable. Sin embargo, se percibe una gran prisa en él y su equipo de colaboradores de primer nivel en seguir alimentando en la agenda pública las grandes expectativas que existían desde antes del 1 de julio.

La cautela y la paciencia son dos virtudes que hay que recuperar”.

Hay tiempo suficiente para preparar el Plan de Gobierno que se pondrá en marcha, pero sobre todo hay que abrir un espacio de profunda reflexión y análisis para diseñar también la mejor estrategia de comunicación política en todos los ámbitos de poder que dependerán del próximo Presidente. La gente sabrá esperar y le dará con seguridad un bono sin precedente para que se organice de la mejor manera posible.

Es lo deseable. Es viable. Y es factible.

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¿#UnBuenPresidente?

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