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Es muy fácil gobernar

Al menos así lo considera el presidente de la República, aunque las evidencias exhiben lo contrario. | Adolfo Gómez Vives

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Escrito en OPINIÓN el

En junio pasado, durante la presentación de avances de los Programas Integrales del Bienestar, el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador dijo desde Ecatepec, que gobernar “no tiene mucha ciencia”.

¡Cuánta razón tiene el jefe del Ejecutivo!

Para gobernar y tener la mayor aceptación del “pueblo bueno” sólo es necesario informar todos los días que se trabaja con honestidad; que se combate la corrupción “barriendo las escaleras de arriba para abajo” y que su gobierno representa el cambio respecto de los anteriores. Pero que “no nos comparen, porque eso calienta”.

Para gobernar no se requiere conocer el funcionamiento de la economía del país, ni el de los mecanismos por los cuales el gobierno obtiene los dineros que habrá de administrar durante un determinado ejercicio fiscal. Sólo en la cabeza de los opositores existe ambigüedad en el discurso económico del gobierno. La salida de más de 42 mil millones de pesos de inversión extranjera que se deshizo de bonos del gobierno mexicano “es una buena noticia”.

Total, que los recursos petroleros harán la magia de sacarnos de la pobreza. Allí está el ejemplo del modelo de “desarrollo estabilizador” que funcionó a la perfección entre los años 50 y 60. Si el dinero federal no le alcanza a los presidentes municipales, pues “que se bajen los sueldos”, lo mismo que los regidores y los síndicos.

Para gobernar, no se requiere planear las grandes obras de infraestructura. Quién quiere “obras faraónicas”, si las podemos construir “austeras”. Por eso el gobierno va a transparentar la información relativa a la construcción del aeropuerto internacional Felipe Ángeles. Que la Secretaría de la Defensa Nacional no cuenta aún con la concesión, no tiene relevancia alguna. Que ha reservado el expediente, pues es porque los adversarios del gobierno han exagerado con sus amparos.

Que el gobierno declaró como terrenos nacionales algunos predios del municipio de Nextlalpan, colindantes con la base aérea de Santa Lucía, pues es porque no sabían que se trata de propiedad privada. A cualquiera se le va un detalle de más de 700 hectáreas.

De qué sirve conocer cuáles son las atribuciones de las dependencias del Ejecutivo, si se puede emitir memoranda que contravenga los preceptos legales contemplados en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal. Que la Secretaría de Hacienda licite las compras de medicamentos. Qué importa que esa sea facultad de la Secretaría de Salud y que la medida pueda entorpecer su distribución y afectar sus derechos humanos.

No se entiende cuál es la lógica de realizar engorrosas licitaciones públicas, si el procedimiento de asignación directa es más rápido. ¿Que la “oposición” lo va a cuestionar? Es que no entienden que “nosotros somos diferentes”; que si ellos asignaban contratos sin licitar, era por corruptos; pero “nosotros somos honestos”.

En este gobierno se combate la impunidad “sin filias ni fobias”. Eso no lo entienden quienes critican el desempeño de la Secretaría de la Función Pública, a la que cuestionan por no indagar el origen de la riqueza de Manuel Bartlett, ni lo sancione a sabiendas de que mintió en su declaración patrimonial. “No todo el que tiene es corrupto” y Manuel Bartlett le “ayuda al presidente a combatir la corrupción”.

Gobernar no tiene mucha ciencia. Qué importancia puede tener la información que genera la Agencia Nacional de Inteligencia respecto de la mejor estrategia para detener a narcotraficantes, si Alfonso Durazo sabe que la mejor idea es ir tras ellos cuando están en su casa, en su ciudad, rodeados de su gente, que son “pueblo bueno”. ¿Qué están armados hasta los dientes? Pues ya el presidente les dirá a sus mamacitas que los orienten.

Total, que gobernar es fácil. No importa que la evidencia exhiba lo contrario.