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Es con las alcaldías

Si el gobierno central no asume que la reactivación del sector de la construcción sucederá de la mano de las alcaldías, fracasará en su intento. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

La reactivación económica pasa, sin duda, por la reactivación del sector inmobiliario, algo que muy fácilmente detona comentarios negativos de la población. La semana pasada se publicaron una serie de acuerdos encaminados a agilizar las inversiones en desarrollo inmobiliario que, a la vez, pasan por encima de procesos establecidos, particularmente ignorando a las 9 alcaldías que ganó la oposición el pasado 6 de junio. Ambos elementos, la estrategia de reactivación y la decisión política de hacer a un lado a los alcaldes, se entienden muy mal.

En la Ciudad de México el ordenamiento territorial está basado en programas de desarrollo urbano rígidos, pero normas complementarias laxas. Las decisiones sobre densificar en tal o cual lugar son procesos políticos y no de planeación. Para esta administración ha habido un “No” como puerta de entrada, pero la urgencia de reactivar la economía los está llevando a otro planteamiento, que refleja un mal entendimiento del problema.

Una de las publicaciones de la semana pasada está orientada a dar facilidades para las construcciones en avenidas, obviando el sello de recibido de la documentación en las alcaldías y el proceso de publicitación para que los vecinos se puedan expresar, incluyendo pueblos y barrios originarios, donde los requisitos suelen ser más estrictos. Como si las alcaldías no existieran, el “Acuerdo de facilidades administrativas para la realización de proyectos de construcción en vías primarias y de acceso controlado en la Ciudad de México” reproduce prácticamente el mismo mapa de la elección pasada: en las 9 alcaldías que gobernará la Alianza PRI-PAN-PRD, más Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero, se permitirá que inicien las obras con el solo registro de las mismas.

De un lado, hay que reconocer la urgencia de reactivar el sector de la construcción; del otro, también debe reconocerse que esto no puede ocurrir aplastando a los gobiernos locales. De hecho, éstos deberían ser los primeros interesados en que se reactive la industria de la construcción porque ello impulsará la creación local de empleos y ayudará a enfrentar otros problemas como la inseguridad y la falta de vivienda.

Lo que más ayudará a reactivar al sector de la construcción será la construcción social de un nuevo modelo de desarrollo urbano. Lo que desde el gobierno central parece ser muy factible, también genera muchas resistencias locales. Todos somos víctimas de la falta de planeación urbana, del encarecimiento de la vivienda en renta, de malos criterios de urbanización, pero con nada de esto está acabando la política de reactivación económica; es muy fácil presumir miles de millones de pesos o dólares en inversión, pero no todos se concretarán, justamente porque los gobiernos locales son fundamentales. La Jefa de Gobierno se equivoca cuando cree que puede gobernar sin la mayoría de las alcaldías. Hay una gran activación social que obliga a que éstas sean partícipes del proceso de reactivación del sector de la construcción y el desarrollo urbano.

Hay que tomar el toro por los cuernos, hay que hablar de números, de cuántas decenas de miles de viviendas se requiere construir cada año, de que seguirán haciéndose centros comerciales y, pese a la experiencia de la pandemia, se volverán a edificar torres de oficinas. Mucho podemos cambiar en los cómos y en los dóndes. Hay que tomar decisiones colegiadas (gobierno central, alcaldías y ciudadanía en general), entendiendo la importancia de la construcción en el desarrollo.

Hacer a un lado a las alcaldías en la toma de decisiones respecto al desarrollo urbano sólo está agrandando la bola de nieve, pero al final estallará el problema. Es imposible que se tenga éxito con las medidas anunciadas por la Jefa de Gobierno, pero también será imposible la reactivación por la vía del desarrollo inmobiliario si seguimos con el fantasma del supuesto “cártel inmobiliario”, cuando lo que hay son programas de desarrollo rígidos, normas de ordenamiento flexibles que nadie modifica, necesidades cuantificables de un sector económico que nadie expresa, así como autorizaciones para las construcciones que no ocurren al ritmo ni escala que demanda ese sector.

Si el gobierno central no asume que la reactivación del sector de la construcción sucederá de la mano de las alcaldías, fracasará en su intento y tendrá que disfrazar de éxitos, sus fracasos, como acostumbra.