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Episodio IV: África Mía

Por Gustavo Ferrari.

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Escrito en OPINIÓN el

La revolución de carácter mundial que Castro tenía en mente lo eludió. Con la muerte del Che en Bolivia, la frustrada democracia socialista en Chile, el regreso del peronismo en la Argentina, Fidel inicia la década de los 70 resignado a que la Cordillera de los Andrés jamás se convertiría en una gran Sierra Maestra (frase célebre de Ernesto Guevara). Por otra parte la dependencia cada día más asfixiante con la Unión Soviética (casi 8 millones de dólares por día), le dejaba al líder cubano muy poco margen para cualquier aventura independentista y, al contrario, tenía que justificar ante la comunidad internacional cómo su “revolución romántica latinoamericana” se había convertido en un “satélite soviético”. (También frase acuñada a Guevara antes de marcharse definitivamente de Cuba).

 

La reunión de Jefes de Estados del Movimiento de Países No Alineados en Argel en 1973, se constituye en el instrumento ideal para que Fidel lance la justificación internacional de su nueva interdependencia.

 

El Movimiento de Países No Alineados tenía su antecedente originario en la Conferencia Afro-Asiática de Bandung, Indonesia, en 1955, que había reunido  a 29 Jefes de Estado de la primera generación postcolonial de líderes de los dos continentes para identificar y evaluar los problemas mundiales del momento y desarrollar políticas conjuntas en las relaciones internacionales.

 

En dicha  Conferencia se enunciaron los principios que deberían gobernar las relaciones entre las naciones grandes y pequeñas, conocidos como los “Diez Principios de Bandung”. "La no alineación" nace como un término de política exterior definido por el extinto líder yugoslavo  Joseph Broz, mejor conocido como Tito, que se ve impulsado a buscar una línea innovadora como consecuencia de su ruptura con el bloque socialista. Como Yugoslavia no pertenecía a ninguno de los dos bloques políticos del mundo, Tito se apoya en los países extra europeos, aún no llamados "tercer mundo", que luchaban por la descolonización. En 1954, Tito visita a Nehru en la India y toma contactos con otros líderes de Asia y Africa, como Sukarno en Indonesia y Nasser, de Egipto. En su primera aparición internacional el Movimiento de Países No Alineados respaldará al Frente de Liberación Nacional  de Argelia en su lucha por liberarse de la tutela francesa como también a otros movimientos anticolonialistas en el mundo.

 

En una maniobra muy propia de su inteligencia y astucia política, Fidel relaciona en Argel los propósitos  generales de Bandung con los lineamientos de la política exterior de la recién aprobada  constitución soviética. Al señalar que ambos principios se complementan, Castro enfatiza que  la Unión Soviética no es un enemigo del Movimiento sino un aliado natural y puntualiza que en su concepción,  no existen  dos demonios, sino sólo uno que es el imperialismo americano.

 

El liderazgo asumido por Fidel en Argel, le permite a su vez trabajar por un nuevo “sueño heroico” que es apoyar a los movimientos separatistas e independentistas de África. Si la revolución cubana  no había podido penetrar en América latina, (el vicepresidente Carlos Rafael Rodríguez, en 1977, me comunicó oficialmente, durante la recepción de mis cartas credenciales como diplomático en ese país, que Cuba había dejado de financiar y apoyar a las guerrillas de Sudamérica), África seria la nueva aventura de Fidel y sus barbudos.

 

Con una activa participación en las guerras de liberación de Angola (apoyando al líder del MPLA, Agostinho Neto) , Mozambique, (apoyando a Samora Machel)  Etiopia (con pleno apoyo a Mengistu Haile Mariam), Congo,  ZaireGuinea BissauRepública Árabe Saharaui Democrática, Guinea, Republica Malgache, etcétera. Con “brigadas internacionalistas de soldados, maestros, médicos y técnicos, Cuba llega a tener más de 100.000 hombres en tierras africanas, durante la década de los 70.

 

La idea de Castro de marcar una presencia activa en dichos países, por cierto los más ricos de África, fue en el pensamiento de muchos analistas internacionales, intentar establecer un nuevo polo de influencia internacional que tuviese a  La Habana como su eje rector. Bajo un reporte llamado Conflicting Missions se impugna todo argumento promovido por los apologistas de Washington de que las tropas cubanas en África actuaban como sustitutos de la Unión Soviética. Dicho documento testimonia con pruebas,  el hecho que la dirección cubana tomó la decisión de enviar tropas para ayudar a las fuerzas de Angola en la víspera de la independencia sin consultar al gobierno soviético, y que le informó sobre esta decisión sólo unas horas antes de que despegara primer avión con voluntarios. Ansiosos de no descarrilar una distensión con Washington,  los soviéticos se limitaron a ofrecer 10 vuelos chárter para transportar a los cubanos a Angola en enero de 1976. Al año siguiente, La Habana y Moscú apoyaron bandos opuestos en un intento de golpe de estado en Angola", cuando fuerzas del MPLA que buscaban relaciones más estrechas con la Unión Soviética intentaron derrocar al gobierno de Agostinho Neto y los cubanos desempeñaron un papel decisivo en derrotar la rebelión.

 

Angola puso a Castro en el escenario mundial. En palabras del analista cubano William Leogrande, "la intervención cubana en Angola identificó a Cuba como un país dispuesto a tomar riesgos, a poner sus propios intereses en juego y a provocar una confrontación con los Estados Unidos con tal de apoyar los movimientos de liberación nacional en África". Basándose en la fuerza de su desbordante popularidad en África, Castro es elegido líder del Movimiento de Países No Alineados en septiembre de 1979. Ese mismo octubre viaja a Nueva York para pronunciar un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el cual demanda una redistribución internacional de la riqueza y de los ingresos que esté a favor de los países pobres del mundo. "Esos meses del otoño de 1979 constituyeron el apogeo de su poderío", observó después el analista de la CIA Brian Lattell. "¿Cómo se puede ser un aliado leal y confiable de los soviéticos, aceptar cerca de $6 mil millones en asistencia soviética anualmente, y ser al mismo tiempo el líder de las naciones no alineadas? Bueno, Castro fue capaz de realizar este exquisito y aparentemente imposible acto de malabarismo". Sin embargo, el día de Año Nuevo de 1980, la Unión Soviética invadió Afganistán, una nación no alineada, y la política exterior de Castro recibió un golpe devastador.

 

Castro se había comprometido ardientemente a crear su propio mundo revolucionario y a combatir el imperialismo en donde quiera que fuere y cuando la oportunidad se le presentara. "Cualquier movimiento revolucionario, en cualquier rincón del mundo, puede contar con la ayuda de los combatientes cubanos", le dijo él a una audiencia de líderes revolucionarios del Tercer Mundo. Cuando sus objetivos revolucionarios chocaron con aquellos de su benefactor soviético, él, sin embargo, prosiguió con ellos. Castro llegó a ser conocido como "la víbora en nuestro pecho", entre los oficiales del Kremlin.

 

En dichos tiempos era común oír la frase que Cuba era el país más grande del mundo, porque su capital era La Habana, su población estaba en Miami, su gobierno en Moscú y su cementerio en África.

 

Hasta el próximo episodio.

 

@gferrariw

@OpinionLSR

 

 

*Gustavo Ferrari WolfensonDoctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Consultor de las Naciones en temas de fortalecimiento institucional para gobiernos. Profesor de Gobernabilidad y Ejercicio del Poder del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard  y del ITAM. Residente buena parte del tiempo en el estado de Quintana Roo.