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Entre sinapsis y sinopsis

"Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre”: Carl Sagan

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Escrito en OPINIÓN el

La introducción es densa

 

La ciencia es apasionante y para personas con intereses similares a los míos la divulgación científica es un regalo que los individuos dotados de una capacidad intelectual más potente nos dan a los legos que, al no entender términos rimbombantes logramos comprender un poco mejor lo que sus ojos ven y lo que emociona a sus corazones, o mejor dicho a sus mentes.

 

El planteamiento de la existencia de una cuarta dimensión, desde el aspecto físico, dio pie al surgimiento de una corriente artística cuyos exponentes más conocidos fueron Luis Buñuel y Salvador Dalí, entre otros. A dicho movimiento se le conoció como surrealismo.

 

Esa cuarta dimensión fue ejemplificada por una figura paradójica llamada Tesseract o hipercubo, que trataba de poner en perspectiva lo que los textos y las fórmulas no explicaban a las masas. Un ejemplo de este hipercubo lo podemos encontrar en la obra de un conocido artista llamado M. C. Escher.

 

Profundizando

 

Ciencia y tecnología no siempre van de la mano, es por eso que nuestro avance tecnológico en algunas ocasiones ha alcanzado un punto cumbre (temporal) que se extiende haciendo insostenible económicamente un proyecto como lo fue el maravilloso y tristemente célebre Concorde o como está sucediendo con el iPhone que alguna vez fuera revolucionario y ahora solamente existe en una versión mejorada del gadget.

 

Sin embargo, es indudable que hoy por hoy la raza humana y nuestra cultura cuenta con dispositivos que nos permiten tener acceso a un vasto cúmulo de información, el conocimiento está ahí esperándonos, sólo se necesita un mucho de curiosidad y de tiempo (y de recursos económicos para no morir en el intento).

 

Neil deGrasse Tyson, host del programa de divulgación científica Cosmos” conocido como uno de los memes de internet (síhay otros memes) más famosos de la historia y respetado astrofísico estadounidense sostenía que la Antigua Biblioteca de Alejandría, que en su momento acumulaba el saber del mundo podía estar guardada en el smartphone que utilizamos hoy en día.

 

Sin duda hoy podemos ver más, fotografiar más, acumular más, incluso Raymond Kurzweil quiere vivir más, el busca la vida eterna mediante la nanotecnología, siempre y cuando la futura singularidad tecnológica que asegura llegará en el 2032 no despierte a un Skynet peor que en la saga de Terminator y se lo lleve al panteón o lo esclavice… para siempre.

 

Kurzweil de hecho busca la perpetuidad, es millonario, hombre de ciencia, futurólogo y actualmente director de ingeniería en Google.

 

Todavía no llegamos a la reflexión, un momento…

 

Pero mientras unos hablan del futuro y las máquinas pensantes y otros hablan de la máquina del cruz azul, una cosa es cierta: Hemos depositado nuestra memoria en un dispositivo.

 

No hace mucho tiempo las familias se reunían al calor del hogar y entre todos hacían una actividad maravillosa: recordar.

 

Recordaban como era la voz de sus pequeños hijos ahora convertidos en vanidosos adolescentes o en prometedores profesionistas porque los habían grabado en unos dispositivos llamados cassettes, compartían el recuerdo de aquellas vacaciones en la playa viendo el viejo álbum de fotos o recordaban con sus amigos la recepción de su boda grabada en 8 milímetros, beta o VHS.

La tecnología y los aparatos eran entonces un auxiliar para la memoria que permitía que los detalles que se nos escaparan estuvieran ahí, y si estos detalles no habían sido capturados por estos dispositivos entonces el cerebro, estimulado por el recuerdo trabajaba para recordar.

 

Hoy grabamos video en alta definición, con audio ecualizado, nuestras fotos tienen filtros y son mejores que nunca incluso con flash, hemos visto el surgimiento de las selfies y ahora todos nos sentimos estrellas, cambiamos la foto de nuestros hijos en la cartera por el álbum interminable en el smartphone pero algo sucede, todo es efímero y pasajero.

 

Y aquí la contradicción (y la conclusión… al menos de esta columna)

 

Como si se tratase de un evento cuyo resultado fuese el cinismo nihilista, hoy tratamos de vivir en el futuro inmediato, tomamos la foto para capturar el recuerdo y nos perdemos del recuerdo, ¡estamos enseñando a nuestra memoria a no recordar porque confiamos en hacerlo guardando la huella del momento en megabytes y no en sinapsis!

 

Nos congratulamos por tener estos maravillosos accesorios sin los que no podríamos vivir y decimos pal feisbuk” pensando que algún día nos sentaremos alrededor de la mesa y diremos a nuestra pareja, nuestros padres o nuestros hijos miren, vean qué padrísimo álbum tengo en mi celular” y esto nunca ha pasado… ni pasará.

 

Vivimos más que nunca en el futuro evitando el presente, estamos olvidándonos de vivir el aquíy el ahora y la vida se va.

 

Charlemos aquí y ahora en @_TORRESBERNAL