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Entre los partidos políticos y la política pública

Las políticas públicas medioambientales son bienes del dominio público.

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Escrito en OPINIÓN el

El Índice Metropolitano para la Calidad del Aire (IMECA) es el valor que se asigna a la contaminación del aire en grandes ciudades con problemas de contaminación, como la Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara, que se obtiene a partir de mediciones del Sistema de Monitoreo Ambiental.


La calidad del aire es buena, cuando el índice se encuentra entre 0 y 50 puntos; regular, entre 51 y 100 puntos; mala, de 101 a 150 puntos; muy mala, de 151 a 200 puntos y extremadamente mala, mayor a 201 puntos IMECAS.


Los valores presentados hace un par de semanas en la Ciudad de México, de 150 a 160 puntos IMECAS, reflejan una política pública agotada en el modelo del Hoy No Circula, implementado por el entonces regente del Distrito Federal, el finado Manuel Camacho Solis.


Esta política pública comenzó en 1989 por restringir la circulación de todos los vehículos durante un día a la semana, sin importar modelo o estado de verificación vehicular; funcionaba para el periodo de invierno y para un parque vehicular de 2 millones 200 mil vehículos.


Hoy en 2016 de nueva cuenta pero en primavera, se restringe la circulación para todos los vehículos durante un día para un parque vehicular de 5 millones 500 mil vehículos, con la molestia y enojo ciudadanos.


La responsabilidad podría ser del Partido Verde Ecologista de México, quien en el secretario de Medio Ambiente, han sido muy pobres las acciones para contener o revertir la contaminación en la megalópolis, en contraste con el pago de 150 millones de pesos (mdp) en remodelar sus oficinas (El Financiero, 5 de abril de 2016).


El titular de Medio Ambiente federal ha permanecido en el bajo perfil. No sea y la opinión pública perciba que pudieron no realizar análisis medioambientales, contribuyendo a lo desacreditado de su partido.


También podría achacarse a la administración de Andrés Manuel López Obrador y su titular de Medio Ambiente quien parece que no actualizó las políticas públicas medioambientales para dejar una secretaría actualizada, o sea, que también se la llevó “de a muertito”.


Aquí se incorpora a la titular medioambiental de la presente administración en la Ciudad de México, cuando su posición podría ser el pago de un favor político al tabasqueño, el tener un vínculo consanguíneo con su cónyuge, sin que exista una responsabilidad administrativa o política en el desempeño de su encargo por esta crisis medioambiental.


Luego, el Partido Acción Nacional en la Ciudad de México le abonó al problema, cuando impulsó en la Corte las demandas para que todo vehículo de cualquier modelo pudiera circular libremente, sin el cálculo ambiental que requería. Hoy no se ve por ningún lado que impulsen una medida para contrarrestar dicho efecto.


Las políticas públicas medioambientales son bienes del dominio público que por su naturaleza, son intangibles, en tanto sus resultados sean de beneficio o perjuicio para la ciudadanía.


Pero cuando estas políticas no funcionan es que tienen a los ciudadanos en estado de intoxicación o casi asfixiados, por la nula capacidad en generar nuevas opciones y no sólo atenerse o invocar la generosidad del dios azteca del viento, Ehécatl, y sus hijos los vientos, para que por obra de la naturaleza se lleve la contaminación para pulular o difuminarse en la estratósfera.


Tampoco una versión corregida y aumentada de una política de finales de los años 80 podría tener efectividad, cuando la autoridad medioambiental federal o local poco hace por tener un transporte público o políticas de movilidad de primer mundo cuando sus políticas son diseñadas para una sociedad de tercer mundo.