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Entre lo dicho y hecho hay mucho trecho

En el caso de Donald Trump la expresión puede ser positiva.

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Escrito en OPINIÓN el

En México, la expresión "entre lo dicho y hecho hay mucho trecho" se usa despectivamente para mostrar que las grandes intenciones, incluyendo las de los políticos, no se cumplen. Al respecto, podría mencionar el compromiso de Barack Obama en tratar de legalizar a los indocumentados, cuyo cumplimiento fue mínimo o quedó un gran trecho, sea por falta de voluntad o lo complicado del sistema político estadounidense. Sospecho que es más por el segundo -intentó lograr una reforma en el Congreso, pero no pudo, y luego tomó una acción administrativa desde la presidencia para lograr parte de su objetivo, pero los tribunales lo pararon.

 

En el caso de Donald Trump, la expresión puede ser positiva, sobre todo si se da en el futuro de sus promesas y lo que ha dicho durante la campaña, ojalá no se cumpla. Y se acierte en la frase entre lo dicho y hecho… ya que en el Congreso habrá mucho trecho, y hay razones para creer que así será.

 

Trump prometió en campaña, en algunos mítines (si no en todos) y en los debates: construir un muro en la frontera, renegociar el tratado de libre comercio y deportar a millones de indocumentados. Promesas que afectan directamente a México. ¿De todo lo prometido, qué tratará de hacer?

 

La mala noticia es que Trump tiene que dar algo de lo prometido a sus seguidores, la buena es que el sistema político estadounidense, basado en una serie de contrapesos, es poco adepto en realizar cambios grandes. A veces esto es desesperante (véase la reforma migratoria fallida) pero también evita que la política del país de bandazos inesperados. A final de cuentas, los fundadores de los Estados Unidos desconfiaban del poder y querían un presidente relativamente débil y acotado por otras fuerzas de la sociedad y del gobierno. Así diseñaron el gobierno para ser lento y seguro, no ágil y creativo.

 

Sin duda, Trump puede cumplir alguna parte de su proyecto de construir un muro en la frontera, pero es el tema que menos afecta a México y más se abre a interpretación. Ya hay un muro en la tercera parte de la frontera, y sin duda agregará algunas millas más, pero el costo y la factibilidad determinará que tanto. Probablemente destinará mayores recursos a la patrulla fronteriza y a tecnologías en la frontera, pero en una época de migración mexicana por la frontera, no es claro que diferencia tendrá.

 

Probablemente destine mayores recursos y atención a deportar a indocumentados en los Estados Unidos, pero esto también tiene límites, porque el gobierno de Estados Unidos tiene relativamente poca capacidad para identificar y localizar a ellos. Quizás habrá un incremento de nuevo en el número de deportados, pero será gradual e incremental, no un cambio sustancial de política. Lo más preocupante sería la cancelación del programa de "soñadores", que protege a los indocumentados jóvenes que vinieron a Estados Unidos como niños y crecieron toda su vida en el país. Pero victimizar a este grupo, que genera muchas simpatías en el público, sería sumamente impopular, y sospecho que buscará una solución legislativa al tema.

 

Finalmente, cualquier intento de salirse del tratado de libre comercio o modificarlo generaría consecuencias para la economía de los Estados Unidos también, y el gobierno mexicano seguramente está dispuesto a tomar represalias para cualquier acción de este tipo. Sí, se desalentarán algunas inversiones en México en el interior, por temor a que Trump estigmatizará a empresas estadounidenses con inversión en México, y podría haber conflictos comerciales, pero dudo que llegue al nivel de una guerra comercial, que sería desastrosa para ambos países.

 

Trump se va a meter de lleno en una serie de temas fuertes, como cancelar el programa de seguro de salud de Obama, que van a consumir sus energías en los primeros días en la Casa Blanca, y pronto va a descubrir cómo los fundadores diseñaron un sistema lento, complejo y poco proclive al cambio. El Congreso no actuará como él espera y los tribunales se meterán para cuestionar partes de los cambios que hace.

 

En fin, creo que habrá mucho trecho entre lo dicho y hecho, como siempre en la política estadounidense. Eso no quiere decir que no habrá cambios y conflictos. Sospecho que el tono y tenor de la relación bilateral va a ser menos positivo y proactivo que antes, y habrá que manejar conflictos emergentes con mucha sutileza e inteligencia. Pero en esto, México también tiene muchas cartas a su favor y puede negociar desde una posición de fuerza en los temas que afectan a sus intereses. Porque eso también es otra complejidad que descubrirá el nuevo presidente: los países vecinos y aliados también pueden representar otro contrapeso contra algunas de sus propuestas en un mundo cada vez más conectado y entrelazado.

 

@SeleeAndrew 

@OpinionLSR