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Entre el saqueo y la destrucción

Entre ser rescatado para que no terminen de robarnos, o para que no terminen de destruirnos, tendrá usted la oportunidad de definirse. | Carlos Gastélum

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Escrito en OPINIÓN el

Dentro de exactamente un mes iremos a las urnas a votar. Entre la constelación de asuntos que rondan el universo del debate público, las propuestas en las campañas políticas todavía se estiran entre lo nebuloso y lo etéreo.  

Con todo y eso, de los dichos y realidades parecieran sustraerse dos grandes relatos impulsados por las coaliciones que se confrontan. Uno, el de la esperanza para evitar que regresen los saqueadores del país. Otro, el de rescatar a México de los destructores que lo están volando a pedazos.

Ambos relatos comparten la idea común del riesgo, unida con pegamento a la propuesta de –todavía– poder salvar a la nación. 

Quienes impulsan el relato del saqueo, señalan que los antiguos gobernantes, con toda y su perversidad, fueron incapaces de terminar con el robo nacional, práctica que se enquistó entre sus tareas cotidianas. Permitir su regreso es abrir las puertas a los delincuentes de la estafa gubernamental, expertos en ejecutar la subasta privada de los bienes públicos. Un voto hacia ellos es, lo sugieren, liberar a los malhechores de esa prisión llamada derrota moral.

En contraste, los que difunden el relato de la destrucción, advierten que los que hoy toman decisiones están acabando con todo lo bueno del país. Han destruido mucho, dicen, pero no les ha alcanzado para destruirlo todo. Un voto hacia la continuidad de lo existente es prolongar la agonía que causa aquel que aniquila, con la dinamita de la terquedad e ineptitud, los cimientos de la patria. Para ellos, votar por los destructores es el golpe de gracia de la tambaleante democracia mexicana.

Sobre estos relatos navegan periféricamente voces de campaña que señalan a ambos, saqueadores y destructores, como protagonistas de una farsa entre dos. Otras voces, menos resonantes, van por los nichos que promete el discurso de la derecha, o se sitúan en los lugares comunes para captar lo que les caiga.  

En las cuatro semanas que quedan de campañas, es previsible que estos relatos nacionales de la propaganda electoral se tornen álgidos. En un país en donde nada está cantado hasta el día de la elección, y la tragedia puede asomar su rostro en la próxima parada, los eventos de inicios de semana en la Ciudad de México, parece, marcarán el episodio más intenso en la confronta por el rescate nacional.

Entre las alternativas de ser rescatado para que no terminen de robarnos, o para que no terminen de destruirnos, tendrá usted la oportunidad de definir, si elige entre estos dos, quién será su futuro salvador.