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Enrique de la Garza escribía de los obreros

Enrique de la Garza Toledo era un apasionado de los temas del trabajo, de los sindicatos, los trabajadores y de sus condiciones laborales. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Enrique de la Garza Toledo era un apasionado de los temas del trabajo, de los sindicatos, los trabajadores y de sus condiciones laborales. Hablaba con voz pausada como analizando cada palabra y expresaba preocupación constante por la situación que viven los trabajadores en nuestro país. Escribía e investigaba sin parar, no se detenía.

Enrique Modesto De la Garza Toledo (San Buenaventura, Coahuila, 1947) era doctor en Sociología y Profesor Investigador de la UAM-Iztapalapa en el Departamento de Sociología de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, miembro emérito del Sistema Nacional de Investigadores, y formador de muchas generaciones en estudios laborales y de relaciones industriales, procesos de trabajo y sindicatos, teoría social y metodología.

Era un hombre sencillo vestido de suéter, nunca fue ostentoso a pesar de haber sido multipremiado, entre otros, con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009 en la categoría Historia, Ciencias Sociales y Filosofía; y el Premio Nacional de Investigación Laboral en 2003 por su investigación "Reestructuración Productiva, Empresas y Trabajadores en México al Inicio del Siglo XXI”, obtuvo posdoctorados en las Universidades de Warwick, Gran Bretaña, y de Berkeley, en Estados Unidos. El análisis que plasmaba con su pluma y pasión, fueron imparables. 

En los años ochenta, a lo largo de la noche neoliberal, realizó investigaciones del neoliberalismo de fábrica, las categorizó, y éstas se convirtieron en un faro; él devino en un orientador sobre las opciones para la acción colectiva de las trabajadoras y trabajadores ante la embestida de las salvajes modificaciones legales y productivas del modelo económico impuesto sin consenso ni bilateralidad alguna en nuestro país. 

Enrique fue una persona de gran generosidad. Quienes compartimos el compromiso por la dignificación de los mundos del trabajo, encontramos en él un buen amigo, y junto con ello, su rigor como analista y su seriedad como investigador. 

Vivió con independencia de pensamiento, fiel a sus convicciones éticas y políticas, nunca se plegó a ningún poder. Escribió hace unos meses, el capítulo “Insurgencia obrera y sindicatos frente a la IV Transformación”, ahora inédito:

"(…) la emergencia del neoliberalismo en México, su vigencia durante un largo tiempo -alrededor de 40 años- melló la capacidad de trabajadores y sindicatos de recobrar sus organizaciones y de luchar en serio por mejores condiciones de trabajo (…) 

“En estas condiciones tan limitadas para la acción colectiva llegó la IV Transformación, que se proclamó enemiga de las políticas neoliberales y del corporativismo sindical". 

Sin embargo, anota que, en los dos primeros años de ésta, "no ha habido cambios importantes en la tasa de sindicalización... (y) el avance en la democratización de los sindicatos ha sido limitado". 

Tal era su agudeza en otear el horizonte.

Hace un par de años, expresó en San Buenaventura, su pueblo natal, cuando le brindaron un homenaje: 

"He vivido muchas situaciones límite que he podido sortear y hasta revertir por la visión de la vida como un campo de lucha... y finalmente el conocimiento me hizo libre, no dependiente de poderes... y seguiré luchando, es la herencia que reivindico, no concibo una forma de vida diferente".

Hace unos meses, Enrique de la Garza me invitó a dar un curso de la realidad sindical a sus alumnos de la maestría en Sociología de la UAM, ante los entretelones de la reforma laboral y los retos que tiene frente a sí. No cesaba de preocuparse de formar profesionistas comprometidos con los trabajadores.

Estudioso del trabajo y de su precarización en todo el mundo, que lo convirtió en un trabajo atípico, “no estructurado, inseguro, subcontratado, por honorarios, a tiempo parcial, sin contrato colectivo, conceptos que no son sinónimos, pero muestran relaciones deterioradas con respecto del trabajo capitalista clásico”.

Él aseveraba que el trabajo informal y formal “han estado articulados, pero ahora de manera más intensa y directa, las actividades de las empresas formales se relacionan con trabajadores informales”.  Él señalaba que los informales: “…conforman un contingente creciente en número y en marginalidad que potencialmente pueden conducir en el futuro, si se cumplen otras condiciones subjetivas, a su acción colectiva”.

Nuestro amigo Enrique de la Garza, falleció el pasado miércoles 24 de marzo, y seguro donde está, seguirá escribiendo del valor del trabajo, de la estabilidad en el empleo, de la bilateralidad, de la organización sindical, de la reivindicación obrera.

De otros avatares

El pasado 25 de marzo Alfredo Domínguez Marrufo, director del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral se presentó ante el espacio del Observatorio Ciudadano de la Reforma Laboral a dar una conferencia sobre los retos del Centro que dirige. Reconoció las dificultades que enfrenta y la responsabilidad que tienen los trabajadores en este proceso. 

Ante las preocupaciones que señalamos algunos sobre su operatividad, mostró una posición de apertura para revisar y mejorar procesos. Coincidió en la necesidad de llevar a cabo conversaciones públicas para conocer las observaciones sobre este proceso que apenas empieza. ¡Enhorabuena!