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Encuestas y voto de castigo: las lecciones de la elección

Los resultados del domingo reflejan un hartazgo traducido en un voto de castigo.

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Escrito en OPINIÓN el

El domingo 5 de junio, los electores de 12 estados del país salieron a las urnas para elegir gobernadores, alcaldes y diputados locales, en la que será la última jornada electoral masiva antes de la sucesión presidencial de 2018.

 

Más allá de hacer un recuento de ganadores y perdedores, considero oportuno reflexionar sobre dos aspectos del proceso electoral 2016: primero, los errores -involuntarios o inducidos- de las casas encuestadoras al pronosticar ganadores con datos que fueron muy alejados de la realidad; y segundo, la aplicación del voto de castigo a los malos gobiernos y el reto que eso representa para los nuevos gobernantes surgidos durante la jornada electoral.

 

Vamos por partes: en lo que respecta a las encuestas, al revisar los datos publicados en diversos medios de comunicación, encontramos que:

 

  • En Aguascalientes, las proyecciones de El Universal y El Financiero durante la semana previa a la elección, aseguraban que la candidata del PRI ganaría por 6 puntos. El domingo, el resultado en las urnas hidrocálidas le dio el triunfo al candidato del PAN por una diferencia de 2 puntos sobre la aspirante que las encuestas daban por ganadora. Un error de 8 puntos en las cuentas de las dos casas encuestadoras.

 

  • En Chihuahua las encuestas también fallaron escandalosamente: El Universal, Reforma y El Financiero pronosticaban, de forma unánime, un triunfo del PRI por 9, 7 y 3 puntos, respectivamente. En las urnas, sin embargo, el candidato del PAN obtuvo el voto mayoritario de los chihuahuenses, con una diferencia de 8 puntos porcentuales, lo que significa que la encuestadoras erraron por 17, 15, y 11 puntos.

 

  • Durango fue otro estado donde las encuestas no tuvieron precisión: El Universal proyectó que el PRI ganaría por 16 puntos; El Financiero vaticinó el mismo resultado, pero con 9 de diferencia; la consultora Integralia, por su parte, aseguró que el PRI obtendría una victoria con 7 puntos de ventaja. Las urnas hicieron quedar mal a las tres encuestadoras, al registrarse un triunfo del candidato del PAN-PRD con 4 puntos arriba del PRI. El margen de error de las encuestadoras: 20, 13 y 11 puntos, respectivamente. 

 

  • En Quintana Roo, los estudios demoscópicos de El Universal, El Financiero e Integralia pronosticaron victorias del candidato del PRI por 14, 12 y 12 puntos, respectivamente. La realidad evidenció su falta de precisión: el candidato del PAN-PRD obtuvo una holgada victoria de 10 puntos, que significa un error de 24, 22 y 22 puntos de las tres casas encuestadoras.

 

  • En Tamaulipas, la encuesta El Universal tampoco logró acercarse a la realidad: en mayo publicaron que el candidato del PRI ganaría por casi 6 puntos, pero el pasado domingo, el candidato del PAN obtuvo una aplastante victoria por casi 16 puntos de diferencia. El error de la encuestadora: 24 puntos porcentuales.

 

Seguramente, las empresas encuestadoras y los medios con que se alían, dirán que sus encuestas son “fotos de un momento”, o buscarán algún pretexto para seguir haciendo y cobrando por su trabajo que, muchas veces, es utilizado como propaganda para incentivar o desmotivar el voto hacia determinado candidato.

 

Lo cierto es que, al menos en esta elección, las encuestas dejaron mucho qué desear y carecieron de precisión. Quizá por esta “ilusión demoscópica” los medios se dijeron “sorprendidos” de los resultados del domingo 5 de junio.

 

En el fondo, pienso que los resultados del domingo reflejan un hartazgo traducido en un voto de castigo: en 8 de 12 elecciones (Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz) los electores castigaron a sus respectivos gobiernos porque en campaña prometieron y como gobierno, nunca cumplieron. Sólo en Puebla, Hidalgo, Tlaxcala, y Zacatecas, la ciudadanía refrendó a los partidos una nueva oportunidad de gobernar.

 

Esta situación, antes que tomarse con una actitud triunfalista, nos debe invitar a la reflexión sobre cómo pasar de las campañas y candidatos exitosos a los gobiernos responsable, eficientes, honestos y que no pierden el piso al llegar al poder. De lo contrario, los que hoy celebran y levantan la mano, estarán en 3 o 6 años siendo objetos del mismo voto de castigo que los llevó al gobierno.

 

@JVillalobosS

@OpinionLSR