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Encuentros y desencuentros en la reunión de los banqueros

En la 78 Convención, el mayor desencanto fue la desatención del presidente.

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Escrito en OPINIÓN el

El gremio de los banqueros y el presidente Enrique Peña Nieto no terminan de limar asperezas. A pesar de los esfuerzos de los últimos dos años de los hombres del dinero por agradar y complacer al Jefe del Ejecutivo, nomás no lo logran.

 

El desencanto y la distancia fue más que evidente durante la 78 Convención Bancaria que se realizó hace apenas unos días en el puerto de Acapulco, Guerrero, cuando el mandatario llegó 50 minutos tarde a la comida de clausura. Pero el problema de fondo no fue el retraso, sino que cada año hay que ajustar el formato a capricho del presidente.

 

Bajo el argumento de que a Peña Nieto no le gustan las cenas y que prefiere las comidas, a los banqueros no les queda otra que acomodar la agenda para que el Jefe del Ejecutivo sea quien clausure su Convención. Por tradición, el presidente de la República inauguraba los trabajos y después tenía una cena privada con el sector.

 

El distanciamiento y hasta la antipatía con el gremio viene de la campaña, cuando los banqueros se volcaron en un prolongado aplauso y hasta de pie, a favor de Josefina Vázquez Mota, entonces candidata del PAN.

 

Incluso, se dice que una vez que asumió el poder, se las cobró al designar a Mario di Costanzo, como presidente de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef). Muchos afirman que una de las causas por las que nombró a Di Costanzo, quien durante años fue uno de los grandes críticos y opositores del Fobaproa, del rescate bancario y como diputado, de los abusos y los altos costos que cobran las instituciones financieros, fue para molestar a los banqueros… y en efecto, para muchos fue como una cubetada de agua helada.

 

En la 78 Convención, el mayor desencanto fue la desatención del presidente. La cita para iniciar el acceso a la comida con el mandatario era partir de las 13.30 de la tarde, debido a que el Estado Mayor haría una revisión de los asistentes. Las dos filas para pasar por los arcos de seguridad del Hotel Acapulco Princess se hacían cada vez más largas mientras se aproximaban las 2.30 de la tarde. El presidente llegaría a las 3.00 en punto.

 

Una vez que el espacio para la comida estaba completo, la impaciencia, el hambre y hasta la molestia de los banqueros fue más que evidente. Lo mismo ocurrió con la prensa, a quienes enviaron a un restaurante en el que no se tenía acceso al paso de Peña, ni para tomar una foto. Incluso, se oyó una recomendación hacia uno de los asesores de prensa de la ABM para entretener a los medios en lo que el mandatario llegaba, a lo que el funcionario respondió: ¿Y qué hago?, los pongo a jugar serpientes y escaleras o dominó.

 

Ya en los discursos de clausura, los banqueros no dejaron pasar la oportunidad para exigir al presidente resolver el tema de la violencia, adoptar las medidas necesarias para fortalecer el estado de derecho y abatir la corrupción.

 

LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS

 

El personaje que más llamó la atención de la reunión anual con los banqueros fue Luis Videgaray, secretario de Hacienda y lo hizo no sólo por la comitiva de por lo menos 10 personas que caminaba de manera permanente  tras él, sino porque por primera vez tuvo una reunión de trabajo con todos los banqueros en el marco de una Convención.

 

Algunos  aseguran que llevaban meses de la antesala para una audiencia con el secretario, sin embargo, para sorpresa del gremio se logró una reunión con el encargado de las finanzas públicas del país, la que duró cerca de dos horas en la que escuchó las inquietudes de cada uno de los grupos que forman la ABM.

 

Los directivos de las instituciones financieras le hablaron de sus preocupaciones: la reforma fiscal y sus efectos en la banca, Basilea y de las reglas de liquidez, mismas que tendrán un efecto en los bancos de menor tamaño.

 

@rominarr