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¿En qué país viven?

Miles de mexicanos y mexicanas seguimos siendo víctimas de la inseguridad y violencia. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

En cada oportunidad, tanto el presidente López Obrador como la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana reiteran que se está avanzando en la pacificación del país y, durante su comparecencia en la Cámara de Diputados, la secretaria Rosa Icela Rodríguez Velázquez afirmó que la política de “abrazos, no balazos” ha dado resultado permitiendo que no haya más decesos de personas inocentes, además de asegurar que se logró contener el homicidio doloso gracias a las acciones del gobierno. Ojalá así fuera, pero parece que se refieren a otro país pues lamentablemente la narrativa gubernamental no coincide con la terca realidad incluso si nos basamos en los datos de las mismas instancias oficiales.

Como sostener que vamos bien cuando el pasado 25 de noviembre, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fue asesinada en un ataque armado a plena luz del día la joven activista de 18 años Marisol Cuadras, precisamente mientras protestaba en contra de la violencia de género y a lo que el secretario de Marina se refirió como un daño colateral. Este no es más que un doloroso ejemplo de lo que estamos viviendo, ya que cada día se cometen más de 10 feminicidios siendo este año el más letal con un incremento del 5.5% con respecto a 2020.

Por su parte, la CONAVIM ha informado que en lo que va de 2021 ha atendido a aproximadamente 600 sobrevivientes en su mayoría por violencia física y sexual, reconociendo que la gran mayoría de los casos no son denunciados y no acuden a solicitar ayuda, además de que se han llegado a presentar casos de feminicidios de niñas de uno y dos años de edad provocados por la agresión sexual que sufrían por parte de familiares cercanos como el papá o el tío.

Aunque celebraron que se ha contenido el número de homicidios dolosos, los números siguen siendo alarmantes pues en lo que va del sexenio se han registrado más de 100 mil que es una cifra muy superior a los 63 mil 877 que se cometieron en los primeros tres años del gobierno de Peña Nieto y a los 41 mil 375 con Felipe Calderón. También ha crecido el índice de letalidad del Ejército en lo que va de la administración del presidente López Obrador con 515 civiles abatidos en enfrentamientos por 89 heridos, siendo que un índice de letalidad aceptable es que el número de muertes no rebase el número de heridos, y por cada militar que fallece pierden la vida alrededor de 25 civiles cuando los estándares internacionales para medir el uso proporcional de la fuerza contemplan un máximo de 10 civiles muertos por cada militar. Habría que ver si, como afirman, en todos los casos se trataba de delincuentes, o también perdieron la vida personas inocentes, pero es un hecho que miles de mexicanos y mexicanas seguimos siendo víctimas de la inseguridad y violencia.

En su reciente vistita, el comité de la ONU contra la desaparición forzada, expresó su preocupación ya que cada día 6 personas desaparecen en nuestro país, y constató que se mantiene una situación generalizada de desapariciones en gran parte del territorio nacional imperando la impunidad y la revictimización. También advirtió de un aumentó notable de desapariciones de niñas, niños y adolescentes, así como del riesgo para quienes participan en las tareas de búsqueda, particularmente para familiares y activistas que han sido asesinadas. En estos tres años se ha reportado la desaparición de 22 mil 946 personas.

La organización Causa en Común ha hecho un recuento de las que denomina como “atrocidades” que se registraron en medios periodísticos de enero a octubre de este año, a partir de lo cual se identificaron 459 masacres, 924 casos de tortura, 520 fosas clandestinas, 26 casos de terrorismo, 389 asesinatos de mujeres con crueldad extrema, 16 asesinatos de defensores de derechos humanos y 9 de periodistas. Todo lo anterior nos presenta un panorama muy alejado de la deseada pacificación del país, y no se advierte disposición alguna para evaluar objetivamente la estrategia de seguridad y de rectificar ante la evidente falta de resultados con lo que probablemente, al igual que en los sexenios anteriores, seguiremos en la misma ruta hacia el fracaso.