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En los juzgados laborales empieza a hacer agua

La nueva justicia laboral no está avanzando tan rápido como se anunció. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

¡Empieza a hacer agua!, así dicen los marineros cuando su barcaza tiene algún problema y se apuran a tapar las grietas porque se pueden hundir. Algunos marinos principiantes toman una cubeta y empiezan a sacar el líquido salado y al poco rato están al mismo nivel sin corregir la causa. Algo está ocurriendo en la barcaza de los juzgados laborales.

En poco tiempo se están llenando de juicios laborales y los marinos conciliadores no alcanzan a sacar toda el agua posible. Su misión de arreglar todo al 50% o, si es posible, menos, alejando a los abogados malsanos que asesoran a los trabajadores por una justa liquidación, no les funciona del todo.

Quienes diseñaron la barcaza de la reforma laboral se inspiraron en películas estadounidenses donde aparecen los jueces de toga, implacables, en juzgados de lujo donde todos, hasta el público, tienen donde sentarse, y en un santiamén se emite sentencia: culpable o inocente. En un solo día pueden atender dos o tres casos.

No como en las “mugrosas” juntas de conciliación y arbitraje, en las que todas las personas están de pie. La de la Ciudad de México tiene más de mil audiencias diarias, y una de sus juntas especiales alcanza las 70. Justicia de condominio, le dicen, porque estás hombro con hombro con tu contrario. Están atestadas de casos y cada vez con menos presupuesto y personal.

El Estado de México tiene una de las mejores infraestructuras del país para la reforma laboral, y es el campeón en el número de juicios y problemas en la nueva era, tanto en materia local como federal.

En ese estado hay 5 mil 522 juicios radicados en materia local y sólo 226 sentencias emitidas que representan el 4.09% de los casos atendidos.

En materia federal son 2 mil un casos con sólo 93 sentencias, que representan el 4.64% de casos resueltos.

El siguiente cuadro tomado de cifras oficiales puede dar una idea de la problemática existente:

De este cuadro se desprende que, de los 11 mil 173 casos existentes a nivel local, hay 698 sentencias, que representan el 6.24% de casos resueltos.

Mientras que, a nivel federal, en estos estados tienen 6 mil 476 casos con sólo 718 sentencias, que representan el 11.08%

Ya aparecen en los juzgados de distrito amparos por dilación de justicia y ello pone en una encrucijada a la reforma laboral, porque su objeto fue mejorar los procesos y no retardarlos.

Abogados se quejan de la dificultad de revisar expedientes ya que para tener acceso a ellos hay que sacar cita previa, aún a pesar de haberse publicado en el boletín: “Me la mandan hasta después de una semana porque no había espacio en su agenda. Me causa conflicto porque si tengo una prevención de tres días ya se me fue el término”.

La nueva justicia laboral, esa de los barquitos de lujo de juzgados laborales, no está avanzando tan rápido como se anunció. Hay abogados que han presentado sus demandas desde el mes de abril de 2021 y, hasta este momento, no señalan fecha para la audiencia preliminar. Cada vez que se pregunta en ventanilla, dicen: está en reserva.

Otros enfrentan retrasos en los juicios de designación de beneficiarios, los que deberían resolverse a la brevedad, por la necesidad de los familiares, pero hay jueces que requieren que el IMSS les conteste un oficio y, como en esa institución social viven en otro tiempo, los retrasos no tienen plazo.

Lo más difícil e importante es notificar a los demandados, esto hace que se retrasen más y más los casos, porque no aparecen por ningún lado.

El mayor reclamo en los nuevos juzgados es la falta de personal y el bajo presupuesto ante la demanda que empieza a crecer.

Cuando se construyó la barcaza de la reforma laboral, se mandó a los trabajadores al sótano, junto a las calderas, para que sintieran el calor y el poco oxígeno, mientras que a los patrones se los ubicó en la cubierta, con servicio de primera clase, habitaciones de 5 estrellas y, claro, disfrutando la brisa del mar.

Los patrones andan felices porque los juicios tienen muchos obstáculos para los trabajadores, ellos dicen: ¡Viva la reforma laboral!, mientras que los obreros sólo miran, desde detrás del cristal, la fiesta de los de arriba.

En los litigios de esas barcazas de lujo, los trabajadores se ven obligados a mostrar todas sus defensas desde el principio, y ello le permite al patrón asestar mejor el golpe a los trabajadores.

La reforma laboral no responde a la incertidumbre respecto del momento en que se tendrá acceso a la justicia, a la certeza y a la seguridad jurídica, que sólo beneficia a unos cuantos y deja en la mayor indefensión a los trabajadores.

Tenemos una barcaza sin rumbo, cuyo boquete de agua se va haciendo tan profundo que parece no tener fin.

Esta nave no tiene la capacidad de mantenerse a flote y, peor aún, cuando lo hace, es a costa de los trabajadores, quienes, a pesar de la inundación que empieza, que se traduce en retrasos e ineficiente impartición de justicia, no pueden abandonar oportunamente la barcaza, sino que deben permanecer en ella, a pesar de los graves daños que les provoca.

Son los nuevos tiempos de la justicia laboral y, lo peor de todo, es que estamos sin cubetas para sacar el agua, por aquello de la austeridad.