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¿En dónde está el problema?

El #PRI se mantiene como partido puntero.

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Escrito en OPINIÓN el

Las encuestas recientes coinciden. Salvo excepciones, las tendencias de votación para la Cámara de Diputados, gubernaturas y demás posiciones de las #Elecciones2015 se mantienen estables. Lo mismo sucede con los niveles esperados en la participación ciudadana y abstencionismo.

 

¿Cómo entender esta situación?

 

La pregunta es necesaria ante los cambios profundos —muchos de ellos inéditos— que trajo la nueva legislación: incremento sobresaliente en el costo de la elección, nuevos partidos, candidaturas independientes, fiscalización a fondo, aumento sustantivo en la propaganda en radio y televisión, muchos debates y la creciente relevancia de las #RedesSociales.

 

La transparencia también es mayor.

 

En comparación con los procesos electorales que hemos tenido desde hace 15 años, hay razones para asegurar que estamos en la ruta correcta para lograr una democracia y una sociedad más maduras.

 

La prueba de la alternancia está superada.

 

Mientras tanto, no existen evidencias de peso que indiquen que la transición se ha detenido. La prueba más contundente es que, no obstante el problema de inseguridad en el país, se puede prever una jornada electoral pacífica y sin incidentes capaces de modificar los resultados finales, a menos que suceda algo extraordinario en Guerrero o Michoacán.

 

El #PRI se mantiene como partido puntero.

 

Bordeando la franja de los 30 puntos, parece que no le han afectado los bajos índices de popularidad del presidente Enrique Peña Nieto ni los escándalos que se han generado en torno a su figura y a la de algunos de sus colaboradores más cercanos.

 

¿Hacia dónde se canaliza, entonces, el rechazo?

 

El punto no se explica con facilidad. A diferencia de lo que sucede en otros países, estas elecciones no se ven como un plebiscito a la gestión del gobierno en sus tres niveles. Según se puede observar en los números, hay otros factores que explican este complejo panorama político.

 

El #PAN y el #PRD tampoco han sorprendido.

 

A nivel federal el primero registró una preferencia promedio de 23 por ciento. El segundo de 18%, lo que significa que el crecimiento de #Morena no afectó en forma sustantiva la dureza del voto que tenía antes de la salida de Andrés Manuel López Obrador.

 

Los conflictos tampoco han afectado las tendencias.

 

Las campañas negativas o de guerra sucia, los escándalos en medios y redes sociales, las decenas de debates que se han realizado y la fuerte dosis de spots que consumimos día a día parecen no tener ningún efecto en la ciudadanía.

 

Es como si estuviéramos "vacunados" contra las campañas.

 

Y la paradoja es aún más interesante si tomamos en cuenta que el rechazo a los partidos es mucho mayor a las intenciones de voto. Por si fuera poco, la mayoría de las y los ciudadanos no conocen los nombres de sus candidatos a diputados, un porcentaje elevado no recuerda o no sabe la fecha de la jornada electoral.

 

¿Qué podría estar fallando?

 

La saturación informativa, el conflicto cotidiano, la redundancia comunicacional, la estandarización de argumentos o propuestas, la baja calidad argumental en los debates y la falta de creatividad de muchos de los mensajes con que se nos bombardea impiden que la comunicación fluya con eficacia.

 

Oímos el ruido, pero poco nos interesan los significados.

 

"Es la historia de siempre", “los políticos se siguen peleando”, “lo que más les importa son sus intereses”, “estoy cansado de tantos spots” y “no les creo”, son algunas de las respuestas que siguen apareciendo en los estudios de opinión focales.

 

La comunicación es agobiante y abrumadora.

 

A pesar de que autoridades, partidos y candidatos cuentan con la nueva legislación y disponen de un número sin precedente de medios, instrumentos y tecnologías, la efectividad esperada no corresponde con la magnitud de los cambios, mucho menos de la inversión.

 

La elección intermedia será similar a las anteriores.

 

En otras palabras, si la reforma política no se hubiera dado, el país estaría ante un escenario muy parecido al actual, pero con menos gasto y saturación propagandística.

 

En esta ocasión no habrá un cambio de fondo.

 

La siguiente oportunidad la tendremos en las elecciones presidenciales de 2018. Para asegurar el cambio, tendríamos que empezar por hacer un diagnóstico profundo e imparcial de lo que ha sucedido en este proceso. En principio podemos concluir que tal vez no sea necesaria otra gran reforma política.

 

El problema principal está en la #ComunicaciónPolítica.

 

 

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#RedesSociales | #ConsultoríaPolítica 

 

 

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