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Elenita y sus muchos mundos

Homenaje a Elena Poniatowska en la Universidad de Varsovia. | María Teresa Priego

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Escrito en OPINIÓN el

"Soy lo que soy por las miles de voces que he escuchado, por eso mi agradecimiento es infinito". –Elena Poniatowska

"Me gustaría mucho que estuvieran junto a mí, por lo menos que estuvieran oyéndome, mi padre, mi madre, mi hermano Jan Poniatowski", dice Elena con su voz dulce. Lo dice tan conmovida y con una intensidad tal, que una se pregunta si alguna otra opción sería posible. ¿Podría la universidad de Varsovia ofrecer un homenaje de tres días a Elena sin que su hermanito Jan lo escuchara? ¿Sin que lo presenciaran Paula Amor y Jean Poniatowski? Más intensas que la realidad son, a veces, las misteriosas fuerzas de la necesidad y del deseo. Para quienes escuchamos, allí están, los tres, sus tan amados de Elenita. Nos trajo sus presencias en sus palabras de agradecimiento. Nos habló de la segunda guerra mundial, de su padre, de su madre enfermera voluntaria en París, del hermanito nacido ya en México "el 9 de marzo de 1947 a las doce del día". Este premio suyo, es para ellos. "Para mí, mi papá y mi mamá fueron héroes de guerra", me dice después. 

En sesión solemne el Doctor Alojzy Nowak, Rector de la Universidad de Varsovia hace entrega de la medalla en reconocimiento a la escritora mexicana-polaca, educada en inglés y francés durante su infancia en París. La que llegó a México a los 9 años en el barco Marqués de Comillas y aprendió el español "en las calles". En el abrazo de su nana Magda. ¿Qué es la distancia? El Rector está en Varsovia y entrega la medalla para Elena a Alejandro Negrín, Embajador de México en Polonia, quien lo acompaña en el salón de ceremonias de la universidad. Elenita está en el estudio de su casa (con su jardín lleno de flores) en la Ciudad de México. El rector Enrique Graue participa en la ceremonia. Y desde distintos rincones del mundo sus lectoras/es la acompañamos. Tres días de festejos: coloquio de especialistas en su obra, larga conversación de Elena con estudiantes polacas/os, ceremonia solemne de entrega de la medalla con la que la universidad "reconoce a las personas más destacadas en Polonia y en el mundo".

Hace muchos años que Elena traía en su corazón un proyecto: recrear la historia de su familia paterna, "ese apellido que puede rastrearse hasta el año 800". En 2019 publicó el primer volumen de "El amante polaco". Un vaivén de tiempos y espacios. Dos siglos de historia polaca entremezclados con los capítulos "mexicanos". En las manos de una escritora como Elena-Lilus Kikus, ¿qué es la distancia y qué es el tiempo? Ella ante su máquina de escribir, ordena el tiempo. Meticuloso y arbitrario. A como es: el tiempo de la realidad, el de las emociones, el de la memoria. Cada uno va distinto. En sus palabras de agradecimiento Elena comienza por la segunda guerra mundial: "Murieron 30 millones de hombres y de mujeres... se inició cuando Hitler invadió Polonia el 17 de septiembre de 1939..." Y la manera en que esa catástrofe colectiva marcó la historia familiar (millones de historias familiares): "Mi padre salió de París a través de España en 1942 y atravesó los Pirineos a pie para alcanzar a De Gaulle, mi hermana y yo no lo vimos durante cinco años. El hombre que volvimos a ver en México era muy distinto del que nos despedimos en la estación de tren de Toulouse..." 

Elena cuenta la despedida en el andén y cómo ella y su hermana (sin saber, sin imaginar...) quisieron divertir a su papá representando una comedia breve: su hermana era Hitler ("porque era más alta") y ella Mussolini ("porque era más gordita"), los dictadores se atacaban y caían derrumbados. "Quizá porque mi padre fue hecho prisionero e interrogado... desde muy joven visité la cárcel de México el Palacio negro de Lecumberri, para un escritor, para un periodista, nada mejor que oír relatos de vida desde muy joven… desde que entré como reportera en el periódico Excélsior escuché a los presos en Lecumberri y también a sus familiares. Todos ellos muy pobres". Elena nos habla de su madre, Paula Amor, autora del libro de memorias "Nomeolvides", fallecida en la Ciudad de México a los 92 años. "Mi madre, Paula Amor, de origen mexicano y nacida en Francia, se enroló en la sección sanitaria femenina que pertenecía a la Cruz Roja, salía día y noche a recoger heridos. Quizá descubrió lo que decía Víctor Hugo: 'cada hombre en su noche va hacia la luz', también escribió sus memorias". 

La estamos escuchando en México, en Polonia, en Estados Unidos, en Serbia... ¿en cuántos países, Elenita?  La tecnología es un milagro. Elenita cita las memorias de su madre: "Conducir en la noche oscura sin encender los faros, no es fácil. A veces uno frena creyendo ver obstáculos imaginarios, durante meses partí a recoger heridos o familias cuya casa había sido bombardeada. Todavía guardo en mis ojos las imágenes de aquellos días y entre todas, la más impresionante: la de un joven soldado que agonizaba sobre su camilla, rechazaba su cobija y llamaba 'mamá'... comíamos rebanadas de pan, esa manera de vivir, no me molestaba para nada'". Elena nos recuerda como "México abrazó a refugiados de guerra en 1939, a los republicanos españoles, deberíamos recordar a los niños de Morelia, y más tarde, a polacos, hombres, mujeres y niños a quienes la ciudad de León, Guanajuato abrió sus puertas el 1 de julio de 1943. En la hacienda Santa Rosa vivieron 1453 polacos víctimas de bombardeos". Nos recordó que en una época la Orquesta Sinfónica de Jalapa... "tenía tantos músicos polacos que la llamaron la orquesta 'Jalaposki". Los países de Elena. Los mundos de una escritora, de una periodista, de una luchadora social. 

En el coloquio participó la escritora yucateca Sara Poot-Herrera del Departamento de Español de la Universidad de Santa Bárbara: un recorrido por la obra de Elena. A lo largo de los tres días de homenaje, me sorprende la calidad del castellano de las/os estudiosas/os de la obra de Elena, su amor por la autora, su cariño por México. La Doctora Urzula Lugowska del Instituto de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos de la Universidad de Varsovia conduce los encuentros. Agnieszka Flitcher, también de la Universidad de Varsovia, habla un castellano lleno de poesía y conoce el significado de la palabra "querencia". Las "querencias" de Elena tan fraguadas en la observación y en la escucha. ¿Cómo es, Elena? ¿Cómo es traer tanto dentro y guardarlo para escribirlo un día? La cita Agnieszka: "Apunto lo que veo, me fijo bien, me gusta fijarme, siempre he vivido poniendo atención, a veces me duelen los ojos, me duelen las sienes, me duele el cuerpo de estar tan alerta..."

Katarzyna Moszczynska, también de la Universidad de Varsovia nos dice, con su castellano perfecto y con un apenas ligerísimo acento: "Elena Poniatowska decide criar sola a su hijo y convertirse en escritora. Las últimas líneas de la novela recrean la imagen de la autora que no se separa ni de su hijo ni de la máquina de escribir". Y cita la vocecita de Mane en pleno reclamo porque su madre no puede todavía apartarse de su máquina: "Mamá, ¿vas a hacerme esto toda tu vida?" Y Katarzyna añade: "el resto forma ya parte de la historia de la literatura". 

Bojana Kovacevic Petrovic de la Universidad de Novi Sad, en Serbia nos cuenta que "El tren pasa primero" está a punto de publicarse en su país, nos recuerda que Octavio Paz llamaba a Elena "El pájaro de la literatura mexicana". Lukasz Czarnecki de la Universidad Pedagógica de Cracovia habla de la capacidad de resiliencia en la escritura de Elena. La pérdida tan dolorosa y prematura de Jan y dice: "El evento de hoy tiene una dedicatoria para Jan, el hermano de Elena, la dedicatoria aparece en el libro de ‘La noche de Tlatelolco’. En el 2008 Elena escribió en el poemario 'Las Rondas de la niña mala', un poema que se llama "Mi hermano". Y Lukasz cita: "De tu muerte, algo vive/ ese es nuestro secreto/ tus buenas manos blancas/ encima de las mías/ ríes y si te oigo, se me nubla la vida". Al día siguiente, largo encuentro de Elena con las/os estudiantes. 

Retomo un fragmento de "El amante polaco": "'Han pasado más de doscientos cincuenta años del nacimiento de Stanislaw Poniatowski y sus descendientes se encuentran en Francia, Estados Unidos y México', refiere Adam Zamoyski. Al leer la palabra México pensé que tal vez tenía yo una estafeta que entregar de un siglo a otro, de un continente a otro, de un tiempo pasado a uno actual". ¿Viste, Elenita? Lo lograste como tú querías. Fuiste al encuentro de Polonia, la tierra de tu padre y ahora Polonia vino a tu encuentro. Como en un círculo perfecto. Aquí está Jan. Aquí están Paula y Jean. Te llegaron, los trajiste. Aquí están alrededor tuyo tus hijas/os, tus nietas/os, estamos nosotras/os, tus lectoras/es de todo el mundo.  Logras derrotar al tiempo: es entonces, y es ahora, y es Polonia, y es México. El Embajador Negrín habla de ti desde Varsovia y pasa del polaco al castellano, del castellano al polaco. Los traductores se intercalan. La lengua de tu padre. La lengua de tu madre. Recurro a tu otra primera lengua –también– tan amada por ti, para decir: Queridísima Elenita, vaya si lo lograste, la boucle est bouclée.