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Elecciones estatales, prueba para todos

Los resultados del 5 de junio son impredecibles. | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

Así que, entre los candidatos de los distintos partidos contendientes, “las apuestas ya están gastadas, las navajas amarradas” y todo listo para que el 5 de junio los electores de seis estados del país acudan a las urnas para decidir a su gobierno en los próximos seis años.

Cosa que suena fácil, pero la guerra está ahí y los intereses políticos, económicos, sociales y de poder están a la vista, al portador… y los chanchullos y las promesas y las facturas por pagar.

Son Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Cada una de estas entidades con su vida particular, con sus intereses políticos propios, su problemática exclusiva, sus raíces culturales, su forma de vida y de entenderse en el conjunto nacional. Estados soberanos que forman parte del pacto federal y que junto con otros hacen a una República: la mexicana.

Así que 11.7 millones de mexicanos al grito de guerra acudirán a las urnas ese día. Por supuesto, el resultado es impredecible y sólo se conocerá la noche de ese domingo, para confirmarse el miércoles siguiente. Y aunque muchos apuntan que cuatro entidades serán ganadas por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) lo cierto es que todo depende de las condiciones en las que se llegue al gobierno en cada uno de los seis estados.

A lo largo de las semanas de campaña se han hecho promesas al por mayor, se han hecho actos de contrición y se ha acusado al opositor de ser lo peor que le puede pasar al estado. La lucha por el poder despierta la codicia y el odio entre partes, sobre todo porque el discurso de odio ha rondado al país a lo largo de los más de tres años de gobierno federal.

Morena quiere recuperar algo del terreno perdido en las elecciones de 2021 cuando se le vino abajo la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y es por eso que se le han atorado ahí iniciativas enviadas por el presidente de México-morenista.

Fue el caso de la Reforma Eléctrica que perdió la batalla al no conseguir esa mayoría. Al final, enloquecidos desde Palacio Nacional y hasta el más distante militante o simpatizante de Morena acusó a los diputados de oposición de “Traidores de la Patria…”. Simpática y grosera forma de mostrar su propia debilidad. Aparte, la participación mínima en la Consulta de Revocación de Mandato de abril le dañó mucho.

En cada entidad los partidos políticos han hecho suyo el discurso de la solución. El discurso del que hoy sí habrán de cambiar las cosas y que el desarrollo social, la igualdad, la justicia, el trabajo, la casa, comida y sustento ahora sí están garantizados. De una u otra forma el discurso de los candidatos, todos, y de distinto partido, es el mismo. Nada nuevo bajo el sol.

Pero se votará por ese ente político que llegó ahí no por voluntad popular, porque los candidatos no son escogidos entre ese pueblo bueno y generoso que todo lo da y todo lo perdona: no. A los candidatos los escoge el gobierno mismo en el poder y la obediente cúpula de partido. Buscan al personaje idóneo que responda a sus propios intereses y cuya fidelidad esté a toda prueba.

Así que la imposición de los candidatos es un riesgo en democracia porque la mayoría de ellos –en el caso de estas elecciones– serán gobernadores para servir al mando supremo, no necesariamente a la gente a la que se habrá de gobernar y cuya mayoría, confiada, los llevará al poder político máximo en cada entidad.

Y para ello se han establecido alianzas con los actuales gobernadores, aun de oposición a Morena, quienes, ‘si se portan bien’ y gana Morena, tendrán garantizado un futuro político tranquilo, sin que nadie los persiga por sus hechos de gobierno y por supuesto tendrán garantizada o una embajada o de perdis un consulado en el extranjero.

En las campañas hubo gastos extremos. Aunque es responsabilidad del Instituto Nacional Electoral (INE) controlar estos excesos, lo cierto es que de una u otra manera los partidos políticos y sus candidatos hacen circo-maroma-teatro costoso para estar presentes y mostrar su propia fortaleza mediante la exposición pública de lo que consideran sus virtudes.

En Oaxaca, por ejemplo, los analistas locales destacan la preeminencia de Salomón Jara, por distintas razones, no necesariamente las de la popularidad. Al frente a su cercano opositor priísta, Alejandro Avilés. En todo caso las propuestas de cada uno no pueden ser distintas, pero sí ellos mismos tienen un significado distinto:

Uno es candidato con apoyo federal y con todos los recursos de Morena a su disposición, además de que el gobernador Alejandro Murat fue un oficioso oferente de la entidad a Morena durante los tres años recientes, dispuesto siempre a complacer al presidente morenista y a apoyarlo en todo y por todo. Oaxaca será morenista, muy probablemente, por decisión de gobierno, no ciudadana.

Pero, como en cada entidad, depende de la asistencia electoral y el sentido del voto. Quizá ganen quienes cuentan con apoyos supremos, pero mucha gente consciente de su papel histórico en democracia podría restarle votos, además de la abstención o la anulación del voto, con lo que los triunfos serían pírricos.

Pero nada, que lo ya dicho: Los resultados del 5 de junio son impredecibles. Será hasta esa noche a la luz de las cifras que ofrezcan los institutos electorales locales que se sabrá el resultado final. Algunos casos se judicializarán, aunque el peor escenario es la intervención del crimen organizado, el narcotráfico en favor de tal o cual candidato. Lo nefasto puesto en lo electoral.

Morena por su parte cruza los dedos porque está a prueba su camino hacia 2024; los partidos de oposición están a prueba para saber si están en condiciones de enfrentar la avalancha que ocurrirá aquí ese 2024 y, sobre todo está a prueba la voluntad ciudadana por conformar a su gobierno, el que le favorezca en sus intereses políticos y de gobierno o si siguen de otro modo, lo mismo: Es cosa de ver el entorno con rigor y sentido crítico y tomar la mejor decisión.