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El voto obrero como un fantasma

El voto obrero se ha convertido en una especie de fantasma en los centros de trabajo. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

El voto obrero se ha convertido en una especie de fantasma en los centros de trabajo. Es temido por los dirigentes sindicales pintados de blanco, amarillo o de rojo; de todas las tendencias: radicales, moderados o inertes (porque nacieron muertos y siguen así). 

El voto secreto es temido en los sindicatos corporativos, en los sindicatos charros perdidos por ahí, por los que se dicen independientes y democráticos; y de los que intentan serlo.

Ahora que se habla del voto secreto, este se pronuncia en voz baja como si fuera no un fantasma, sino el mismo demonio. En las legitimaciones de Contrato Colectivo de Trabajo cada voto en contra, por confusión o por lo que sea, ha puesto a temblar a las dirigencias por su lejanía con sus agremiados.

No se diga en aquellos lugares en que el voto secreto real se ha estrenado para elegir dirigentes sindicales y en los que la autoridad laboral ha cumplido con su función de fiel vigilante de los procesos electorales. 

De estos ejercicios hay que preguntarle a los y las sobrecargos de Aeroméxico cuál fue el resultado de su reciente proceso electoral en que su voluntad se convirtió en una fuerza como si fuera emergida de un volcán escondido de rebeldía.

El voto obrero, cuando nació el artículo 123 constitucional en 1917, ni siquiera fue mencionado porque era de uso exclusivo de los propietarios de la fuerza de trabajo. Si el voto era a levanta manos, o a gritos, con aplausos, con firmas, huella digital o de manera secreta, su manera de ejercerlo era solo cosa de los trabajadores.  Ellos decidían cómo ejercerlo.

El problema surgió en el siglo pasado cuando el voto pasó bajo el control gubernamental. Pronto se percataron que el voto era un instrumento de control y de dominio. El secretario general o los llamados líderes sindicales asumieron que ellos representaban a los trabajadores y que no necesitaban de los votos obreros para legitimarse.

En colusión con las autoridades el voto se ejerció de manera abierta hasta que por medio de amparos, con muchas dificultades, a través de la jurisprudencia en el año de 2008, impulsada por el magistrado Héctor Mercado López se pudo abrir camino para el voto secreto.

Fue en la reforma del artículo 123 constitucional en el año de 2017, en que se reconoció el voto secreto como un derecho humano de los trabajadores, acotado para la elección de los dirigentes, conflictos intersindicales y para los contratos colectivos de primera creación.

Fue en la importante reforma laboral del 1º de mayo de 2019 en que se amplió la cobertura del voto secreto para definir las revisiones contractuales. Pero aun se queda limitado en otros aspectos importantes.

Se pretende negar el voto secreto obligatorio en las revisiones salariales anuales a pesar de que existe el compromiso en el T-MEC para considerar a los trabajadores como actores principales de estas negociaciones.

No se concibe ni se reconoce el voto secreto obligatorio cuando se trata de los acuerdos privados pactados entre el líder sindical y el patrón derivados de violaciones al contrato colectivo de trabajo, tampoco cuando se conviene la reducción de los salarios o de prestaciones en los contratos colectivos de trabajo, ni cuando se decide darlo por terminado.  

Hay vacíos jurídicos trascendentales que afectan a los trabajadores y hasta la fecha pueden pactarse afectaciones a sus derechos, sin que sea obligatorio tomarlos en cuenta a través del voto secreto.

Recientemente con motivo del proceso electoral en el sindicato de Pemex se ha legitimado, de manera apresurada, el voto por vía electrónica sin que se encuentre prevista esta vía en la Ley Federal del Trabajo. Se ha cuestionado este proceso porque no se asegura que los trabajadores ejerzan su voto de manera personal, libre, directa y secreta.

Desde estos espacios cuestionamos si es posible que la Secretaría del Trabajo pueda legislar en materia laboral para establecer un procedimiento no previsto en la Ley Federal del Trabajo, cuando esta facultad corresponde de manera exclusiva al Congreso de la Unión.

La forma como se procesan este tipo de experimentos al vapor solo propicia que las viejas prácticas perduren. El voto no es mágico, mucho menos cuando no se remueven las viejas estructuras de control.

¿De qué sirve construir una casa con cimientos de bambú?