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El viacrucis de la inseguridad

“No siempre se escribe por compromiso, pero escribir siempre compromete” Manuel Rivas, poeta español

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Escrito en OPINIÓN el

De manera conjunta, México Unido contra la Delincuencia y Consulta Mitofsky dieron a conocer una encuesta nacional sobre la percepción de inseguridad entre los ciudadanos, reveló que de enero de 2012 al mismo mes de 2014, se registró un leve descenso en el número de delitos registrados en averiguaciones previas, el dato pasó de 136 mil 454 a 127 mil 683 en ese período.

Asimismo, revela que cuatro de las cinco regiones en que fue divido el país por el Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP), registran un descenso en el número de denuncias con respecto al año anterior; sólo la región occidente pasó de 287 mil a 300 mil.

Lo anterior habla de un modesto pero significativo avance en el combate a la delincuencia, en parte,  según la misma encuesta, debido  a la coordinación y trabajo conjunto del Gobierno de la Republica y los Gobiernos estatales, no así en la mayoría de los gobiernos municipales, donde la coordinación todavía no alcanza a llegar.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), por su parte, de acuerdo con el tercer levantamiento de la encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana correspondiente a marzo de 2014, reporta un incremento de 4.4 puntos porcentuales en la percepción de la inseguridad pública, en comparación con el resultado del mes de diciembre de 2013.

No obstante, en el tema de “atestiguación de conductas delictivas o antisociales”, se registra un ligero descenso en lo que respecta a la medición del periodo anterior, sobre todo referente al consumo de drogas, pandillerismo y disparos frecuentes de armas.

Ambos documentos revelan que la seguridad sigue siendo asignatura pendiente, pues mientras hay delitos que muestran una tendencia a la baja, algunos se mantienen en los mismos niveles, y otros, como la extorsión y el secuestro, aumentan.

Acciones, como las implementadas en Michoacán, sobre todo en tierra caliente, hacen suponer que se avanza por el camino correcto. La intervención del Gobierno federal logró que Los Templarios estén desaparecidos, que no es lo mismo que abatidos, en tanto que las autodefensas (que no son una pera en dulce) avanzan hacia la institucionalidad.

Los modestos pero alentadores resultados en materia de seguridad y la magnitud del problema exigen la necesidad, entre otros:

Primero.- Sumar a los municipios, sobre todo a los más grandes, en los trabajos y estrategias de coordinación implementadas por el Gobierno federal y los gobiernos estatales.

Los hechos demuestran que los cuerpos de seguridad municipales siguen siendo los más vulnerables y es ahí donde la delincuencia encuentra un caldo de cultivo para la extorsión y el soborno, pues ¿Qué puede hacer un rifle, diez  balas y un sueldo de cinco mil pesos contra las sofisticadas armas y los abundantes recursos ilícitos de la delincuencia organizada? ¿Qué se puede hacer en el nivel municipal ante la muy conocida frase de “plata o plomo”?

Segundo.- Es fundamental, para avanzar en el combate a la inseguridad, la real confianza y participación de los ciudadanos, junto con la obligada participación y exigencia a los ministerios públicos para que realicen bien su tarea, ya que en muchos casos, sobre todo en materia de secuestro, las víctimas terminan volviéndose cómplices del agresor al no denunciar de inmediato.

Evidentemente que hace falta una mayor eficacia y eficiencia de las áreas encargadas de impartición de justicia, sobre todo estatales, su falta de resultados y la misma corrupción han abonado en la desconfianza ciudadana.

Tercero.-  Pero lo más importante es mejorar el ingreso. No hay que olvidar que la delincuencia y la economía son dos caras de la misma moneda. Tal y como lo reconoció recientemente el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, no es con las armas como se va combatir la delincuencia, es fundamental el empleo y la generación de oportunidades verdaderas para la juventud mexicana, descuidada desde hace décadas. Las medidas sociales puestas en práctica, principalmente en Michoacán y Guerrero, son muestra clara de que el mejor antídoto contra la delincuencia es una verdadera y real política social.

La inseguridad bajará en relación directamente proporcional a los empleos que se empiecen a generar y esto  sólo se logrará reactivando la economía.

Y si usted, lectora, lector querido, no tienen inconveniente, muchas gracias por sus amables comentarios y aportaciones, nos leemos la próxima semana.