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El vecino del Chapo que no vio ni oyó nada

El Chapo se alista a pasar el resto de sus días en una prisión en Estados Unidos. Quizá allá sus vecinos tampoco oigan ni escuchen nada. | Jorge Ramos

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Escrito en OPINIÓN el

Unos días después de la increíble fuga del Chapo del penal del Altiplano, ocurrida el 11 de julio de 2015, un grupo de legisladores federales ingresaron en dos ocasiones, tanto al túnel por donde se dio el increíble escape, como a la celda de Joaquín Guzmán Loera.

El 15 de julio diputados y senadores, invitados por funcionarios de la Secretaría de Gobernación, acudieron al lugar. Desde la aduana de entrada hay al menos 12 rejas antes de poder llegar hasta el sitio que se consideraba más seguro: la celda del fondo, la número 20, en un pasillo donde estaban otros reos de alto calibre como El Canicón, de los Zetas, el JJ, brazo derecho de La Barbie.

En los primeros años de este siglo realicé un recorrido en Almoloya, así se llamaba entonces ese penal. Los pobladores se quejaron por la mala fama que les dejaba vivir en Almoloya y que el penal tuviese ese nombre. Por eso lo rebautizaron como Altiplano. En aquel entonces los filtros de ingreso eran igual de rudos, para visitantes y para los reclusos. Con los años se han endurecido. Perros vociferantes ablandaban al más duro criminal.

Con el paso del tiempo las exigencias de derechos humanos llevaron a políticas menos agresivas hacia los presos. En ocasiones se han organizado protestas al interior del penal.

Lo increíble de la fuga del Chapo se daba entonces por muchas razones. Un túnel de más de un kilómetro, con salida en un galerón del cual nadie se dio cuenta que salían y salían toneladas de tierra. Nadie sospechó.

Durante el recorrido las sorpresas saltaban a cada paso. En el interior el silencio era abrumador. Se percibía a lo lejos un murmullo. Eran presos que estaban jugando basquetbol. La celda del Chapo tenía una ventana cuya vista eran altos muros. Se escuchaban hasta suspiros. Su vecino, Mario Cárdenas Guillén, hermano de Osiel, ambos líderes del Cártel del Golfo, aún estaba ahí.

-Hola Mario, ¿usted escuchó algo de la fuga de su vecino?

-Uno se pone los audífonos, no oí nada- fue la respuesta del capo.

La anécdota la publiqué en una crónica para El Universal en aquel momento. Lo llamativo es que la semana pasada el periodista Carlos Loret de Mola reveló que una amistad que forjó El Chapo en el Altiplano fue con Miguel Ángel Treviño El Z 40.

¿Cuántos amigos hizo El Chapo dentro y fuera de prisión? Por lo pronto, El Chapo se alista a pasar el resto de sus días en una prisión en Estados Unidos. Quizá allá sus vecinos tampoco oigan ni escuchen nada. Pero quizá también haga amigos.

Punto y aparte. La mamá del Chapo Guzmán, María Consuelo Loera Pérez envió una carta, como ejidataria y madre, en ese orden, al presidente Andrés Manuel López Obrador. La misiva la entregó un abogado -¿cuántos ejidatarios y padres afligidos tienen para pagar un abogado?- durante la visita del mandatario a Badiraguato, hace una semana. La afligida señora pidió apoyo.

Punto final. El pasado 4 de febrero aquí les adelantamos en primicia que se gestaba el plan contra AMLO. Se dieron detalles y se perfilaba que, por ejemplo, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, no acudió al encuentro. El sábado pasado el jalisciense se deslindó. El escritor Héctor Aguilar también salió al paso y argumentó cuestiones de edad. Y aquí también dijimos que varios de los participantes esgrimieron que están muy viejos pero que contarán con sus firmas y sus plumas. Aquí se mencionó a 50 personajes y el sábado salieron en un comunicado, firmaron 50. La pregunta que se lanzó ese día sigue vigente: ¿hasta dónde podrán caminar juntos? Y lo otro: el tufo a Ricardo Anaya que destila el grupo.

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