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El tamaño importa

En el debate sobre la propuesta de reforma electoral uno de los temas que ha causado más polémica es el de la lógica para la composición de las cámaras. | Ricardo de Peña

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Escrito en OPINIÓN el

En el debate sobre la propuesta de reforma electoral presentada recientemente por el Ejecutivo federal al Congreso de la Unión uno de los temas que ha causado más polémica es el de la lógica para la composición de las cámaras, dejando de lado el asunto del tamaño de las asambleas. Veamos ahora ambos puntos. 

La lógica de integración

La propuesta para adoptar una nueva lógica para la integración de las cámaras federales puede aplaudirse por el mero hecho de poner sobre la palestra una discusión regularmente obviada: el procedimiento mismo de integración del Legislativo federal. Se solía discutir si debieran ser más o menos los asientos asignados mediante representación proporcional para complementar una asignación por mayoría en distritos uninominales que se da como algo firme. Con la iniciativa ahora presentada se regresa al debate de lo esencial, al superarse esa actitud de dar por hecho un sistema mixto y regresar a lo básico: ¿debe México tener un sistema de mayoría, uno de representación proporcional o una mezcla de ambos, y por qué? Y, de ser un sistema de representación proporcional, ¿bajo qué reglas de reparto: lista nacional o fractura en unidades menores?

El método de listas por entidad tiene la virtud de lograr un equilibrio entre votos y curules no sólo por partido, sino por componente de la Federación. Y la proporcionalidad se ve como una vía de mejor aproximación del reparto de asientos con la votación lograda, mientras la mixtura es un mecanismo que mantiene una mayor proximidad entre electores y representantes. Ese es el centro del debate. Pero también hay puntos laterales que observar. Un vacío a llenar en la propuesta de adopción de una representación proporcional por listas estatales es cómo atender los requerimientos de acciones afirmativas. Quedaría asimismo por revisar la limitación que lo propuesto supone para la formación de coaliciones en las elecciones legislativas, pues pone a competir a quienes podrían ir aliados en la pista Ejecutiva, y la exigencia de que las candidaturas independientes sean por lista.

El tamaño de la Asamblea

Está de más recordar que en un sistema bicameral la lógica de integración de ambas cámaras debe atender el principio de que existan diferencias entre las asambleas, pues de lo contrario el tránsito por ambas cámaras será una mera repetición de procedimientos de votación. Es por ello que un sistema donde se busca aproximar ambas cámaras a la representación proporcional de votos por partido carece de lógica, cuando la cámara alta debiera aproximar curules con la equidad en la presentación de las entidades para diferenciarla de la cámara baja, con participación de las entidades proporcional a su población.

¿Por qué debe ser así? Porque la lógica de integración y el tamaño de las cámaras no es irrelevante, aunque se haya soslayado. La cantidad de asientos requeridos en una asamblea que represente a la población, como es el caso de los diputados, debe atender a la demanda de canales de expresión y comunicación de los electores en el gobierno para lograr representar y dar cabida a la diversidad y complejidad de la sociedad. Y resulta que, al menos teóricamente, el volumen de población que se intenta representar en México, con poco menos de cien millones de electores y casi sesenta millones de personas ocupadas, obligaría a contar con cerca de quinientos puestos para lograr una adecuada canalización de las demandas sociales por tener voz y voto en la asamblea popular. Siendo así, a lo mejor ese acuerdo tácito por reducir el tamaño de la diputación simplemente está fuera de lugar.