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El sueño mexicano

Hay que crear el sueño mexicano, pero para eso hay que corregir el rumbo del país y procurar que la riqueza y los recursos se generen aquí. | Ivonne Ortega

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Escrito en OPINIÓN el

Desde el inicio de la hegemonía del sistema político-económico norteamericano al término de la Segunda Guerra Mundial, el concepto del “sueño americano” permeó a nivel global como el lugar donde había oportunidades de crecimiento y prosperidad para todos, donde uno podría lograr lo que en su lugar de origen apenas podía pensar, donde la miseria quedaría atrás a base de esfuerzo y trabajo.

Para las y los mexicanos ese sueño, sin embargo, pronto demostró que tiene demasiados “inconvenientes”, y que por cada triunfador que prospera y envía a sus familiares recursos y crecimiento, hay decenas o cientos, quizá miles de historias que no llegan a feliz término o que tienen un trágico destino.

Sobran ejemplos de esto, desde el atorón en las ciudades y regiones fronterizas, pasando por los abusos de polleros y autoridades, discriminación y malos tratos en el muy conservador Sur de Estados Unidos, hasta hechos lamentables como el ocurrido hace unos días en Texas, donde fue hallado un tráiler con 51 migrantes muertos, abandonados a su suerte por traficantes de almas y de sueños.

El fenómeno migratorio hacia Estados Unidos no es exclusivo de México, cierto, pero nos toca analizar y profundizar lo que ocurre con nuestros migrantes hacia ese país por sus repercusiones en la economía y el entramado social de sus lugares de origen aquí, en suelo mexicano.

¿Por qué migran las y los mexicanos hacia el Norte, más allá de las fronteras nacionales? Una gran mayoría lo hace en busca de oportunidades, para salir de la pobreza y escapar de donde perciben que sus opciones son nulas. Hay también quienes migran para alcanzar a familiares ya establecidos, para reunir a la familia. 

Los menos, no atraviesan la frontera con riesgos sino de manera formal, con documentos en regla, para estudiar, para desempeñar sus habilidades y conocimientos en empresas e instituciones que no encuentran en nuestro país, lo que se ha dado en llamar “fuga de cerebros”, que no es otra cosa que buscar ese desarrollo personal luego de una formación académica y profesional.

De todas las personas migrantes, las que lo hacen por escapar de la pobreza son las más vulnerables. Son propensas a convertirse en víctimas de “polleros” sin escrúpulos que les abandonan en zonas desérticas después de despojarles del poco dinero que tienen, a menudo mueren en el trayecto.

Son tantas las dificultades y peligros en ese azaroso camino del migrante que es válido observar que las personas prefieren ese incierto destino a su muy cierta pobreza. Migrar no es un lujo, es una necesidad.

¿Qué está haciendo el gobierno mexicano en territorio nacional para frenar esta desesperación de quienes se vuelven migrantes ante la falta de oportunidades en el país?

Ciertamente el desprecio por el empresariado generador de empleos no ayuda; tampoco el terrorismo fiscal o la centralización y cada día peor burocratización; el estrangulamiento a las instituciones académicas estatales, menos. El INEGI nos acaba de informar que el “boom” de crecimiento de empleos tras la pandemia va ahora en retroceso y al parecer así seguirá debido, entre otros factores, a la inflación.

Hace unos años, cuando estaba en campaña, el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador criticaba al gobierno federal por presumir las remesas que enviaban los paisanos desde Estados Unidos, ya que lo consideraba un indicador claro de que en México esos paisanos no hallaron oportunidades de desarrollo. Es un argumento claro.

Pero hoy, ya en el poder, el mismo López Obrador bendice las remesas y las presenta como puntal del desarrollo del país. ¿Cómo puede ser eso posible?

La migración ha de ser atendida, no criticada ni estigmatizada. Es un fenómeno global, es el muy entendible sentir y actuar de las personas que buscan un mejor destino para ellas y sus familias. 

Precisamente por eso hay que atender sus causas, y generar desarrollo económico, seguridad y estabilidad en México para que las personas puedan encontrar aquí ese sueño que buscan más allá de la frontera. 

Hay que crear el sueño mexicano. Y la creación de ese sueño pasa por corregir el rumbo de un país donde el presidente aspira a que haya más remesas, en vez de procurar que esa riqueza y esos recursos se generen aquí mismo.